Atrás Las 10 mejores cosas que ver y hacer en Cudillero

Las 10 cosas más interesantes que ver y hacer en Cudillero
El concejo de Cudillero, por sus paisajes, su legado cultural y sus gentes, es un lugar fascinante del occidente de Asturias. ¡Aquí te sugerimos 10 de las mejores cosas que ver y hacer allí!
La variedad de sus paisajes, la singularidad de su paisanaje y su gran legado cultural convierten el concejo de Cudillero en un lugar fascinante del occidente de Asturias.
Cudillero es fiel reflejo del alma orográfica de Asturias, y en sus casi cien kilómetros cuadrados dibuja geografías de ensueño en forma de brañas y montañas, que descienden ávidas hacia los valles y hacia una costa rocosa, de potentes acantilados, de oleaje bravo y calma chicha, refugio del marisco más sabroso y de los más apasionados y expertos marinos.
Adorables vistas panorámicas, ermitas de arraigadas devociones, arquitectura indiana, palacios de aires versallescos, la ruta jacobea a pie de costa, pescados y mariscos que te miran a los ojos, el anfiteatro más colorista del mundo, tradiciones gastronómicas como el curadillo, fiestas únicas como L’Amuravela, faros que se asoman sin miedo a la mar océana como el de la villa de Cudillero o el de Vidio, leyendas que desatarán tu fantasía, un ambiente marinero que desgrana historias de siglos … Todo en Cudillero te resultará envolvente y seductor, con ese punto de magia y de misterio que solo tienen los lugares tocados por las deidades.
Un lento y dulce paseo por el concejo de Cudillero y por la villa pixueta te desvelará algunas de las mejores cosas para ver y hacer en este trocito de Asturias… ¡Aquí te sugerimos 10!
Disfruta de una villa invisible
De todas los pueblos marineros del Cantábrico, Cudillero es la única que no se ve ni desde tierra, ni desde la mar, al estar ubicada en un recodo natural que le confiere esa condición de invisible y por tanto misteriosa. Esto quiere decir que para que contemples Cudillero tendrás que estar dentro, y una vez allí el espectáculo te resultará asombroso…
Un puerto pesquero lleno de sabor, un pueblo que se descuelga casi en vertical por una ladera entre dos colinas componiendo un anfiteatro único de vivos colores, un ambiente cosmopolita donde escucharás varios idiomas en pocos metros, terrazas, restaurantes y sidrerías ambientados en cualquier época del año, la capilla de El Humilladero, la iglesia de San Pedro… son algunas de las señas de identidad de una villa llamada pixueta, y que es tan singular, que hasta tiene su propio lenguaje.
Cudillero, surcado en sus entrañas por dos ríos, el de Santantón y La mimosa, es como una especie de balsa flotante que se hace a la mar, que es su verdadera esencia. Todo en Cudillero sabe a mar, huele a mar, suena a mar… Murales, redes, timones, flotadores… todo son señales inequívocas de que has llegado a un territorio marinero de rotunda identidad.
Callejea por el anfiteatro más colorista del mundo
Uno de los supremos atractivos que te ofrece la villa de Cudillero es la posibilidad de callejear, de perderte literalmente por sus muchos rincones y recovecos. Descubrirás escaleras sin fin, pasadizos, balcones, miradores, viviendas de pescadores de vivos colores… en cuyos soportales podrás encontrar algún curadillo - pequeños escualos que secan o curan en las terrazas, ventanas o balcones, para consumir en tiempos de “envernada” o de vigilia -.
Si te adentras en el anfiteatro y sigues los peces azules que hay pintados en el suelo, irás zigzagueando hasta lo más alto, y a medida que ganas altura, tendrás diferentes puntos de vista de Cudillero. A medida que asciendes, el rostro de la villa pixueta va mudando, es como si tuviera mil caras, y te perderás entre sus tejados, con la música de fondo de las olas del mar y el canto de las gaviotas. Observar el anfiteatro desde dentro del anfiteatro es una experiencia increíble, es como desentrañar algunos misterios de Cudillero…
Camina de mirador en mirador para inspirarte mejor
Una vez que estás en la villa pixueta, y has recorrido su puerto, sus calles, su arquitectura, sus terrazas, sus tiendas, y has descubierto el encanto de su ambiente y de sus gentes, es el momento de disfrutar de las vistas de sus miradores, que circundan e inundan Cudillero, ofreciéndote las mejores panorámicas de este lugar recién aparecido antes tus ojos como por arte de magia.
