Atrás Villaviciosa o el encanto de los paisajes que contempló Carlos V
Villaviciosa o el encanto de los paisajes que contempló Carlos V
Un adolescente Carlos V arribó por azares del destino a Tazones en 1517. Era su primer viaje a España. Te invitamos a un recorrido por los paisajes de aquel episodio histórico.
Ocurrió hace quinientos años y parece que fue ayer, porque Villaviciosa mantiene tan vivo el recuerdo del desembarco del emperador Carlos V que un paseo por los escenarios de aquel episodio histórico nos transporta al siglo XVI…
Un adolescente Carlos V arribó por azares del destino y de los vientos a una costa asturiana completamente virgen y ahí empieza nuestra aventura histórica.
¿Te imaginas la ingenua mirada de Carlos V haciendo un barrido panorámico sobre Tazones, sobre la ría de Villaviciosa, sobre la playa de Rodiles, sobre la costa? Es probable que su primera impresión fuera similar a la de Cristóbal Colón cuando llegó al Nuevo Mundo…
En aquel entonces el Nuevo Mundo de Carlos fue Asturias y más concretamente Villaviciosa, de la misma manera que también lo será para ti, en este viaje que emprendemos para mostrarte los primeros paisajes que contempló Carlos V al pisar tierra española.
Tazones, la aldea imperial
Un rincón perdido que se asoma amablemente al mar. Así era aquella aldea portuaria llamada Tazones hace quinientos años.
Tazones ha sobrellevado con excelente salud e inmejorable aspecto el paso del tiempo. Sigue siendo un lugar medio escondido aunque hoy ya conocido por miles de personas, y por supuesto conserva intacta la impronta de autenticidad con la que se topó Carlos V.
Tazones es desde hace quinientos años una aldea imperial, por razones históricas, que afortunadamente nunca ha querido olvidar.
Un paseo por sus calles estrechas y empedradas te descubrirá viviendas muy antiguas de pescadores, con sus corredores de vivos colores y sus paredes encaladas en un blanco impoluto. Las ruinas de una antigua iglesia en lo alto del barrio de San Roque desde donde tendrás espectaculares vistas del pueblo. Pequeñas plazas engalanadas de flores y hasta algún que otro hórreo casi de la misma edad de Carlos V. Casas cubiertas de conchas, coquetas tiendas de artesanía y delicias gastronómicas, y como telón de fondo el sonido de las olas y el aroma marinero. Ese aroma que inunda los fogones de los restaurantes y tabernas a pie de puerto, donde el sabor del Cantábrico invade tu paladar.
Tazones es puerto y también playa, y además si te fijas bien o vas con el guía adecuado, podrás descubrir huellas de dinosaurio en el entorno de la playa. Y si de huellas hablamos, no te olvides de la del joven Carlos V, que cada año por el mes de agosto llega a Tazones acompañado de miembros de su corte, celebrando así una fiesta declarada de Interés Turístico.
Una ruta regia con vistas panorámicas
Cuando el joven príncipe de Gante y su corte pusieron pie en tierra asturiana, muy pronto los lugareños de Tazones se dieron cuenta de la importancia del momento que estaban viviendo, y enseguida procuraron la mejor hospitalidad a los recién llegados.
Todo apunta a que la ruta que siguió Carlos V hacia la vecina Villaviciosa fue a través del barrio de L’atalaya, en las proximidades de Tazones. Es muy fácil encontrar el desvío para adentrarse en este barrio, y atravesar la preciosa aldea de Liñero, para continuar por un camino – por el que pasan vehículos – que transcurre paralelo a la ría de Villaviciosa, y desde donde existen en distintos puntos del recorrido excelentes vistas panorámicas de todo el entorno natural de Villaviciosa y su ría, con el extenso y bello arenal de Rodiles como telón de fondo.
