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Beyu Pen, una ruta con encanto para los niños
En esta ocasión, nos adentramos en la ruta Beyu Pen, en la que está muy presente la mitología asturiana, ¿te animas?
Los senderos para conocer Asturias a pie son innumerables. Por costa o montaña, lejos o cerca de las grandes ciudades o de pequeños pueblos y villas, siempre habrá alguno en el que querremos perdernos. La especial orografía de nuestra tierra la convierte en un lugar perfecto para cargar una mochila a la espalda y poder vivir una experiencia inigualable.
Eso sí, cuando vamos con niños, hay que tener en cuenta ciertos aspectos. En esta ocasión, nos adentramos en la ruta Beyu Pen, en la que está muy presente la mitología asturiana, ¿te animas?
Teníamos muchas ganas de hacer alguna de las rutas que tenemos en nuestra tierra para conocer los personajes misteriosos y mágicos de la mitología asturiana. La ruta Beyu-Pen siempre ha tenido mucha fama y fue recuperada por el ayuntamiento de Amieva en 2010. El sendero comienza en Santillán, en el concejo de Amieva. En este pequeño pueblo, que está a unos diez kilómetros de Cangas de Onís, no tuvimos ningún problema para aparcar el vehículo a pocos metros de donde comienza la ruta.
Antes de nada, me gustaría puntualizar que no es una ruta que se pueda hacer con sillitas para bebés y que, debido a que hay algunos tramos con pendientes y piedras, la edad para que los niños puedan completar el sendero a pie es a partir de 4-5 años. Si son más pequeños, recomiendo mochilas y fulares porta-bebés o los dispositivos de montaña especialmente diseñados para llevar a los pequeños a la espalda. Dicho esto, os cuento que lo primero que vimos fue un puente colgante sobre el río Sella, que tuvimos que cruzar, para alegría de los niños.
Justo al finalizar nuestro paso por el puente, nos encontramos con dos caminos. Gracias a la señalización, supimos que debíamos tomar la senda de la izquierda (el conocido Camín de la Reina). Allí mismo, vimos un árbol de ésos que no deja indiferente, con la sensación de estar en un paraje un tanto misterioso, y supimos que la ruta iba a ser especial. Pocos metros después, cogimos la senda de la derecha, que tiene unas barandillas de madera, por lo que no había pérdida. Enseguida nos dimos cuenta de que muchísimos árboles, a lo largo de toda la ruta, tenían formas pintorescas, mágicas y con un punto enigmático.
La ruta, que completamos la mitad de la familia algo más de dos horas (es decir, sólo la ida, ya que la vuelta la hicimos en coche), es lo más parecido a un bosque encantado con árboles y elementos naturales que han generado siluetas que recuerdan a personajes mitológicos asturianos. Eso sí, la pintura del artista gijonés Julián Bravo ha ayudado a darle un aire más encantador a esos personajes legendarios que vas encontrando por el camino. Un recorrido de en torno a 3 kilómetros (el doble si se vuelve al punto de partida) que va siempre paralelo a un pequeño río llamado el Regatu o Arroyo del Beyu.
Bruxas, Xanas, Busgosos, Nuberos y otros tantos personajes de la mitología asturiana que te vas encontrando por un camino que se caracteriza por su enorme belleza y por tener algunas cuevas donde, dice la leyenda, viven las Xanas, unos seres de belleza extraordinaria, con pelo muy largo y dorado, cuyos cánticos atraen a los hombres.
La gran cantidad de árboles durante la mayor parte del recorrido hace que sea una zona sombría, dándole un aire más misterioso aún si cabe al camino. De hecho, si algo caracteriza a esta zona es que es húmeda y que el musgo es muy abundante, cubriendo piedras y rocas y dejando una estampa espectacular a nuestro paso. Como curiosidad, la palabra beyu significa garganta profunda y es que durante casi todo el recorrido, el río va junto al camino, lo que fue un aliciente para los niños. Es fácil que en vuestra excursión os encontréis con más familias como nos ocurrió a nosotros. Recordad que, como el camino tiene zonas de piedras y puede estar húmedo, es importante el calzado que elijáis, así resulta más fácil hacer la ruta.
Pero no sólo encontramos formas caprichosas de la naturaleza que nos iban recordando personajes mágicos de la mitología asturiana, sino que también disfrutamos de un entorno autóctono, donde predominan castaños, avellanos y robles. Es más, es una zona tan poblada de estas especies, que pudimos ver las famosas cuerres, unas pequeñas murallas circulares de piedras donde antiguamente se guardaban los frutos como las castañas y avellanas para evitar que los animales del bosque accedieran a ellos. Nuestro camino por la senda continuó sin prisa hacia el punto final, el pueblo de Pen. La ruta se empina en esta parte final y el paisaje se va abriendo, de forma que enseguida pudimos contemplar las impresionantes vistas de la zona.
Pero no sólo la ruta merece la pena; la aldea de Pen nos sorprendió muchísimo. Por varias razones que van desde su entorno, de una extraordinaria belleza, hasta su gran conjunto etnográfico, con casi todas las viviendas de estructura tradicional, en el que destaca el que está clasificado como el hórreo más grande de Asturias, apoyado nada más y nada menos que por catorce pegollos. En este pueblo, situado a casi 400 metros de altura en las cercanías de Peña Dulce, destaca la casa Peri, que tiene su origen en una torre de la Baja Edad Media, donde lo más impresionante es su artesonado. También llama la atención la casa Fondón, de gran tamaño y con una galería tallada, y la ermita dedicada a San Roque así como un reloj de Sol. Después de conocer el pueblo de Pen, se puede volver a Santillán por la misma ruta; también existe la opción de hacer una senda circular alrededor de la montaña de Trexeru, siguiendo por Villaverde, a Carmenero, Argolibio y vuelta a Precendi.
Para nuestros pequeños, la ida fue suficiente para disfrutar del contacto con la naturaleza en un entorno mágico, en el que aprendieron sobre los personajes de la mitología asturiana y tuvieron que imaginar sus formas en la naturaleza. Una ruta que no deja indiferente ni a mayores ni a pequeños. Un camino con mucho encanto.
Texto y fotos: Carmen Osorio
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