Parque Histórico del Navia

- Titre Communes qui le constituent Boal, Coaña, El Franco, Grandas de Salime, Illano, Navia, Pesoz, Tapia de Casariego, Villayón
- Site Site: https://www.parquehistorico.org
Parque Histórico del Navia
Todo en esta comarca empieza y termina con el agua. Mueve molinos, salta en cascadas, se ensancha en embalses y se entrega al mar en la ría de Navia. Por el camino modela el paisaje, hace más fértil la tierra, activa los oficios, vertebra los caminos y da sentido a una manera de vivir resistente y sabia. De esa íntima relación con el agua surge también el nombre de Navia: voz prerromana, nombre de diosa protectora de valles y ríos, que hoy designa a una tierra de dólmenes y castros, palacios y casonas, playas y puertos marineros.
Historia y patrimonio del Parque Histórico del Navia
Aunque las primeras huellas humanas en la comarca se remontan a milenios atrás, como prueban el dolmen de Entrerríos (uno de los grandes del megalitismo asturiano) o las singulares pinturas rupestres de la Cova del Demo, de la Edad del Bronce, el mayor tesoro arqueológico de la zona aparece sin embargo más tarde, cuando los pueblos castreños eligieron las lomas para levantar sus recintos fortificados.
Castros, oro, palacios y templos
El castro de Chao Samartín, en Grandas de Salime, es un yacimiento capital en Asturias. Excavado desde 1990, su riqueza arqueológica puede verse en el museo anexo con más de 350 piezas expuestas. Por su parte, el castro de Coaña, no menos relevante, fue fundado en el siglo IV a.C. y muestra una compleja estructura con murallas, fosos, bastiones, unas 80 viviendas, calles y termas. En época romana cobró gran importancia por su relación con la minería del oro y su comercio desde yacimientos cercanos, como As Covas da Andía (Monumento Natural) o Salave, en Tapia de Casariego, donde se explotaban grandes vetas auríferas, derrumbando montañas con la fuerza del agua. Para ello, los romanos construyeron complejas redes de canalización, como el canal de Penafurada, en Grandas de Salime, cuyas galerías y túneles pueden recorrerse hoy a través de una bonita senda.
En época medieval, la comarca organizó su defensa en torno a recintos amurallados como el de la villa de Navia, del que aún se conserva un valioso tramo. Navia y Puerto de Vega prosperaron temprano gracias al comercio y al paso de peregrinos por el Camino de la Costa. La Caridad/ A Caridá, capital de El Franco, fue parada obligada antes de abandonar tierras asturianas; su topónimo nace del auxilio constante que los vecinos brindaban a los peregrinos. Mientras tanto, en el entorno rural comienzan a levantarse grandes palacios con aire de fortaleza, como el de Anleo, donde según la tradición durmió San Francisco de Asís en el siglo XII, cuando iba camino de Santiago. O el de Tox, que muestra bien la evolución de las viejas torres defensivas hacia residencias nobles. Con el tiempo, fueron surgiendo otros conjuntos palaciegos, como Fronfría en El Franco; Campos en Tapia; el Palacio de Ron, en la capital del concejo de Pesoz, o Camposorio en Navia, este último vinculado a la infancia del poeta Campoamor.
También el clero dejó huella: iglesias como la de Santa María de Miudes, con un ábside románico del siglo XIII, o la Colegiata de Grandas de Salime, de portada románica y magnífico retablo dieciochesco, levantada originalmente en el siglo XII al paso del Camino Primitivo de Santiago por la zona. Pero más allá de los grandes templos, también pervive el alma devocional en lugares como el Santuario de Pastur, en Illano, custodiado por un gran tejo que es Monumento Natural. Aquí acuden miles de romeros atraídos por la fuente milagrosa y la imagen de la virgen, que sobrevivió incluso a un incendio. No menos devota es la Capilla de la Atalaya (o Telaya), construida por los marineros de Puerto de Vega en 1615, para venerar a una virgen que, cuenta la leyenda, apareció flotando en el mar tras el paso de una galerna.
