Que Asturias es un verdadero paraíso rural salta a la vista. Para que lo disfrutes, aquí tienes doce escenas de aldea, que te harán vivir y soñar al mismo tiempo.
Que Asturias es un auténtico paraíso rural salta a la vista, y ello resulta un verdadero placer para tus cinco sentidos y tus miles de emociones.
Porque los pueblos y aldeas de Asturias emocionan, te hacen vivir en una constante vibración positiva, saludable, de conexión con el planeta, con la Humanidad.
Asturias cumple la máxima de que la vida rural es fuente de salud y bienestar físico y mental, y podrás comprobarlo en cada momento que te aproximes a este universo.
Los pueblos de Asturias, seas habitante o visitante, rural o urbanita, vengas de donde vengas y vayas a donde vayas, son ese refugio perfecto, a veces buscado, a veces inesperado, pero siempre gratificante.
Cientos y cientos de aldeas, de parajes, de rincones, de paisajes, de paisanaje, miles de escenas increíbles, humanas, que rezuman historia, vida, costumbres, hábitos repetidos durante siglos, y mucha, mucha sabiduría popular, aplicable a nuestra vida cotidiana, para aportar ese plus de calidad y calidez que lo hace todo más fácil y agradable…
Hórreos y paneras, arquitectura popular y palaciega, iglesias y capillas, lavaderos, miradores, esquinas o ventanas que son testimonio de un estilo de vida y son la puerta de un nuevo paisaje…
Y esas tertulias que resuenan en todo el valle, o el sonido del ganado y sus esquilas, los gatos dormitando a la puerta de un hórreo, las madreñas que se amontonan en la entrada de las casas, de esas casas de pueblo que huelen y saben diferente…
Y las vistas desde el pueblo, con horizontes que se encuentran con valles, ríos, bosques, montañas y otras aldeas… y esos rincones únicos, donde se elabora un queso, se cría un gochín celta, pasta una vaca de raza asturiana o pasea su pedigrí un pitu de caleya.
Lo apacible de los caminos, de los amaneceres tempraneros y de los atardeceres que transforman los pueblos en decenas de luces que decoran artísticamente el paisaje…
La vida de aldea es una buena vida, añorable y añorada, tan real que abre la puerta de los sueños.
¡Aquí tiene 12 escenas de aldea, 12 momentos que te harán vivir y soñar a un tiempo!
Tertulias de aldea, ese tiempo que nunca es perdido
El tiempo en los pueblos de Asturias cobra otra dimensión. La dimensión de una tranquilidad que parece no tener fin, la dimensión de la memoria de siglos resumida en un puñado de sencillas costumbres, de saludables hábitos repetidos, que en vez de producir la sensación de cansancio, te generan una inmensa satisfacción…
Y es en medio de ese tiempo y ese espacio como tocado por la magia, donde los paseos y las tertulias, a la puerta de casa o en la caleya, se convierten en momentos únicos, casi en un ritual del que no querrás prescindir y querrás participar como uno más, con tus opiniones, sensaciones y anhelos.
Rincones y momentos inolvidables
Si algo tienen las aldeas de Asturias son rincones. Muchos y variados. Sorprendentes, acogedores, tiernos, aleccionadores. Que te dan ganas de acurrucarte, de quedarte allí un buen rato, o simplemente de sonreír con complicidad.
Es muy fácil encontrar espacios y momentos impactantes a la par que amorosos en los pueblos: ese hórreo que exhibe la cosecha o donde un gatín reposa ajeno al resto del mundo, la fuente que mana agua fresca y cristalina, los ancianos sentados a la puerta de sus casas que cuentan historias que parecen sacadas de la mejor novela…
El encanto de las capillas rurales
No hay un pueblo en Asturias sin su lugar de culto. Son esos lugares totémicos, como mágicos, que durante siglos y siglos han estado ahí, alentando la vocación metafísica de los pobladores del lugar.
En cada aldea, una capilla, una ermita, un crucero… Siempre espacios y símbolos de espiritualidad, bajo advocaciones diversas a vírgenes, santos o mártires, con su texu al lado. Hay capillas palaciegas, ermitas que miran al mar o a la montaña, algunas animan a los peregrinos jacobeos, otras dan cobijo a los deseos de propios y foráneos.
Pero todas tienen un plus de bonhomía rural, que tanto autóctonos como visitantes saben apreciar.
Pitos en la caleya, un ejemplo de vida saludable
Si existen personajes míticos en las aldeas de Asturias, esos son los pitos de caleya. Son esos pollos de vistoso plumaje, que pasean orgullosos su robusta anatomía, adquirida a base del entrenamiento diarios haciendo kilómetros de caleya, de sube y baja por un terreno a veces escarpado, con desniveles, acorde el paisaje propio de muchos pueblos en Asturias.
Los pitos de caleya han alcanzado un rango épico, al ser fuente de inspiración para pintores, fotógrafos, aventureros, viajeros de todas las latitudes, y por supuesto, amantes de la buena mesa.
