Comarca Avilés
La Comarca Avilés es una tierra forjada al rojo vivo en esos altos hornos que modelaron su paisaje y el temple de sus habitantes. Una comarca de acero, bien conectada y densamente poblada que gravita en torno a la ciudad de Avilés. Todo el territorio se envuelve en un paisaje verde y atlántico, con playas surferas de horizontes largos, y rutas costeras que serpentean entre acantilados y aldeas. En el embalse de Trasona se entrenan con gran disciplina los piragüistas de élite, pero basta que llegue el Antroxu para que todo se transforme: las máscaras toman la calle y la comarca se entrega, sin reservas, al arte de la celebración.
Historia y desarrollo de la Comarca Avilés
Nacida al calor del comercio ultramarino y del hierro de sus fundiciones, la Comarca Avilés creció sobremanera con el trabajo obrero, aunque su historia se remonta mucho más atrás. En el antiguo castro fortificado del Castiellu de Molleda, en Corvera, se ha hallado una de las estelas funerarias romanas más singulares de su época, hoy conservada en el Museo Arqueológico de Asturias. En la localidad de Raíces, en Castrillón, resisten las huellas del Castillo de Gauzón, primera fortaleza del Reino de Asturias. En sus talleres se forjó la legendaria Cruz de la Victoria, emblema de una monarquía que comenzaba su andadura.
El casco antiguo de Avilés, declarado Conjunto Histórico-Artístico, refleja el espíritu medieval de una villa que, tras recibir fuero de manos de Alfonso VI, se convirtió en puerto comercial de primer orden. Llegó a ser la segunda ciudad de Asturias, creciendo gracias a gremios de artesanos, marineros y comerciantes. De sus muelles zarpaban navíos cargados de hierro y sal, lana castellana y productos agrarios; importando vino o tejidos de otras regiones de Europa. La ciudad también fue cuna de grandes marinos al servicio de la corona. Se la conoce como la "villa del Adelantado" en honor a Pedro Menéndez de Avilés (1519–1574), navegante “adelantado” que fundó San Agustín, en Florida, la ciudad más antigua de Estados Unidos.
Durante el siglo XVII, la Avilés medieval se desbordó con el llamado “ensanche barroco”, cuyo legado aún se conserva de forma excepcional en iglesias, teatros, palacios, balcones y soportales. El Museo de la Historia Urbana de Avilés narra el devenir de la población en cuatro grandes etapas: la villa medieval, la villa moderna, la ciudad burguesa y la ciudad industrial.
La industrialización
Tras la industrialización del siglo XIX, el puerto de Avilés se convirtió en un punto clave para exportar la hulla asturiana. Las viejas salinas medievales dieron paso a fábricas y explotaciones mineras. La mina de Arnao, a solo siete kilómetros de la ciudad, fue la primera de carbón documentada en España, además de la primera mina submarina de Europa; pionera también en usar ferrocarril, técnicas modernas de extracción y trabajo femenino. A su alrededor nació el primer poblado obrero del país. Cerrada en 1915, hoy acoge un museo que permite recorrer parte de sus antiguas galerías en una visita más que sorprendente.
Avanzado el siglo XX, la implantación siderúrgica convirtió Avilés en la "ciudad del acero"; favoreció el desarrollo de nuevos barrios, talleres y escuelas; empleó a cerca de 25.000 personas y dio identidad obrera a toda la comarca. Hoy en día, el puerto de Avilés sigue siendo un punto clave para la logística en Asturias. Tiene un gran movimiento de mercancías industriales y es el principal puerto pesquero del Principado. En los últimos años, toda esta área se ha acercado más a la ciudad, con zonas verdes, paseos, un puerto deportivo y ese gran icono cultural que es el Centro Niemeyer, con el que la ría, además de recibir barcos, se ha abierto a nuevas ideas y al porvenir.
El centro Niemeyer: cultura y modernidad
Ideado por el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, se alza como símbolo de la transformación de Avilés: no rompe con su pasado industrial, sino que lo abraza y proyecta hacia el futuro. Desde su apertura en 2011 ha cambiado por completo la relación de la ciudad con el puerto, que ya no es solo un espacio de trabajo, sino también de cultura y encuentro ciudadano. Blanco impoluto y curvo, como una gran ola de nieve y un enorme iglú, o también como una nave de arte espacial aterrizada en nuestro planeta, el Niemeyer cuenta con espacios estelares: auditorio, salas de exposiciones, cúpula y mirador. Aquí se dan cita conciertos, ciclos de cine, conferencias y todo tipo de expresiones culturales, en una programación(se abre en una pestaña nueva) continuada y de calidad.
Pero la vida cultural de la comarca no se detiene en este faro ultramoderno. El Teatro Palacio Valdés(se abre en una pestaña nueva), joya de finales del XIX, mantiene una programación estable y de gran nivel a lo largo del año en la ciudad avilesina. En Piedras Blancas, capital de Castrillón, el Valey Centro Cultural(se abre en una pestaña nueva) despliega cerca de cinco mil metros cuadrados para que cada cosa tenga su sitio: salas de exposiciones plásticas, nuevas tecnologías, ludoteca y teatro auditorio para más de 400 personas.