Ballenas, indianos, etnografía y embalses
Las Atalayas son un topónimo que hace referencia a puntos elevados desde los que divisar ballenas. Con señales de humo se daba el aviso a los balleneros, que salían en lanchas a interceptarlas con arpones. En el Porto/Viavélez (El Franco), las jornadas terminaban con los enormes cetáceos tendidos en el muelle para comenzar su aprovechamiento integral. Lo mismo ocurría en Ortigueira, ese núcleo pesquero de Coaña nacido ya en la Edad Media. En el Mirador de la Riba, en Puerto de Vega, dos colosales quijadas enmarcan el primer contrato de caza de ballenas firmado en estas aguas en 1608. En esta misma localidad, el Museo Etnográfico Pérez Villamil, en la vieja conservera de La Arenesca, tiene un apartado dedicado a esta actividad, con documentos, fotografías, maquetas y restos óseos. El nombre de Juan Pérez Villamil también forma parte de esta villa por otras razones. Fue un ilustrado comprometido y uno de los autores del bando de los alcaldes de Móstoles, que encendió la resistencia contra Napoleón. Años después, en 1811, murió en Puerto de Vega su amigo Jovellanos que, moribundo, aún dictaba cartas criticando a los poderosos, por no defender al país frente a la invasión francesa.
A finales del XIX y comienzos del XX, los que marcharon a América regresan con capital y vocación filantrópica. Construyen elegantes casas como los palacios de Arias o Casadoiro en la villa de Navia, levantan escuelas hasta en las aldeas más remotas, fundan teatros, casinos (Puerto de Vega), y dotan al territorio de infraestructuras modernas. Boal, en especial, conserva un valioso conjunto de arquitectura indiana y celebra cada mes de julio la fiesta "Volven os americanos", donde vecinos y visitantes se vuelcan en una jornada festiva con indumentaria de época y coches clásicos.
Si hablamos de economía, durante el siglo XIX la industria artesanal del hierro desempeñó un papel fundamental en la zona de Froseira, en Boal, donde existió una importante tradición de forjas. Esta herencia se conserva y dignifica en el Centro de Interpretación del Hierro de Rozadas.
El mundo campesino, base del territorio hasta fechas recientes, está magníficamente representado en el Museo Etnográfico de Grandas de Salime “Pepe el Ferreiro”, con más de 3.000 m² dedicados a oficios, arquitectura y herramientas rurales.
En Boal, la Casa de la Apicultura rescata el arte de la cría de abejas, vinculada a la autosuficiencia del caserío asturiano.
En el municipio de Pesoz existen dos lugares que resumen, cada uno a su modo, una manera de habitar el paisaje: el pueblo de Argul y el poblado A paicega. El primero es de raíz medieval, y sus casas de piedra se apoyan directamente en la roca, conectadas entre sí por túneles, pasadizos y corredores elevados que permitían moverse de una a otra sin salir al exterior. En A paicega, por su parte, se conservan las ruinas de un poblado obrero vinculado a la construcción del embalse de Salime, una epopeya que movilizó a más de 3.000 trabajadores.
Llegado el siglo XX, la cuenca del río Navia se transformó con la construcción de embalses, que generaron un importante patrimonio industrial. En paralelo, la villa de Navia se convirtió en capital económica de la comarca, gracias a industrias como ENCE (celulosa), Reny Picot (lácteos) o los astilleros Armón. Esta transformación rompió con el modelo agrario-pesquero y sentó las bases de un nuevo tejido empresarial y social.
Naturaleza y paisajes del Parque Histórico del Navia
Alimentado por buenos afluentes - el Ibias, el Suarna, el Ouro o el Lloredo -, el río Navia termina por hacerse un gigante. Pero se frena en esos grandes espejos de la montaña occidental que son sus aguas embalsadas. Al embalse de Salime, con su titánica presa de 128 metros de altura, continúa el embalse de Doiras, con su salto de 90 metros y esa vertiginosa presa encajada entre montañas, donde el río se ensancha y se hace navegable. De hecho, el barco Andolina(se abre en una pestaña nueva) realiza aquí una de las primeras rutas fluviales turísticas de Asturias, transitando entre parajes de gran belleza, como el puente colgante de Illano o el espectacular farallón de Santesteba.
Precisamente Santesteba, en el concejo de Illano, es un lugar que vale la pena visitar. Colgado literalmente sobre el río Navia, ha sido declarado Conjunto Histórico. Sus casas de pizarra y madera apenas han cambiado desde el siglo XIX. Se agrupan sobre la roca, unidas por pasadizos y estructuras que forman un pequeño laberinto etnográfico.
