Atrás Asturias o el otoño en 7 tradiciones inolvidables

2014-10-15 11:59:00.000

Asturias, donde el otoño también es conocido como la seronda, es un territorio proclive, por su cultura y su clima, a vivir intensamente esta época del año. El otoño asturiano es tiempo de recolección, de final de cosecha, de reminiscencias de matanza casera, del ‘aire de les castañes’, de fiestas rurales entre vecinos, amigos y familia, de hilanderas. Tiempo ancestral y actual a la vez. Es tiempo de mil colores, de sabores a tierra, de recuerdos de infancia, de fogones amables, de amigables hogares, de melancolías varias, de homenaje a los vivos y a los muertos… Tiempo activo e imborrable.

 

Les neñes y… les castañes tienen que ser asturianes: la “gueta” y el “amagüestu”

 

Castañas dentro de sus oricios (erizos).Parafraseando el dicho tan popular que dice que les neñes y les manzanes tienen que ser asturianes, podemos hacer un juego y decir, sin faltar a la verdad, que les neñes y les castañes tienen que ser también asturianes… Sobre todo por la calidad, cantidad y variedad de castañas que hay en los bosques de Asturias, por la importancia que este fruto ha tenido a la largo del tiempo en la alimentación doméstica y animal, y por la cultura que comporta todo el ciclo vital de este fruto.

Legendario es el ‘aire o airín de les castañes’, pues es un hecho habitual en esta época coincidente con la “caída” del fruto del árbol. Muchas historias se cuentan de este fenómeno metereológico, y de su influjo sobre las personas y su estado de ánimo. Es como una especie de ventilador de melancolía o de espontáneo paisajista que mueve las hojas secas de los caminos y caleyas, que acaricia los rostros, y que nos avisa de que es momento de “ir a la gueta”, que no es ni más ni menos que la recolección de la castaña, que se presenta ante nuestros ojos y manos con esos “oricios” tan característicos.

Y después de la “gueta”, el “amagüestu” o “magüestu” o “amagosto”, que no es otra cosa que un asado festivo y comunitario, para consumir frescas las castañas, acompañadas de la sincrónica y de temporada sidra dulce o del duernu. Fiesta, música, canciones, cortejo, comedia y alegría. Es el punto luminoso de un otoño, en el que las sombras ponen su contrapunto de misterio…

 

Esfoyaza o esfoyón, el gran fiestón

 

Si hubiera que definir la esencia de esta fiesta, podríamos decir que es una gran romería asturiana del maíz, que consistía en que un grupo de personas deshojan las mazorcas del maíz en casa de un vecino, y esta labor comunal, muy lúdica, terminaba a altas horas, combinando la conversación, los cantares, el jolgorio, el coqueteo, y como no, la gastronomía.

Escena típica de esfoyaza en una aldea asturiana.

Debido a la evolución de la vida rural, la esfoyaza es ya casi una rareza etnográfica, si bien en algunos lugares de Asturias se celebran en otoño fiestas donde se recrea esta antigua costumbre, que durante tanto tiempo iluminó y animó el otoño en las aldeas de Asturias.

 

¡A mayar la manzana!

Manzanas asturianas.

En ese universo recolector otoñal, la manzana - materia prima de la sidra – tiene también su momento y su protagonismo. La seronda es tiempo de apañar la manzana, y una vez recolectada, está listo para comenzar el proceso de elaboración de la bebida que más se identifica con el mundo astur. Empieza la molienda o el prensado, y así pasito a pasito, se genera uno de los tesoros gastronómicos de esta tierra. ¡Mayar manzana es toda una experiencia!

 

 

Cocinando el otoño a fuego lento

 

El amoroso lar de las abuelas es una imagen recurrente del otoño en Asturias. Esa eterna sensación de calor de hogar, de la lumbre iluminando las estancias, de la mirada perdida en el fuego de la chimenea de leña. El otoño aquí siempre se ha vivido y degustado a fuego lento, y las viejas recetas y hábitos culinarios no son una excepción. Esos hábitos de pobreza y subsistencia que hoy son una riqueza cultural y gastronómica que hace las delicias de propios y foráneos. Las castañas, no solo frescas sino en múltiples recetas; les casadielles, los frixuelos, o los platos de cuchara empezando por el clásico pote nos hacen encarar el invierno de otra manera: con dulzura, con reservas nutritivas y con imaginación en los fogones.

Frixuelos.

Casadielles

Es tiempo de otoño y una “fiebre” recolectora nos invade, haciendo honor a nuestras ancestros, y viene acompañada de multitud de festivales y fiestas gastronómicas que nos invitan a vivir la estación con un punto de alegría y emoción únicas…

 

San Martín, un sabroso “veranín”

 

Embutido asturiano en proceso de curación.Por San Martín, que cae a mediados de noviembre, concretamente el 11, suele haber un retroceso climático al verano, que en Asturias es muy típico, y es conocido desde antaño como el veranín o veranillo de San Martín. El calor en pleno otoño invita al paseo, a la fiesta, a la conversación, al disfrute colectivo de la gastronomía, y así es desde hace mucho tiempo… Además el veranín es el prólogo a los fríos invernales, a la matanza del “gochu”, a la elaboración de los riquísimos y nutritivos embutidos caseros que se dan por toda la geografía asturiana.

 

El filandón, ancestral tradición

 

Entre el abundantísimo patrimonio inmaterial de tradiciones que atesora Asturias está el filandón, reunión que se realizaba habitualmente de noche, después de cenar, aprovechando la ocasión para conversar, para la narración oral de cuentos o historias, al tiempo que se trabajaba en labores, y los participantes se sentaban en escaños o bancadas.

Hilandera.En la actualidad, ya no es fácil de ver, pero la gente asturiana es otro de los grandes patrimonios inmateriales de esta tierra, en la que tal vez nos podamos encontrar en algún rincón a una señora hilando, a alguien manejando un telar…, transportándonos a otro tiempo en el que la Humanidad cultivaba los momentos de solaz y amistad en torno a las labores cotidianas.
 

 

 

La misteriosa tradición de las ánimas


La seronda asturiana es tiempo de vivos y muy vivos, pero en su parte más misteriosa, más espiritual, tiene también una parcela de conexión con las sombras de la noche. El culto a las ánimas y a los muertos forma parte del imaginario social y mitológico de Asturias desde tiempos ancestrales que hunden sus raíces en rituales llenos de magia…, acorde con los escenarios que impone el paisaje, la vegetación, el alma del territorio…

Cementerio de la Carriona en Avilés.

El final del mes de octubre y el primero de noviembre son días de difuntos y, especialmente en las aldeas y pueblos, aún se pueden ver calabazas iluminadas - antigua tradición celta extendida por todo el Arco Atlántico -, que nos recuerdan que es tiempo de ánimas, de historias sobrenaturales, o de visiones espectrales como la Güestia, procesión nocturna, también conocida como la Santa Compaña, formada por almas en pena, que visten sudarios blancos y pasean llevando cirios o huesos encendidos, y entonan versos y plegarias. Es presagio de muerte. Esa muerte que está presente la noche de difuntos.

Para endulzar estos momentos, están los huesos de santo, que se venden en todas las confiterías…

Durante todo el otoño encontraréis fiestas, festivales y jornadas gastronómicas vinculadas a las tradiciones asturianas: ¡Todo en nuestra agenda!

 

 

 

 

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