Naturaleza y ecoturismo
La comarca Avilés es un cruce natural de la Asturias rural, la industrial y la atlántica. En Corvera está el Embalse de Trasona, que nació para dar agua a la siderurgia y hoy es un inmenso espacio natural lleno de aves y árboles de ribera. También es un lugar clave para el deporte. En sus aguas se celebran competiciones de piragüismo de alto nivel, y los palistas de élite perfeccionan su técnica y su forma física, entrenando en el embalse y en el cercano Centro de Alto Rendimiento y Tecnificación Deportiva(se abre en una pestaña nueva).
Cada Primero de Mayo, Día del Trabajo, se celebra la Jira al Embalse de Trasona (Fiesta de Interés Turístico del Principado de Asturias). Empezó en los años 50 como una romería organizada por los obreros de la siderurgia y hoy sigue viva como homenaje a la clase trabajadora. En las áreas recreativas de Overo y Gavitos se reúnen cientos de manteles con empanadas, tortillas y bollos preñaos, mientras suenan gaitas, se baila y se asiste a una larga verbena.
No muy lejos de este embalse, el humedal de La Furta, es famoso por ser lugar de paso, de cría e invernada para numerosas especies ornitológicas. Una Zona de Especial Protección para Aves (ZEPA), que cuenta con observatorio propio.
A pocos kilómetros, la piscina fluvial de Illas es un rincón único para el baño, con zonas verdes, mesas dispersas entre abedules y fresnos, parque infantil y merendero. Todo ello a ambas orillas del arroyo Sollovio que da nombre al área. De aquí parten además varias rutas, como la que asciende al Pico Friera. La cima más alta de la comarca que, con sus modestos 623 metros de altitud, nos garantiza la mejor vista de la ciudad y la ría de Avilés.
Para quienes prefieran el pedaleo a la caminata, la Ruta de los Molinos es uno de los itinerarios más singulares del cicloturismo en Comarca Avilés. Unos 13 kilómetros que comienzan en La Caizuela, capital del concejo de Illas, donde se puede ver el Palacio de Bárcena, del siglo XVI. Desde allí, la ruta transita por puentes de madera, senderos junto al río y restos de antiguos molinos harineros. Al final del recorrido conectaremos con la Senda del Agua, un camino de grava más cómodo que discurre junto al Canal del Narcea; antigua obra de ingeniería construida en 1965, que lleva agua al embalse de Trasona. Esta senda de 25 kilómetros se puede hacer en bicicleta o a pie, de una vez o bien por etapas. Atraviesa prados, bosques y aldeas de rico patrimonio etnográfico.
Playas de Castrillón
Castrillón es, dentro de la Comarca Avilés, la zona más abierta al mar Cantábrico, con una marcada tradición marinera que se refleja en su historia y en su paisaje. Desde la playa de San Juan de Nieva, en la desembocadura de la ría, hasta la Playa de Arnao, se puede avanzar por una senda costera de unos cuatro kilómetros para iniciarnos en este litoral. Salinas es más que una playa, es una forma de tomarse el verano en un entorno residencial con solera. Sus aguas son una de las mecas asturianas para los amantes del surf. Aquí se celebra cada mes de julio el International Longboard Festival, el más veterano de Europa en su especialidad. En un extremo de la playa de Salinas está el Museo de Anclas Philippe Cousteau, al aire libre, en la península de La Peñona. Rinde homenaje al famoso oceanógrafo francés con anclas antiguas, esculturas del mar y una gran escultura con su perfil frente al Cantábrico.
Pasamos a la playa del Espartal, muy apreciada también por los surfistas y hogar de uno de los sistemas dunares mejor conservados del norte peninsular, declarado Monumento Natural.
Más al oeste, el litoral de Castrillón despliega un rosario de playas que van desde la familiar de Santa María del Mar, hasta las calas tranquilas y agrestes de Bahínas o Munielles. En el extremo más occidental de la comarca, el Playón de Bayas, también conocido como El Sablón, se abre inmenso frente al Cantábrico. Con casi tres kilómetros de longitud, es el arenal más extenso de Asturias. Sus dunas modeladas por el viento, y la cercana Isla La Deva (el mayor de los islotes costeros de la región), son espacio natural protegido. Además, en su parte oeste, está playa admite mascotas, lo cual es un revulsivo para las personas que desean disfrutar de la costa con sus animales de compañía.
Consejos para disfrutar de Avilés
La Comarca Avilés se presenta al visitante con una facilidad de acceso envidiable: atravesada por la Autovía del Cantábrico (A-8) y con el aeropuerto de Asturias(se abre en una pestaña nueva) (Ranón, Castrillón), a apenas 14 kilómetros. La red de autobuses y cercanías también permite moverse con soltura por toda la zona.
