Es sin duda uno de los lugares más agrestes del Principado y con mayor personalidad. Sus escarpados acantilados, que en ocasiones alcanzan los cien metros de altitud, rompen sobre las aguas del Cantábrico, formando un conjunto de inigualable belleza. Esta zona se puede visitar gracias a una pasarela de madera que ayuda a la conservación de esta zona con un enorme valor natural.
Hacia el interior, el relieve es muy poco pronunciado, con valles fluviales cortos y de poca entidad. Las playas suelen ser de cantos o arenas y de gran belleza. Entre ellas destacan las de Xagó y Verdicio.
Desde Peñes, se pueden contemplar pequeñas islas e islotes rocosos, destacando entre ellos La Erbosa, la segunda isla en extensión del Principado.