Esta sencilla ruta - entre el verdor de prados y pomaradas - te llevará hasta la iglesia de San Martín del Mar, un lugar idílico y muy tranquilo, donde podrás hacer una parada para disfrutar con la contemplación de la iglesia y de su tejo centenario.
Villaviciosa, el lugar ideal para el reposo de un joven príncipe
Las semanas de dura travesía desde Flandes seguramente habrían fatigado al joven Carlos y su corte. Por eso la Casa de los Hevia – aún hoy en el corazón del casco histórico maliayés – fue sin duda una excelente posada para tan ilustre e inesperado huésped.
La Casa de los Hevia - que hoy alberga, entre otros usos, la oficina de turismo - tiene sin duda un porte noble y una arquitectura palaciega que te traslada con facilidad a aquel momento. Además acoge en su seno una recreación de la estancia que ocupó Carlos V, con una cuidada ambientación de época.
Pero no es la única referencia de la estancia del adolescente Carlos en Maliayo. Un busto de Carlos V ocupa el centro de una plaza en el casco antiguo, rodeado de casas blasonadas y edificios principales, y acompañado también de una gigantesca palmera, que le da un aire de ultramar, como si fuese una simbólica metáfora de las amplias fronteras del imperio.
Villaviciosa es hoy en día un hervidero de viajeros, peregrinos, gentes llegadas de todas partes dispuestas a disfrutar de un bello casco histórico, siempre ambientado y perfecto para un tranquilo desayuno, un almuerzo asturiano, un vermú, una jornada de compras o lo que se tercie.
La Villaviciosa espiritual que hubiera fascinado a Carlos V
Aunque intensa, la estancia de Carlos V en Villaviciosa fue breve. Por esta razón, fueron muchos los lugares que no pudo conocer. Pero tú si puedes hacerlo, y puedes soñar con esa Villaviciosa que seguramente hubiese fascinado al joven Carlos.
Villaviciosa es una armónica combinación de suaves montañas y dulces valles donde no solo florecen los manzanos como si se tratase del jardín del Edén, sino también el Prerrománico y Románico, componiendo un itinerario de espiritualidad único.
Nombres como San Salvador de Valdedios, Santa María de Arbazal, San Andrés de Valdebárcena, San Salvador de Priesca, San Juan de Amandi, o San Andrés de Bedriñana forman parte de esa Villaviciosa rural y monumental que dialoga constantemente con la historia entre el verde de los montes y el azul del cielo.
Un monasterio de la envergadura de Santa María de Valdediós a buen seguro habría impresionado a Carlos V. Es un lugar perfecto para la contemplación, para la meditación, para el sosiego total, en el fondo de un valle frondoso e infinito que cuando lo miras comprendes al instante porque fue bautizado como el Valle de Dios. Y justo al lado del monasterio, ahí está el “conventín”, esa deliciosa iglesia prerrománica que es San Salvador de Valdedios.
No lejos de Valdediós está la iglesia románica de Santa María de Arbazal, en un tranquilo y panorámico paraje, al pie mismo del Camino de Santiago. A pocos kilómetros y siguiendo esta ruta espiritual, en la bucólica aldea de Vadebárcena te encontrarás la iglesia románica de San Andrés, en medio de un paisaje también de ensueño, muy asturiano, donde crece la hierba, viven árboles milenarios, y se mantienen en pie hórreos que tienen siglos.
Completando tan singular itinerario puedes acercarte hasta la iglesia de San Pedro de Ambás, ubicada en lo alto del valle del mismo nombre, impecablemente restaurada, y desde cuyo campo podrás contemplar unas increíbles vistas panorámicas.
Y así entre miradas a valles fantásticos, el rastro del Camino de Santiago, el embrujo del prerrománico y el románico, las pomaradas que miran a la ría y al mar, y el espíritu de un tal Carlos V que aún parece deambular por Villaviciosa, quedarás completamente seducido por una tierra que ofreció lo mejor de sí misma a un emperador y que hoy te lo ofrece a ti.
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