Miradores del Navia y cascadas
Nos queda aún el embalse de Arbón, el más próximo al mar y el primero que se abrió en el Navia al aprovechamiento hidroeléctrico. Un escenario que hoy en día también resulta idóneo para la práctica de deportes náuticos, incluido el descenso del río en canoa -con un tramo de unos 15 kilómetros hasta la villa de Navia-.
No muy lejos de aquí, en el area Recreativa del Puente de Castriyón, comienza un recorrido circular de unos 12 kilómetros conocido como la Ruta de los Miradores del Navia. Un sendero que transita entre pueblos como El Rebollal o Silvón, donde sobreviven cabazos, hórreos, tejos centenarios y un mundo rural que no se rinde. El itinerario es una lección de geografía, historia rural e ingeniería hidroeléctrica. Y todo ello con magníficas vistas al río Navia.
Distintos afluentes de este río nos regalan otros atractivos fluviales, como el Monumento Natural de las Cascadas de Oneta, en Villayón. La ruta, de poco más de dos kilómetros, nos adentra en un bosque umbrío donde nos aguardan tres grandes saltos de agua encadenados: Firbia, Ulloa y Maiseirúa. Otros saltos que merecen una excursión, y que no se encuentran demasiado lejos de los anteriores, son las cascadas de Méxica, en Illano.
Senda costera y playas
Una vez alcanzado el litoral, nada mejor que dejarse llevar por la Senda Costa Naviega, travesía de 20 kilómetros entre acantilados, estuarios y playas como la de Barayo, que se integra en la Reserva Natural Parcial de Barayo -ecosistema fantástico que combina estuario, dunas, marisma y arenal salvaje abierto al Cantábrico-. La senda también alcanza Frexulfe, playa que sorprende por su belleza, su arena fina y tostada, los acantilados, el pinar y las dunas bien conservadas. Un entorno único, declarado Monumento Natural y muy apreciado por los surfistas.
Mas allá de esta senda litoral, la comarca atesora arenales no menos bellos. En El Franco, la playa de Porcía es otra de las joyas de la costa occidental asturiana. Sus aguas están salpicadas por un pequeño archipiélago de islotes que dan carácter y personalidad al paisaje. La playa de Castello es la ensenada más amplia del concejo, de cantos rodados y horizonte abierto.
En Coaña, la playa de Arnelles destaca por su arena fina y entorno escarpado, cerca del puerto de Ortigueira. La playa de Torbas se abre como una amplia ensenada de casi un kilómetro, donde se combinan la arena y los cantos rodados entre acantilados y verdes laderas.
En la villa de Tapia, la playa de Anguileiro (o La Grande) es la principal, con unos 400 metros, de arena dorada, con todos los servicios y muy popular entre surfistas. Le siguen en tamaño otras pequeñas calas también urbanas: Maleguas, As Furadas y Ribeiría. A las afueras de la villa, la playa de La Paloma / Esteiro ofrece tranquilidad, arena fina y bello paisaje.
Entre Tapia y Castropol, la playa de Penarronda es una joya natural de 600 metros con forma de concha y presidida por un islote rocoso que le da nombre: la “peña redonda”. Es Monumento Natural por su valioso ecosistema de dunas e ideal para practicar el surf.
Guía para disfrutar la comarca
En el Parque Histórico del Navia cada concejo guarda su propio carácter, sus ritmos y acentos. Sin embargo, entre todos ellos hay una coherencia profunda, fruto de una forma compartida de habitar el territorio que se expresa en “la fala” (oficialmente, eo-naviego). El territorio está bien comunicado y resulta de acceso sencillo tanto desde el interior como desde la costa. La carretera N-634, que atraviesa la comarca de este a oeste, conecta las principales villas -Navia, A Caridá y Tapia- con el centro de Asturias y Galicia, mientras que la AS-12 vertebra el interior siguiendo el curso del río Navia hasta Grandas de Salime. La Autovía del Cantábrico (A-8), permite llegar desde Oviedo/Uviéu o Gijón/Xixón en poco más de una hora.
En cuanto al alojamiento, la comarca ofrece desde hoteles modernos, casas rurales o apartamentos con encanto, hasta albergues para peregrinos, campings y áreas para autocaravanas bien equipadas.
