“Con mucho rencor en su corazón abandonaron aquellas gentes la tierra de sus antepasados. Los “malditos” normandos les obligaban al exilio, única alternativa a la muerte segura…”
Ésta fue, sin duda, la breve historia de algún pueblo de pescadores del norte de Europa que, allá por el s.VIII, buscó una vida mejor y más segura en algún lugar de la costa cantábrica. Así nació Cudillero. El refugio perfecto. El “codo” oculto tras el acantilado. El lugar adecuado para echar el ancla, ajeno a miradas codiciosas. Sin duda, Cudillero sabe a fresco y a leyenda
Así creció este pueblo, cuyo anfiteatro - único en Asturias y marinero donde los haya - es especialmente llamativo por su configuración y por el colorido de las casas. Aún hoy continúa siendo el refugio ideal para una escapada. Lo tiene todo: ambiente, buenos restaurantes, paseos agradables, alrededores con “charme”…
Curadillo en Cudillero, y no es un juego de palabras

Efectivamente no es un juego de palabras. Es una estampa única e identitaria de esta villa donde en su barrio de pescadores aún hoy se pueden ver estos pequeños escualos secando a la puerta de las casas de los marineros. Son una señal de que allí habita una familia vinculada a la mar… Lo que fue una nutrición de supervivencia se ha convertido en un símbolo gastronómico y cultural de un pueblo que tiene su propio lenguaje, el “pixueto”, un histórico y curioso rasgo cultural también único…
Después de un paseo por la villa y de un buen “llantar” marinero con sabías recetas de la zona, podemos subir al faro y contemplar la costa, o acercarnos hasta el pueblo de El Pito y ver las Escuelas y el Palacio Selgas, ejemplos de la arquitectura y el espíritu de principios del siglo XX. Si lo que te apetece es continuar “costeando”, un lugar ideal es el
Cabo Vidío, donde además de unos espectaculares acantilados, disfrutaremos de unas inigualables vistas panorámicas de la costa occidental asturiana, única con sus brañas y sus verdes praderías hundiéndose literalmente en el mar, o mejor dicho, en la mar, que estamos hablando de Cudillero y los marineros la mientan siempre en femenino…
Las playas de la zona, como la Concha de Artedo o la del Silencio, son perfectas para escaparse del mundanal ruido...
Para completar el ejercicio de relax o de romanticismo, al caer la tarde o la noche, es muy reconfortante un paseo por el puerto, escuchando el sonido de las olas, para después cenar sabores y guisos marineros a la luz de la velas, y tomarse un digestivo o una copa al ritmo de sones astures.
Si vas a Cudillero, y ves un curadillo, ¡comparte la foto en nuestro perfil de Facebook!