Vistas que enamoran
¡Ay las vistas! Las vistas de muchos pueblos de Asturias son tan bellas, que deberían ser Patrimonio de la Humanidad. Y es que casi todas las aldeas, cuando te encaramas en la parte más alta, tienen maravillosas vistas, ya sean al valle, hacia las montañas, hacia el río, hacia el bosque, hacia las aldeas vecinas, e incluso, las que están muy altas, tienen preciosas vistas hacia el cielo, y en ellas tendrás la sensación de que casi puedes acariciarlo.
Son vistas prodigiosas, que enamoran, y que se enseñan mucho de los paisajes y de la cultura de las personas que los habitan.
Momentos de recolección, fuente de vida y amistad
Por supuesto, las aldeas asturianas no solo son fuente de vida y salud por ser lugares tranquilos y bellos, sino porque en ellas podrás vivir experiencias y conocer actividades como la recolección, que te permitirán conectar con la naturaleza, conocer mejor, y de esta manera, amarla y respetarla.
Especialmente en el otoño, son muchas las frutas y los frutos que podrás recoger: manzanas, patatas, castañas, setas, etc. Y con ellas aprenderás el arte de elaborar sidra, mermeladas, jabones y muchos otros productos, tan ecológicos como sostenibles y saludables.
La recolección es un momento para convivir, para profundizar en la amistad, y para aprender divirtiéndote.
Quesos que saben a gloria
Los quesos artesanales de Asturias figuran entre los más afamados, sabrosos y nutritivos del mundo. Todos ellos tienen muchos siglos de historia y algunos siguen elaborándose como en plena Edad Media.
Los quesos asturianos son una sabia y equilibrada mezcla de una depurada técnica, extremo cuidado y mimo, buenos pastos y ganado puro y excelente, un paisaje excepcional y un paisanaje volcado en su elaboración.
De una, dos o tres leches, y con distintos tiempos y procesos de maduración, una de las escenas más auténticas en las aldeas de Asturias es la de los ganaderos-queseros preparando sus quesos que, habitualmente, saben a gloria y tienen amplios maridajes…
Todo en palacio va despacio…
Los palacios y casas blasonadas son parte esencial de ese paisaje con figuras y arquitecturas que tan a menudo se conjuga en los pueblos asturianos.
La arquitectura civil de Asturias es una muestra del arte medieval, renacentista, barroco, dieciochesco o romántico. Siglos de historia y vida que han llegado hasta hoy, y que añaden un toque diferente a las aldeas, siendo un exponente de la cultura y estilo de vida de otro tiempo.
Lugares imponentes por su belleza, su sobriedad, su sentido de la proporción, sus detalles, o los sitios en los que se ubican.
La quietud y el silencio son en la actualidad sus compañeros, solo rotos por las visitas o la presencia de sus propietarios. Su ritmo vital te dice que todo en palacio va despacio y con mucha tranquilidad.
Cuando los lavaderos animaban los pueblos
Hubo un tiempo no tan lejano donde los moradores de los pueblos de Asturias, y especialmente las moradoras se reunían en torno al agua y los lavaderos para hacer la colada.
Era un tiempo menos mecanizado y tecnologizado, donde el tiempo parecía transcurrir más pausadamente, y donde la convivencia humana era más estrecha…
Los lavaderos de los pueblos de Asturias, muchos de ellos magníficamente restaurados, son parte de ese patrimonio tangible e intangible de lo que significó una forma de vida ya extinguida, y que hoy llega a tu mirada para transportarte a un pasado que se antojará idílico.
Y de pronto… el arte prerrománico
Los pueblos de Asturias son un gran caudal de descubrimientos. Una especie de inmenso torrente de sensaciones, donde el arte, la arquitectura y la historia a menudo juegan un papel crucial.
Por ello no es de extrañar que en medio de una aldea, en el fondo de un valle, en lo alto de una loma, en la ladera de una montaña, o a la mismísima orilla de un río, por poner algunos ejemplos, se ubiquen verdaderas joyas arquitectónicas de alto valor histórico.
Las iglesias prerrománicas no son una excepción, sino todo lo contrario, y constituyen uno de los grandes atractivos de la Asturias rural.
Amanece y la belleza se multiplica…
Todo los que lo hemos experimentado lo sabemos: una de las sensaciones más intensas y guapas es amanecer en un pueblo de Asturias.
El canto de los gallos anuncia un nuevo día, las luces del amanecer se proyectan sobre las montañas o sobre la mar, las nubes dibujan el cielo como si de un lienzo se trata, todo vuelve a la vida tras el descanso nocturno.
En definitiva, el amanecer multiplica la belleza…
La noche y sus misterios
Cae la noche y las aldeas recobran esa quietud y silencio que les añade un punto más de serenidad e incluso de misterio…
Las luces son un vestido nuevo para el pueblo, que en ese momento adquiere un aspecto distinto, con sus farolas encendidas y las luces que se ven en las ventanas de las casas.
La arquitectura, iluminada en medio de la noche, rezuma una serena belleza bien distinta a la del día.
Todo y todos descansan y duermen, hasta la madre naturaleza.
¡Los pueblos de Asturias llenarán tu retina de escenas especiales y tu corazón de emociones positivas! ¡Si te ha gustado este post, compártelo en tu Facebook!
Abonnez-vous à notre newsletter et profitez d'offres, de réductions et de nouveautés
S'abonner