Y para terminar, nos asomamos a las villas marineras de la comarca, de este a oeste, y os ofrecemos algunas propuestas para vivirlas y saborearlas. Es uno de los rincones más bellos y elegantes del litoral occidental. El paseo del Baluarte, la capilla de la Atalaya y el puerto viejo forman un conjunto armónico que invita a la contemplación y el paseo. Las fiestas marineras de la Virgen de la Atalaya (principios de septiembre), con sus celebraciones: la Telayona, la Telayina y la Jira a Frexulfe, son una mezcla pagana y mariana difícil de definir pero imposible de olvidar. Al igual que los calamares en su tinta o el rape con salsa de marisco, platos elaborados con producto fresco que se pueden disfrutar en los restaurantes locales. Los ingredientes llegan directamente de una de las lonjas más bonitas y mejor surtidas de Asturias, principal distribuidora de percebe en toda la región.
Navia es la localidad más poblada de la comarca y un lugar que invita al paseo, con su ría como eje natural y un trazado urbano amable. Pero lo que verdaderamente la define es su dinamismo: una villa que ha sabido crecer sin perder el arraigo, con un tejido empresarial fuerte y gran espíritu emprendedor. Su corazón antiguo late en calles como La Atalaya, Las Armas o San Francisco, donde aún pueden descubrirse portales blasonados y casas con galerías acristaladas. En materia gastronómica, es tierra de percebes, fabes y requesón, de la famosa tarta venera (cuya autoría se disputa con Boal) y de arroz con leche. La villa vive su apoteosis veraniega durante la primera semana de agosto, cuando se disputa el Descenso a Nado de la Ría -Fiesta de Interés Turístico Nacional-. Una de las pruebas de natación de larga distancia más famosas de Europa.
En el extremo occidental de la ría, ya en el concejo de Coaña, el Cabo San Agustín es un mirador natural con vistas impresionantes al mar Cantábrico. Allí se encuentran dos faros -uno antiguo y otro más moderno-, una iglesia en el acantilado y un entorno perfecto para dar largos paseos junto al mar. En este enclave se despliega, la capital del concejo Ortigueira: lugar tranquilo y con encanto que conserva un aire escondido y especial. Combina casas marineras con elegantes construcciones indianas en su zona alta.
El Porto/Viavélez (El Franco) es uno de esos puertos que parecen diseñados a escala íntima, donde todo encaja con precisión de miniaturista. Siglos atrás, fue puerto ballenero y uno de los astilleros de veleros más importantes del Cantábrico. Su coqueta ría, sus casas colgadas del acantilado y sus barcas de colores enamoran a primera vista. No en vano fue la patria chica de la escritora romántica Corín Tellado.
La villa de Tapia es una de las sedes pioneras del surf en Asturias. Las olas “perfectas” de su playa La Grande hacen que cada Semana Santa se celebre aquí el Goanna Pro, un campeonato internacional de surf que reúne a grandes figuras mundiales de este deporte. A principios de agosto, esta localidad acoge también el Festival Intercéltico d’Occidente (Fiesta de Interés Turístico del Principado de Asturias), con un importante cartel de grupos folk, bandas de gaitas y otras actividades relacionadas con la cultura celta. Desde las terrazas del muelle, Tapia se ofrece como una postal marinera: el faro vigilante y la flota atracada en un muelle recogido. Pero el verdadero espectáculo está en la mesa: lubina, rodaballo, centollo y secretos bien guardados en las cocinas.
La gastronomía de la comarca se completa con embutidos y pan de escanda, con el queso Abredo de Coaña; el vino, la miel y el bolo (similar a la borona) de Pesoz; la tarta Eilao de Illano (bizcocho de intenso aroma a anís y canela), o el pote de Boal.
El Parque Histórico del Navia ofrece al visitante autenticidad. Tiene lo que muchos buscan, buen producto en la mesa, rutas con historia y paisajes que se mantienen fieles a sí mismos.
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Carte
À Voir et À Faire
- Villas marineras: Ortigueira, El Porto/Viavélez, Navia, Puerto de Vega, Tapia.
- Castros: Pendia, Coaña, Mohías, Cabo Blanco, Chao Samartín, El Castelón.
- Museos: Grandas de Salime y Pesoz.
- Pueblos singulares: Argul, A Paicega.
- Playas: Penarronda, Santa Gadea, Anguileiro, Frexulfe.
- Palacios: Palacio de Ron, Palacios de Campos, Palacio de Anleo, Palacio de Fonfría y Palacio de Cancio.