Hay tres lugares que no puedes perderte. Uno de ellos es el mirador de La Garita, ubicado en el lado este del anfiteatro, y desde donde en un vistazo contemplarás el faro, el puerto y la villa. Otro es el mirador de “El Picu”, justo en el corazón pixueto, y otro es el de la Casa del Fuego, en la parte oeste de Cudillero. Entre todos completarás un secuenciado de instantáneas visuales únicas, al mismo tiempo que te adentrarás en la curiosa historia de este pueblo.
Y así, caminando de mirador en mirador, te inspirarás mejor para comprender el alma pixueta…
Deléitate con unos fogones que te ofrecen lo mejor de la mar y de la tierra
Después de callejear, no hay mayor placer que sentarse con calma a saborear la excepcional gastronomía de Cudillero. En todo el concejo, y por supuesto en la villa, los fogones arden a todas horas del día y de la noche, combinando la tradición y la creatividad de forma magistral, y ofreciéndote los mejores frutos de la mar y de la tierra, como no podía ser de otra manera.
En la villa pixueta las pescaderías son ya un espectáculo en sí mismas, no solo por la calidad y frescura del producto, sino por la forma de presentarlo, y evidentemente hacen las delicias de los turistas, que se quedan embelesados mirando los percebes o contemplando el poderío y vitalidad de bugres, centollos, bueyes de mar o andaricas, antes de que vayan definitivamente al plato.
Los restaurantes y sidrerías de Cudillero también son un espectáculo, tanto en sus terrazas como en el interior. Tanto en la villa como en otros pueblos del concejo, los aromas marinos flotan en el aire y en las mesas, donde los platos se presentan de forma natural a la par que llamativa, y todo está riquísimo, incluidos los postres, algunos tan típicos como el requesón o las natas vaqueiras.
Un paseo hasta la misteriosa ermita de Santa Ana de Montarés
Y después de dar cuenta de exquisitos manjares, qué mejor que hacer una sencilla y agradable ruta hasta la ermita de Santa Ana de Montarés, que dista apenas 5 kilómetros de la villa de Cudillero, y se encuentra en la parroquia de San Juan de Piñera.
Muchos son los caminos que conducen a Santa Ana y todos muy próximos a la ruta jacobea de la costa, y es que cuenta la tradición que este lugar está vinculado al origen del Camino de Santiago y que ya desde el siglo X los peregrinos hacían una parada aquí.
La verdad es que la ermita, encaramada en lo alto de una loma y dominando toda la costa y las distintas brañas y valles cudillerenses - como el de Las Luiñas, que se divisa a la perfección, o el de Faedo -, tal parece una torre vigía que llevase siglos velando por las vidas y haciendas de todas las almas que allí se acercan… Desde esta atalaya increíble, casi se acaricia el valle de Las Luiñas, y por tanto el Camino de Santiago, declarado Patrimonio de la Humanidad.
En el interior, Santa Ana te envuelve con sus misterios… Los exvotos cuelgan de sus paredes, algunos muy de la cultura de la costa, como los “lepantos” (gorros de marinería) que verás al lado del altar. También llaman especialmente la atención unas cadenas con las que los devotos se frotan o “rustrian” el cuerpo pidiendo íntimos deseos, y es que a Santa Ana se le atribuyen capacidades milagrosas… Además, anexa a la zona de culto se conserva una antigua cocina, que antaño fue usada por los peregrinos, que incluso llegaban a caballo, y prueba de ello es que la iglesia cuenta con un espacio a modo de caballerizas.
Sea como fuere, Santa Ana te invade de paz y de sosiego, de montaña y de mar, de sol y de brisa…
Una parada en El Pito, la perfecta antesala del anfiteatro pixueto
Antes de que tus ojos se asombren con Cudillero, te encontrarás un lugar donde sentirás que el tiempo se ha detenido, y donde tú te detendrás también. Y es que El Pito, a apenas dos kilómetros de la villa pixueta, es la perfecta antesala del anfiteatro. Tan cercano y tan distinto a aquel. El Pito es un soleado pueblo enclavado en una rasa, que llama la atención por sus casas indianas, pero especialmente por el grandioso conjunto compuesto por la iglesia, las escuelas y el Palacio Selgas.
Conocido como el Versalles asturiano, por su concepción paisajística y arquitectónica, y por las valiosas obras de arte que contiene, el Palacio Selgas – la más importante posesión-museo del concejo – tiene una curiosa historia familiar que se remonta al siglo XIX y a los tres hermanos Selgas (Fortunato, Ezequiel y Francisca), benefactores del concejo, que edificaron también las escuelas (hoy instituto), y la iglesia de Jesús Nazareno, donde se conserva el altar del rey Silo, considerado el más antiguo de España.
