El Camino de El Salvador resulta crucial a la hora de abordar la relación de Asturias con las rutas jacobeas.

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Imagen que se ve en primer plano el Altar Mayor de la Catedral de El Salvador en Oviedo/Uviéu.

Debemos regresar al año 1075, momento en el cual el rey Alfonso VI procedió a la apertura del Arca Santa y salieron a la luz las reliquias que durante varios siglos habían reposado en su interior.

El valor del descubrimiento, debido, fundamentalmente, al cariz simbólico del Santo Sudario, no sólo hizo que Oviedo/Uviéu reforzara su condición de punto de salida para todos aquellos que peregrinaban a Santiago: también propició que la capital asturiana se convirtiese en centro de peregrinación por sus propios méritos. Se hizo célebre, en los remotos tiempos del Medievo, una estrofa popular que ejemplifica bien la importancia de este trayecto y que aún hoy recitan muchos de quienes llegan a Asturias siguiendo las huellas que conducen al sepulcro del apóstol:

Quien va a Santiago y no al Salvador, visita al criado y olvida al Señor.

El recorrido del Camino de El Salvador

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Imagen de la Plaza de Requejo en Mieres del Camín con ambiente de personas en las terrazas y paseando. La escultura del

El Camino de El Salvador nace en León, a las puertas del antiguo hospital de peregrinos de San Marcos. Desde allí, el trazado oficial reconoce cinco etapas, de las cuales las tres últimas transcurren por suelo asturiano. Sobra decir que, igual que ocurre en todas las rutas, ambos trechos pueden alargarse o acortarse en función de las necesidades de los caminantes y las posibilidades de alojamiento disponible en los diferentes puntos del itinerario.

De ahí que hubiese muchos romeros que, al llegar a León, optaban por dirigirse hacia la montaña asturleonesa para visitar Oviedo/Uviéu y desde allí proseguir su camino por tierras de Las Regueras, Grado, Salas, Tineo, Allande y Grandas de Salime; pero también que no pocos hiciesen ese mismo trayecto a la vuelta, una vez cumplimentadas sus oraciones en Compostela, cuando en pleno viaje de regreso a sus hogares pasaban por la Cámara Santa para postrarse ante aquel "Señor" al que habían obviado en el trayecto de ida.

De la relevancia que tuvo este itinerario en la Asturias medieval dan fe tanto el rastro que ha dejado la tradición jacobea en algunos topónimos (quizás el más importante sea el de la villa de Mieres del Camín, a la que aún se apellida "del Camino") como la existencia de restos que hablan de hospitales de peregrinos o viejos templos levantados para dar cobertura espiritual a los caminantes que llegaban a la región desde el otro lado de los montes.

El Camino de El Salvador surge, así, como un desvío del Camino Francés que permitía a quienes lo tomaban entroncar con el Camino Primitivo si así lo deseaban, pero también proponía un final de ruta con pleno sentido por sí mismo.

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Imagen del mapa de Asturias  con el recorrido y etapas del Camino de El Salvador.

Pasos en la montaña

La ruta que conduce de León a Oviedo/Uviéu es, fundamentalmente, una ruta de montaña. Si bien el mayor escollo, en sentido ascendente, se encuentra en la vertiente leonesa, la parte asturiana del recorrido no desmerece en lo que se refiere a la orografía.

Aunque lo más duro, el ascenso al puerto de Payares, haya quedado atrás, las subidas a Chanos, El Padrún o Picullanza y La Manxoya -desde donde se cuenta que los antiguos romeros exclamaban "¡Mi Dios!" al ver dibujarse sobre el horizonte la torre de la catedral- requieren un buen estado de forma. A cambio, el itinerario regalará unos parajes de belleza majestuosa, especialmente a medida que se va descendiendo de Payares, y propone un trayecto singular por la cuenca minera que sigue el curso de los ríos Lena y Caudal y deja a la vista algún que otro resto de arqueología industrial.

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Imagen de la Sierra del Aramo desde una zona con una valla de madera antigua en La Manxoya en el concejo de Oviedo.

Vestigios del pasado

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Imagen de la Iglesia de Santa Cristina de Lena y su entorno.

Bajo la vieja estación de ferrocarril de Payares, suspendida entre la niebla en un paisaje casi inverosímil, se inicia una ruta en la que no quedan demasiadas huellas medievales. La primera, sin embargo, reviste una gran importancia.

La iglesia de Santa Cristina de Lena, construida durante la época de la Monarquía Asturiana y adscrita al periodo ramirense, es uno de los edificios prerrománicos más paradigmáticos de Asturias.

Ello se debe a la elegancia de sus formas y, sobre todo, al soberbio iconostasis que la caracteriza y hace de ella una visita irrenunciable. En el tramo que va de La Pola -donde está la casa natal del poeta Vital Aza- hasta Mieres del Camín, merece una visita la iglesia de Santa Eulalia de Uxo, que conserva una portada y un ábside románicos.

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Imagen del interior de Cámara Santa de la Catedral de El Salvador en Oviedo/Uviéu. Una persona observa las reliquias de su interior.

El Camino entra en Mieres del Camín por el emblemático puente de la Perra y la abandona por la no menos popular plaza de Requejo. A unos pocos kilómetros, en La Rebollá, existió una hospedería y el templo parroquial aún conserva unos cuantos canecillos de traza románica. A los pies del pueblo, y como curiosidad, se encuentra un pequeño cementerio protestante donde reposan los restos de Numa Guilhou, fundador de la Fábrica de Mieres.

La fuente barroca de los Llocos es otro lugar donde vale la pena detenerse antes de desembocar en Olloniego/Lluniego, localidad que, inevitablemente, llama la atención por su puente románico y el conjunto que conforman el torreón y el castillo, levantados también en época medieval. El Camino concluye en la catedral de Oviedo/Uviéu, cuya Cámara Santa marca el final definitivo del viaje.