La ciudad de Avilés, con sus cerca de 80.000 habitantes, es el eje que organiza y conecta toda la comarca. Su envidiable casco histórico es una lección de urbanismo barroco. Las calles porticadas de Galiana, Rivero o La Ferrería, la Plaza de España con su ayuntamiento y el Palacio de Ferrera, las iglesias de San Nicolás de Bari y de Sabugo, o el Teatro Palacio Valdés, componen un conjunto que se disfruta mejor a pie, sin prisa y con los ojos bien abiertos. Además, una buena red de espacios verdes oxigena y embellece su trazado urbano. El Parque de Ferrera, antiguo jardín palaciego, es el más señorial y céntrico; el del Muelle conecta el casco histórico con la ría.
Otra magnífica ocasión para acercarse a esta ciudad es a finales de julio, durante el Festival Intercélticu d'Avilés y Comarca (Fiesta de Interés Turístico del Principado de Asturias). Un encuentro festivo y fraterno del universo celta, que transforma la ciudad en un cruce de gaitas, sidra y memoria atlántica.
Una ciudad muy hospitalaria que podemos poner a prueba el domingo y el lunes de Pascua, cuando se celebra la Fiesta del Bollo (declarada de Interés Turístico del Principado de Asturias). La ciudad entera se da cita en su famosa comida en la calle, con cientos de mesas compartidas al aire libre y miles de comensales. El gremio de confiteros vende ese día varias toneladas del tradicional bollo de Pascua: bizcocho mantecado con formas originales cubierto de azúcar glas.
Y si en verano la ciudad celebra su alma atlántica, en invierno se ríe de sí misma en uno de los carnavales más singulares del Cantábrico. Durante el Antroxu (fiesta de Interés Turístico del Principado de Asturias), la ciudad abandona su rutina para entregarse al juego, la sátira y el exceso, entre disfraces y charangas de toda índole. Brilla con luz propia el Descenso de Galiana, donde carrozas imposibles “navegan” una calle en pendiente transformada en río de espuma y alegría. Durante esos días, el pote de Antroxu (fabes con berzas, patatas, chorizo, lacón y morcilla) calienta los estómagos y los ánimos, mientras los frixuelos -crêpes asturianos- ponen el broche dulce, espolvoreados de azúcar o rellenos de lo que dicte la gula: crema de castañas, dulce de leche, helado…
La Comarca Avilés presume, con razón, de una excelente restauración y gastronomía. Uno de los platos más representativos es la merluza a la avilesina, receta marinera que combina almejas, mejillones, ajo, cebolla y vino blanco. En Castrillón, el sabor del verano llega con el bonito a la plancha o un arroz caldoso junto al mar. La cocina rural está presente con platos como el cordero, el jabalí o el entrañable pitu de caleya, pollo campero criado en libertad. Entre los productos más propios de la comarca sobresalen también la longaniza avilesina, de sabor intenso y gran versatilidad en la cocina, y el queso azul de La Peral, untuoso y refinado. Un lácteo elaborado en Illas que se codea con los mejores de Europa.
La oferta de alojamientos es amplia y diversa: desde hoteles con encanto en el casco antiguo de Avilés, pasando por apartamentos costeros en Castrillón, hasta casas rurales en Illas o Corvera, donde el silencio y el frescor verde son parte del servicio.
En el ámbito jacobeo, Avilés es una plaza destacada. El camino de Santiago confluye en la ciudad a través de dos rutas. Por un lado, el Camino del Norte, que recorre la costa de la cornisa atlántica uniendo las villas marineras del mar Cantábrico. Por otro, la ruta que, partiendo del Camino Francés en la ciudad de León, se interna en Asturias para visitar en la catedral de Oviedo a San Salvador y las reliquias de la Cámara Santa; desde Oviedo la ruta sigue hasta Avilés para unirse al camino costero y seguir viaje hasta Santiago de Compostela. Ambas rutas se unen en el acceso al centro de la ciudad, en el punto donde está ubicado en la actualidad el Albergue de Peregrinos.
Esta comarca bien merece un peregrinaje. No se revela de golpe, pero acoge con una familiaridad inesperada, como si ya nos conociera de antes. Así lo experimentó el premio Nobel irlandés Seamus Heaney en su famoso poema “Camino a Piedras Blancas”:
Yo era un peregrino que no había estado nunca
en aquel entorno,
sin embargo me encontraba como en mi propia tierra natal (…)
Galería de Imágenes
Mapa
Qué ver
- Casco Histórico de Avilés.
- Centro Niemeyer.
- Embalse de Trasona y Centro de Tecnificación Deportiva de Piragüismo y Remo.
- Piscina fluvial de Sollovio en Illas.
- Salinas en Castrillón.
- Mina, pueblo y playa de Arnao en Castrillón.
- Rutas y Senderos de Comarca Avilés
