Retour El Angliru, dureza y belleza sobre la bici
El Angliru, dureza y belleza sobre la bici
Asturias es una de las zonas más deseadas por los amantes del ciclismo. Aquí, en El Angliru, un lugar de inmesa belleza, te invitamos a que cojas fuerza, aire y aprietes tus pedales para ascender a este coloso. La meta te espera.
El Principado de Asturias puede presumir de muchas cosas, entre ellas de ser siempre decisivo para dilucidar el ganador de la Vuelta Ciclista a España. Hoy desde mi bici quiero acercaros a un puerto mítico, de los que ya forman parte de la historia en el deporte, el Angliru. La primera vez que se dio a conocer fue en el año 1999, concretamente en la 8ª etapa de la ronda española. Yo aún no era ciclista profesional y permanecía expectante ante el televisor, sin perder detalle, escuchando al gran Pedro González. El ovetense narraba de manera magistral, junto a Pedro Delgado, la primera ascensión a la cumbre asturiana. Una pared, un cortafuego asfaltado, no van a poder subir, la rueda patinará si llueve…esos eran los comentarios de los aficionados los días precedentes a la carrera. Claro que consiguieron ascender, eso sí, retorciéndose sobre sus manillares. El pelotón internacional catapultó a la fama a este coloso tras una etapa épica. El abulense Chava Jiménez, tristemente fallecido, se alzaba con la victoria por delante del ruso Pável Tonkov.
El español conseguía rebasarlo en los últimos metros y alzar los brazos al cielo, casi rozándolo, bajo una niebla que apenas dejaba ver. Mi paisano y amigo Chechu Rubiera, conseguía una magnífica 8ª posición en la etapa. Yo lo he subido en varias ocasiones, la última en la Vuelta del año 2008 al lado de Valverde y Purito como lideres. Hoy me toca subirlo tranquilo, disfrutando del paisaje, deteniéndome para que nada se escape a mi retina. Para los que no entendáis demasiado de ciclismo, os comento un par de aspectos que os vendrán fenomenal para poder ascender de manera más cómoda. No sé si cómoda es el término exacto, porque una ascensión así no admite una palabra de ese tipo. El plato pequeño (situado en la parte delantera) y el piñón grande (situado atrás en la rueda) es lo más importante a la hora de subir un gran puerto. Cuantos más dientes tenga el piñón y menos dientes el plato, menos nos costará pedalear, podremos llevar más cadencia. Por tanto, si no eres muy experto, una mountain bike es perfecta, ya que estas bicis tienen grandes desarrollos. Si llevas bici de carretera un compact será tu mejor aliado, para salvar las duras rampas. Después de esta pequeña aclaración os comento que en unos días los profesionales del pelotón internacional, durante la Vuelta ciclista a España, ascenderán el Angliru. Siempre digo que soy afortunado de conocer la alta velocidad a la que se rueda en un pelotón de élite y lo distinto que es pedalear sin competir. Todo tiene su momento y ahora el mío es el de subir sin escuchar órdenes por el pinganillo, únicamente escuchando el sonido de la naturaleza, el del paraíso, ese que a veces es mudo pero te llena. Un año más, como os decía al principio, Asturias ha sido importante en La Vuelta a España. La penúltima etapa terminó en el Angliru y con una victoria del gran Alberto Contador. No la olvidaremos, Alberto deja el ciclismo profesional a finales de este año y esta seguramente haya sido su última victoria. Os invito a que después de leer este post lo visitéis, la Vuelta es una buena ocasión, sin duda. Los ciclistas en competición valoramos mucho el aliento del público y más a esas alturas de carrera. El ambiente es magnífico, único, no es lo mismo vivirlo allí a pie de asfalto donde casi te llega el sudor de los ciclistas a su paso. Lo hagáis cuando lo hagáis, no olvidéis disfrutar de un entorno único, diferente, Angliru es mucho más que un puerto.
De camino a las primeras rampas me detengo en Santolaya. Doy una vuelta despacio y tranquilo por sus estrechas calles entre casas, estas adornan sus paredes empedradas con preciosas flores.
Creo que la gente que adorna de manera tan linda sus casas muestran a los que por allí pasan, en este caso yo, su alegría por vivir en un lugar para ellos agradable. Es solo una percepción, una creencia que yo tengo, pero que me apetecía compartir. Me detengo en la Iglesia de Santolaya de origen prerrománico y fundada en el siglo IX. La cuidada vegetación me da la bienvenida y observo, cuando consigo distraer mi mirada del verde, inscripciones y grabados tallados en la puerta principal.
Continúo mi camino hasta la capital del concejo de Riosa, La Vega. Ahí nace el Angliru, pero antes y para tomar aliento observo parte de su historia y me paro a tomar un café, con hielo, el calor aprieta. Después de una cuesta corta pero intensa llego hasta la Parroquia de la Vega, que data del año 1956. Aprovecho sus columnas para disfrutar de la sombra, en la ascensión no voy a tener esa oportunidad.
