Atrás Recorriendo la senda costera Castello-Porcía
Recorriendo la senda costera Castello-Porcía
La senda costera Castello-Porcía recorre el litoral del concejo de El Franco, en el occidente de Asturias, de punta a punta, y es un paseo ideal para los amantes del senderismo.
La senda costera Castello-Porcía recorre el litoral del concejo de El Franco, en el occidente de Asturias, de punta a punta.
A lo largo de sus 13 kilómetros, esta ruta guía a los caminantes por una costa abrupta repleta de miradores, cascadas que se desvanecen sobre el mar, pueblos marineros de pasado ballenero y antiguos poblados erigidos al borde del acantilado.
Los paisajes de carácter indómito agitados por las olas y el viento son los protagonistas durante este recorrido, uno de los tramos costeros menos transitados y más desconocidos de la región.
¿Te apetece descubrir todos los secretos que esconde esta travesía por el occidente asturiano? ¡Vamos a ello!
Todo lo que necesitas saber antes de calzarte las botas
La senda costera Castello-Porcía es una pequeña parte del Sendero de la Cornisa Atlántica, un recorrido europeo de alrededor de 5000 kilómetros (catalogado bajo las siglas GR E-9), que parte del Cabo de San Vicente en Portugal y llega hasta Estonia (o viceversa).
En concreto, este tramo forma parte de las etapas 26 y 27 del GR 204 (aunque no en su totalidad), que recorre la costa asturiana de extremo a extremo.
La ruta es fácil, sin ninguna dificultad técnica aparte de alguna cuesta pronunciada, y no tiene más peligro que la cercanía del acantilado en algunos tramos, y su transcurso por asfalto en otros.
Tiene una longitud de 13 kilómetros, una duración de 4 horas aproximadamente, un desnivel positivo de 266 metros y el recorrido es lineal.
Es importante tener esto en cuenta ya que una de las primeras decisiones que tendrás que tomar es si la haces solo ida, o si la haces ida y vuelta. En el primer caso habrás de contar con dos coches. En el segundo habrás de tener en cuenta que la longitud total del recorrido será de 26 kilómetros y la duración de unas 7 u 8 horas.
Las pistas son anchas y con buen firme, excepto algunas partes más pegadas al acantilado en las que la senda se estrecha. Durante el transcurso de la ruta iremos alternando la costa de acantilado alto con una rasa más baja hacia la parte más occidental.
Por todo ello, y en caso de disponer de dos coches, es una buena opción para hacer con niños no muy pequeños, para portear o incluso para hacer con una sillita, apta para terrenos irregulares.
¡Ah! Si lo tuyo es pedalear también puedes hacerla en bici, aunque algunos tramos son muy empinados, y probablemente tendrás que subirla a cuestas. Sin embargo, es precisamente por las rampas pronunciadas y por los pasos estrechos por lo que, desafortunadamente, no es apta para personas con movilidad reducida.
¿Vas a hacer la ruta acompañado de tu perro? Ten en cuenta que aunque el agua salada está presente a lo largo de todo el recorrido para que chapoteen y se diviertan, no hay demasiada disponibilidad de agua dulce para beber. Solo la encontrarás en un par de riachuelos y fuentes.
Recuerda además que en verano el acceso con perros a las playas junto a las que transcurre la ruta está prohibido. Excepto a la playa de Cambaredo, que está habilitada durante todo el año para ellos.
Descubriendo la costa de El Franco a través de la senda Castello-Porcía
Pese a que la senda costera Castello-Porcía es lineal y se podría hacer en ambos sentidos, en este caso la recorreremos desde el aparcamiento de la playa de Castello hasta el de la playa de Porcía.
La ruta comienza en subida por la parte oeste de la playa de Castello y pronto se dirige hacia el mirador de la playa de Cambaredo, a la que se puede acceder con perros durante todo el año.
Tras él, hay un área recreativa bastante espaciosa con varias mesas, y presidida por la obra “Ventana”, del escultor Ernesto Knorr.
Caminaremos bordeando el acantilado, y poco después sobrepasaremos la playa de Pormenande, donde hay otras dos áreas recreativas ¡incluso una con columpios!.
Ya no queda nada para llegar a una de las joyas de la corona de esta ruta: el pueblo marinero de El Porto/Viavélez, un antiguo puerto ballenero ubicado en una pintoresca ensenada.
Pero antes de recorrer sus serpenteantes y empinadas calles puedes acercarte hasta el Palacio de Jardón (o Villa San Jorge), una gigantesca casa indiana construida entre 1914 y 1917. Aunque tendrás que desviarte unos metros de la senda, localizarlo será sencillo si estás atento, ¡porque su tamaño es llamativo!
Pasaremos junto a las antiguas escuelas, cuya construcción fue financiada por los indianos Eduardo Jardón (sí, el mismo del palacio) y Máximo Santamarina. Datan de 1917 y en ellas se mezcla el estilo neoclásico con el colonial.