Sin duda, un paseo por El Pito te resultará ilustrativo y gratificante.
Descubre los secretos de Cabo Vidio
En algún momento de tu periplo por Cudillero, pondrás rumbo al Cabo Vidio, como si fueras un navegante que busca la señal luminosa de un faro mágico que lo guíe a un destino de ensueño.
Precisamente esa sensación es la que tendrás en Cabo Vidio: el haber arribado a un lugar único, lleno de secretos que te aguardan para susurrarte cientos de historias prodigiosas al oído.
Oviñana, la parroquia donde se encuentra este cabo, es una zona deliciosa, con mucho ambiente, con gente muy agradable y con sitios estupendos para comer, cenar o tomar el vermú. Y si lo que te gusta es ir de ruta - a pie o en bici - por la costa, una visita al Cabo Vidio y sus alrededores, te dejará totalmente seducido.
Cabo Vidio tiene algo especial. Tal vez tenga que ver en este aire distinto que se trata de un punto geográficamente estratégico (es el segundo punto más septentrional de Asturias) desde el que puedes contemplar, si la atmósfera está despejada, el Cabu Peñes hacia el este e incluso la Estaca de Bares hacia el oeste. Además allí se encuentra el último faro que se construyó en Asturias y es uno de los más recientes construidos en España, justo en la mitad del siglo XX.
El acantilado de Vidio es espectacular, a base de cuarcitas y pizarras yuxtapuestas y alineadas como si de una inmensa escultura de roca se tratara, hasta el punto de que justo debajo del faro, existe una gran cavidad natural, rematada en una redondeada cúpula que alcanza los sesenta metros de altura, y por esta razón se la conoce como “la iglesiona”.
Y por si todo esto fuera poco, en el entorno de Cabo Vidio, en dirección oeste y perfectamente ubicados en la línea de costa, con unas vistas que te harán enmudecer, tienes una serie de bancos – para que hagas la ruta completa – donde contemplarás de la manera más tranquila y sosegada todo el litoral, con sus playas y acantilados, y si vuelves la vista verás las brañas que descienden a surfear las olas que salpican desde hace millones de años el eternamente sugestivo Cabo Vidio…
Enamórate del infinito encanto de unas playas diferentes
Las playas de Cudillero son épicas. Cada una es distinta a la otra, y en todas descubrirás rincones inimaginables. Indómitas y salvajes, apacibles o impetuosas, y siempre diferentes. Grandes y recónditas. Con río o sin él. Con piscinas naturales en marea baja. Alguna incluso - como La Vallina – con un molino a pie de mar…
La playa del Silencio, la Concha de Artedo, Gueirúa, Oleiros, San Pedro de la Ribera o Puerto Chico son algunas de las que integran el elenco de la belleza costera de Cudillero.
Déjate llevar por la magia de las brañas que miran al mar
Pocas vistas panorámicas existen más elocuentes y bellas que las que tendrás desde una braña vaqueira de Cudillero, donde el ganado pasta a su aire, y el mar Cantábrico se avista en cercana lontananza.
El verde de las brañas, con sus cabañas, y al fondo el azul del mar, te harán sentir que los vaqueiros de alzada - el pueblo trashumante y ganadero que habitó en el occidente y centro de Asturias - fueron unos privilegiados, al tener los pastos para sus reses en esta zona montañosa y bellísima de Cudillero.
Brañaseca es un magnífico ejemplo de lo que fueron y son estas brañas vaqueiras.
En tu descenso hacia la costa, puedes visitar el valle de las Luiñas - espectacular y jacobeo, dado que el Camino de Santiago pasa por Soto de Luiña -, o la aldea de Prámaro, muy pintoresca con sus hórreos, su puente sobre el río Esqueiro, o su senda fluvial que llega hasta Soto de Luiña.
Sube hasta el Pico San Roque
En un tranquilo garbeo por Cudillero, el Pico San Roque será uno de tus sitios favoritos. Te encontrarás una explanada verde, rodeada de árboles y montañas, donde la pequeña capilla dedicada a San Roque y un hórreo que hay en su entorno, se asoman a la costa asturiana.
Además cada mes de agosto, se celebra allí una animada fiesta en honor a este santo. Eso sí, antes de subir al pico, tienes que parar en el pueblo de Ballota, para disfrutar con la arquitectura y el colorismo de sus casas indianas.

Suscríbete a nuestra newsletter y aprovéchate de ofertas, descuentos, y novedades
Suscribirse