Prosigo la carretera que me aleja del comienzo de la ascensión y me tengo que detener. No, no he sufrido un pinchazo, ni una avería en el cambio…observad las fotografías y entenderéis el motivo de mi parada.
Desciendo de nuevo hacia La Vega, se acabaron las contemplaciones, toca subir, a eso he venido ¿no? Una curva a la izquierda anuncia el comienzo. El panel informativo que homenajea a los últimos vencedores en la dura ascensión, preside el comienzo. Chava, Simoni, Heras, Contador, Cobo o Elissonde tienen el privilegio de haber cruzado esa línea de meta en primer lugar y yo la suerte de haber compartido subida con alguno de ellos. Eso sí, un poco más atrás y más tranquilo después de mi trabajo durante la etapa.
Dicen que a veces no es bueno conocer lo que te espera, yo ya lo conozco, pero creo que siempre ayuda a dosificar las fuerzas. El Olimpo del Ciclismo, poco más que decir. Casi 13 kilómetros, una pendiente media del 10,13% y rampas con hasta el 23,5%. El cartel informativo se olvida de decirnos que si no estás compitiendo debes disfrutar la belleza de la ascensión. Imagino que no lo han puesto porque si la tuviéramos que valorar en porcentaje, como el desnivel de la subida, escaso se nos quedaría el espacio para escribir.
La primera parte sin grandes desniveles, pero muy corta. Me gusta ver los pivotes informativos del tramo que atraviesas, algunos invadidos por la vegetación, te ayudan mucho. Te recomiendo que comiences suave, tranquilo e intentes coger un ritmo. En el Teleno comprendo por qué el muñequito que simula al ciclista siempre está apuntando al cielo, hacia allí nos dirigimos.
Durante la ascensión me cruzo con muchos ciclistas y no demasiados vehículos, pero aún así nunca pierdas la atención. No te quites el casco aunque sea tramo de subida. Llegamos a un área de descanso y vuelvo a coger aire, cada vez se empina más la carretera. Al fondo intuyo por donde transcurre la carretera, nos espera la Cuesta de Las Cabras. En ella el máximo desnivel de la ascensión, la parte más espectacular, un tramo que hace dudar que una bici pueda rodar por allí.
Lleva desarrollo suficiente, no te quedes corto, no es de dominguero poner un gran piñón en la parte de atrás, es de inteligente como te comentaba al principio. Prosigo no sin antes ver todo lo ascendido hasta el momento, impresiona. Te das cuenta del desnivel que vas acumulando a medida que pasan los kilómetros, abajo se divisan pueblos minúsculos. Coge tu bidón, saca una barrita y disfruta de ella. Más tarde tendrás tiempo de comer algo más suculento y apetecible en alguno de los restaurantes de la zona. Pero ahora lo agradecerás y en concreto tu estómago. Parece que tengo que continuar, está abierto, no nieva, no hay excusa, el clima es fantástico.
Agarra fuerte el manillar y empuja tus pedales con fuerza, no es fácil inscribir esta cima en tu palmarés. Aprieta los dientes, ¿pensabas que solo era complicado para los profesionales durante la competición?, también nosotros nos deberemos de esforzar para poder decir: “yo subí el Angliru”.
Recuerda esos momentos que has vivido frente al televisor en alguna ocasión, tal vez tú que me lees lo hayas vivido “in situ”. Ahora entenderás lo importante que es el público cuando estás esforzándote de esta manera. La Cuesta de las Cabras son 500m con un 23,5% de máxima y un 18% de mínima. Has pasado lo peor, ya estamos casi arriba, pero guarda energía para dos últimas rampas denominadas: El Aviru y Las Piedrusines. La cima tiene un detalle con todo aquel que la corona y sus últimos metros, los que te dirigen a la meta, son en ligero descenso. ¿Piensas que no hay podio para ti?, estás equivocado. Detente y observa las vistas, respira profundo, bebe agua de tu bidón, estás arriba, has coronado uno de los puertos más exigentes del mundo, enhorabuena. Después de un buen descanso, no tengas prisa, comienza el descenso. Párate cuando veas un buen paisaje para disfrutarlo, ten en cuenta que a medida que pasan los kilómetros de la bajada vuelves a la realidad, desciendes al día a día. Tus frenos y llantas agradecerán esas paradas. Es tan fuerte la pendiente que se calientan con riesgo de “reventón” de cámara o deformación de llanta. Esto es el Angliru, mucho más que un puerto de montaña, una subida que jamás olvidarás.
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Textos y fotos: Luis Pasamontes
@pasamontesluis
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