Un poco más adelante, tras dejar atrás los almacenes de pescadores, tendrás por fin ante ti una preciosa panorámica de El Porto/Viavélez, con sus fotogénicos espigones custodiando la bocana del puerto.
Justo antes de adentrarte en el pueblo, a mano derecha, está el mirador de La Atalaya, con una mesa de merendero perfecta para comer. Desde allí podrás imaginar el trajín que debía tener hace años este acogedor pueblo, bañado por las aguas del río Vío y del mar Cantábrico.
El Porto/Viavélez puede presumir además de haber visto nacer a una de las franquinas más ilustres, la escritora Corín Tellado (1927-2009). De hecho, como no podía ser de otra forma, hasta la calle donde se sitúa la que fuera su casa, lleva su nombre.
Para continuar con la ruta tendrás que atravesar el pueblo de un extremo a otro, bordeando toda la ensenada, hasta llegar a una cuesta muy pronunciada que sube hasta un mirador. Allí se encuentra la escultura “Litoral”, también de Ernesto Knorr, y que refleja el carácter luchador de este pueblo y sus habitantes.
A aproximadamente 1,2 kilómetros de allí, verás un pequeño desvío a la derecha que bordea un estrecho canal. Puedes recorrerlo durante unos metros si te apetece, y después volver tras tus pasos. Merece mucho la pena, y además si vas con perros es perfecto para que se den un chapuzón.
Poco después comienza un pequeño tramo de asfalto que transcurre por los alrededores del pueblo de San Pelayo. Pasaremos por la ermita de San Pelayo, señalizada con la característica cruz de Santiago, que indica que por allí discurre el Camino de Santiago de la costa.
Uno de los enclaves más sorprendentes de la senda costera Castello-Porcía es el que transcurre por los alrededores de las playas de Monellos y Torbas. Realmente hay que salirse un poco del recorrido principal (300 metros más o menos), para disfrutar de este bucólico rincón dominado por el molino Ribeira de Torbas.
Aunque para seguir con la ruta oficial tendríamos que volver tras nuestros pasos, existe también la posibilidad de bordear la costa en dirección oeste hasta llegar a Cabo Blanco. Es un tramo corto pero que merece mucho la pena por la belleza del paisaje, tan agreste y feroz.
Sin embargo, atajando por allí nos perderíamos un paseo precioso que nos conduce, entre eucaliptos, hacia Valdepares. Este camino bordea el muro con torres almenadas de la Casa del Cerradín, para luego llevarnos hasta la carretera, donde te puedes desviar unos metros a la izquierda para visitar los exteriores del Palacio de Fonfría (s. XVI).
El camino continua por la derecha en dirección al cementerio, y es precisamente a partir de aquí donde comienza otro de los trechos más guapos de la senda costera Castello-Porcía, el que transcurre por los alrededores de Cabo Blanco.
Cabe decir que, tanto si decides bordear la costa como si prefieres acercarte hasta el palacio, habrás acertado porque las dos opciones son dignas de recorrer.
La punta de Cabo Blanco alberga los restos de un castro que estuvo habitado durante los siglos I-II d.C. Aunque las últimas investigaciones revelaron que pudo haber estado ocupado ya con anterioridad, desde los siglo VIII-VI a.C.
El castro ocupaba la pequeña península del cabo y se extendía tierra adentro. En las partes más altas tuvo hasta 4 metros de altura y contaba con varios fosos. Uno de ellos es muy llamativo, y se puede ver fácilmente como una cicatriz que marca la separación entre la zona continental y el comienzo del cabo.
Muy cerca, si seguimos por la senda, llegaremos a un mirador que da a la parte oeste del castro. Caminando un poco más llegaremos al mirador da Talaya, en la punta del mismo nombre.
Ambos balcones hacia el mar Cantábrico son perfectos para avistar aves como gaviotas y cormoranes. También algunas migratorias, ¡e incluso cetáceos si se tiene la suficiente paciencia!
Y sí, la cosa va de miradores por aquí, ya que justo antes de empezar a descender por el último trecho de la ruta, nos encontraremos con el mirador de la playa de Porcía.
Desde aquí aún se pueden ver, en los acantilados que la bordean, los restos de un viejo embarcadero de mineral de hierro. De hecho, en 1929 un carguero holandés (el Valkenburg) naufragó frente a esta playa, con más de 3000 toneladas de hierro a bordo.
Es de ahí precisamente de donde proviene la leyenda de “A pedra imán”, de la que dicen que atrae las descargas eléctricas durante las tormentas. ¿Verdad? ¿Mito? Por si acaso, yo que tú, me mantendría alejado de la playa de Porcía en días de temporal...
El estuario de la playa de Porcía marca no solo el límite entre los concejos de El Franco y Tapia de Casariego, sino también el final de nuestra ruta.
Si has elegido hacerla ida y vuelta solo tendrás que deshacer lo andado. Pero, espera. Antes de dirigirte al aparcamiento o reemprender la marcha, date una tregua y disfruta de las vistas y del entorno por un rato más. Porque tienes ante ti uno de los pedazos de costa más hermosos de todo Asturias.
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