A orillas del río Deva, en un escarpe rocoso que domina el valle, se abre la cueva de La Loja.
La cueva no destaca por sus grandes dimensiones, ni por su complejidad geológica. Se reduce a una plataforma que domina el río tras la que se abre un vestíbulo que da acceso a una larga galería, angosta en algunos puntos, que se pierde en las profundidades de la tierra antes de volver a comunicarse con el exterior.
La Cueva de La Loja fue dada a conocer como yacimiento prehistórico en 1914 y cuenta con un depósito arqueológico magdaleniense ya descrito en 1929 por el conde de la Vega del Sella. Al mismo periodo se atribuyen las manifestaciones artísticas trabadas en sus paredes. Se tratan de representaciones animalísticas: varios bóvidos y un caballo.