Atrás De sidras en Asturias: momentos para recordar y para volver a vivir
De sidras en Asturias: momentos para recordar y para volver a vivir
La sidra nos proporciona momentos memorables. Es un inmenso placer ir de sidras en Asturias.
Cualquier momento es bueno para ir de sidras en Asturias. Además la riqueza y variedad de manzana y de sidra es tal, así como los lugares donde consumirla, que estos momentos se multiplican y se elevan a memorables. Cada momento tiene su sidra, y cada sidra tiene su momento…No hay un momento igual a otro, y en cada ocasión la sidra sabe diferente…
Momentos en compañía, momentos de relax, risas con los amigos, reencuentros, tertulia, sentimientos a flor de piel, creaciones gastronómicas…La sidra es como sus texturas, versátil, adaptable y de amplio maridaje.
Ideal en el chigre, de terraza o en el restaurante
Si vamos a pasar un rato al chigre, o nos decantamos por una ambientada terraza, o bien preferimos una concurrida sidrería, o un coqueto restaurante, siempre procede poner una sidra en nuestra vida. Tal vez en el chigre o en la terraza lo más refrescante sea una sidra natural tradicional - para entendernos, la que se escancia y proviene de las variedades de manzana reconocidas por la DOP -. Pero si optamos por sentarnos en plan más formal con mesa y mantel de restaurante o sidra, también podemos optar por una sidra natural de Nueva Expresión, una espumosa o una brut.
De espicha con los amigos, de romería, de comida campestre o viviendo el “amagüestu”
La espicha es mucho más que una fiesta gastronómica típica. Es un espacio de encuentro y reencuentro, de conversación relajada, de música y canciones tradicionales…La espicha pide que el escenario sea el llagar, y una vez allí el mundo cambia de color y de sabor. La sidra natural ‘espalma’ a raudales, y combina a las mil maravillas con los quesos, con el embutido, con las empanadas, las tortillas, y también con los dulces…Combina con todo.
Pero en la espicha, aunque lo más tradicional sea degustar la sidra natural que se escancia, nada ni nadie nos impide disfrutar de una sidra de Nueva Expresión, de una espumosa, de una brut, e incluso rematar con la siempre novedosa sensación de una sidra de hielo. Todas las sidras están elaboradas con primor para consumir y disfrutar cómo y cuándo apetecen. Esa es otra inmensa ventaja del universo de la sidra: siempre está abierto a las sorpresas.
Por si fuera poco, Asturias debe ser uno de los pocos sitios del mundo donde al que va de romería no le pesa al otro día, ¿y eso por qué? Porque el entorno natural de la romería, en medio de un prado, con un paisaje maravilloso, y todo regado con sidra…pues la verdad, que es como el paraíso terrenal. Por eso no hay remordimiento…ni resaca. Eso sí, en la romería lo suyo es la gaita y la sidra natural…, y por supuesto una buena pandilla de amigos.
Si en vez de la multitud romera, elegimos una comida o merienda en plan más tranquilo, más en privado, Asturias es el espacio al aire libre más grande que imaginéis para disfrutar en privado, porque tiene miles de rincones inexplorados donde desplegar el ‘kit’ de comida campestre y gozar de la más absoluta y, a veces, ansiada, intimidad. Pues en uno de esos momentos, la sidra también es excelente compañía.
Pero no solo de romerías se alimenta la sidra, y no solo las romerías son las fiestas que se acompañan de sidra. Hay otras celebraciones típicas - muy estacionales porque se hacen en otoño -, que se llaman “amagüestos” en lengua asturiana, donde lo tradicional es celebrar con castañas y sidra del “duernu” o dulce. Se aprovecha el tiempo de recolección de la manzana, que cae por el mes de octubre, y el zumo natural de manzana que resulta de exprimir la fruta está riquísimo y hace una pareja perfecta con las castañas, que también se recolectan por esa época. Ancestral y típica celebración.
En la pomarada, de turismo rural, en plan gourmet, de cena romántica o para reponer fuerzas
Un fenómeno natural digno de ser visto es la floración del manzano, que se produce en primavera. Las pomaradas en flor son un espectáculo único por el colorismo y por la belleza del paisaje, así como por su dulce y embriagador aroma, y con la visita a una pomarada también combina a las mil maravillas un culín de sidra. Es más, se vuelve imprescindible. Es fascinante pensar en el ciclo de la vida y en cómo aquellas flores de vivos colores dan lugar a tan riquísima bebida.
Si nos vamos de turismo rural, y estamos tranquilamente en un hotelito o casa de aldea, tiene que haber un momento para degustar sidras, ya sea la natural tradicional o las otras variedades.
Si somos cocinitas y nos gusta jugar a verdaderos astur-chef, podemos ensayar con platos a la sidra, como los chorizos o la merluza- en plan clásico -, y en plan más innovador las creaciones se multiplican: con otros pescados y mariscos, carnes, quesos, postres, etc.
Lo mismo en una cena romántica, de esas con velitas para dos, aunque aquí tal vez mejor que sacar a flote el escanciador o escanciadora que llevamos dentro, encaja una Nueva Expresión, una espumosa o una brut, e incluso para impactar definitivamente, la de hielo.
Si estamos de ruta en la naturaleza, a la hora del picnic o de sentarnos a reponer fuerzas, la sidra es un reparador natural de primer orden. Y si lo combinamos con quesos artesanos asturianos o con un buen embutido de casa, eso ya es un verdadero lujo asturiano…
En la sobremesa, en la tertulia, de campeonato o en el museo
Momentos para las sidras son también la sobremesa de un almuerzo, o una buena y animada tertulia entre amigos - donde no pueden faltar dulces inspirados en la sidra, como los bombones y otras “llambionadas” -.
Si lo que nos va es ir de campeonato, pues también en el mundo sidrero los hay. Merece la pena seguir el de escanciadores, que se celebra por distintas localidades asturianas entre mayo y noviembre.
Por supuesto, la sidra tiene su museo, que está en Nava, y en cuya visita descubriremos muchos secretos y curiosidades de un mundo muy vivo y en constante evolución.
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