Comarca Camín Real de la Mesa
Un territorio puede conservar su identidad a través del paisaje, como ocurre en esta comarca, donde la sostenibilidad no es moda, sino la forma natural de habitar el mundo. El Camín Real de la Mesa, que une las tierras altas de León con los valles atlánticos, fue senda de romanos, arrieros, peregrinos y reyes. Hoy sigue siendo el hilo que cose la comarca para quienes buscan lugares con alma. En la cueva de La Peña - Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO -, los bisontes pintados hace miles de años son testigos inmóviles de un pasado que no se ha ido del todo. Por todas partes suenan los lloqueros (cencerros) del ganado, hay fresas y escanda antigua, osos, lagos glaciares y brañas. El tiempo camina despacio, al compás de la buena vida y la tierra bien cuidada.
Historia del Camín Real de la Mesa
El Camín Real de la Mesa es uno de los ejes vertebradores de la Asturias interior, donde la historia se pisa a cada paso. Cada palmo de terreno, cada recodo, guarda el nombre que le dieron quienes transitaron estos parajes durante siglos, o quienes decidieron asentarse aquí.
Comarca prehistórica
Los primeros pobladores dejaron su rastro en los abrigos de Santo Adriano y Fresnedo (en los Valles del Trubia), pero el verdadero santuario paleolítico es la Cueva de La Peña, en Candamo, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En su famoso Muro de los Grabados, bisontes, ciervos y caballos emergen entre líneas superpuestas, como un pensamiento antiguo que aún no ha terminado de decirse. Para acercarse a este universo sin comprometer la fragilidad de los originales, el Parque de la Prehistoria de Teverga ofrece una recreación rigurosa de este y otros yacimientos de la región, permitiendo admirar de manera íntegra el simbolismo de la prehistoria asturiana.
Muy cerca de este parque se encuentra Cueva Huerta, una de las grutas más grandes de Asturias con más de 20 km de galerías exploradas. Aunque no se han encontrado pinturas ni restos prehistóricos, se cree que pudo haber estado habitada hace miles de años. Declarada Monumento Natural en 2002, destaca por su formación geológica y por albergar una de las mayores colonias de murciélagos de España. Su interior se divide en varios niveles y está surcado por ríos subterráneos. Resulta un lugar increíble, tanto para quienes realizan una visita guiada como para los expertos espeleólogos que se adentran a mayor profundidad.
En los cordales de esta comarca, los pueblos del Neolítico también enterraron a sus muertos bajo túmulos de piedra, dejando numerosas huellas: necrópolis, círculos y estelas.
Calzada romana, ruta comercial, Camino Primitivo
El Camín Real de la Mesa, calzada romana desde el siglo I a.C. (ramal norte de la Vía de la Plata), fue columna vertebral entre la meseta y el Cantábrico, arteria viva de imperios, reinos y rebeldes. Por él trató de huir el musulmán Munuza tras la derrota en Covadonga, y por él subieron, durante siglos, pastores trashumantes y comerciantes. También sirvió a la peregrinación hacia Santiago, tanto para quienes seguían el Camino Primitivo desde Oviedo/Uviéu, como para los que pretendían enlazar con el Camino de la Costa. A lo largo de su recorrido se alzan joyas del Arte Prerrománico asturiano como Santo Adriano de Tuñón o San Pedro de Nora; también del románico rural, como la Colegiata de San Pedro y Santa María de Villanueva en Teverga, o San Pedro de Arrojo en Quirós.
El trazado de esta ruta inmemorial sería mantenido y mejorado por los monarcas asturianos y, más adelante, por los Reyes Católicos, conscientes de su importancia estratégica. Y mientras tanto, un árbol totémico: el Tejo de Bermiego (Quirós), Monumento Natural con más de mil años a sus espaldas, observa el devenir histórico de esta tierra con el aplomo de un sabio.
Naturaleza y rutas en el Camín Real de la Mesa
Hoy, el Camín Real de la Mesa es un mapa de senderismo que, entre otras muchas rutas, permite recorrer el mismo camino que usaron las tropas romanas o los arrieros. Su trazado original, el que une Torrestío (León) con Grado, puede andarse en cuatro o cinco etapas, cruzando parajes como el Puerto de la Mesa, las brañas de Teverga, el cordal del Caldoveiro, la Sierra del Aramo o las vegas de Grado. Pero existe un universo paralelo de opciones que permiten disfrutar del mismo paisaje con otra cadencia y otra meta: pistas ganaderas, vías verdes, embalses o antiguos trazados mineros. Muchas de estas opciones son idóneas para practicar el cicloturismo en El Camín Real de la Mesa.
Tomemos la ruta que tomemos, aquí nunca atravesaremos espacios cualesquiera. Todo queda atrapado dentro de un tejido de altísimo valor ecológico y paisajístico, repartido entre dos parques naturales excepcionales: el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa y el Parque Natural de Somiedo -el primero declarado en Asturias, en 1988-. Ambos forman parte de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera de la UNESCO, y aunque son diferentes, con características propias que los hacen únicos, resultan complementarios y hacen de la comarca todo un referente del turismo activo y del ecoturismo.
Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa
El Camín Real de la Mesa ofrece rutas para todos los niveles, desde paseos suaves hasta montañismo técnico. El macizo de Peña Ubiña, con cumbres que superan los 2.400 metros, es ideal para las formas físicas más exigentes. Por el contrario, la Senda del Oso, mucho más familiar, ocupa el trazado de un antiguo ferrocarril minero y avanza a lo largo del valle del Trubia, conectando Proaza, Quirós, Teverga y Santo Adriano. Es quizás la vía verde más famosa del Principado: bien señalizada y con buen firme, cuenta con áreas recreativas para el descanso y es accesible a senderistas y ciclistas. Parte de Tuñón (Santo Adriano) y se bifurca como una “Y” hacia dos destinos igualmente sugerentes: Cueva Huerta, en Teverga, y Ricao, en Quirós. Atraviesa túneles, puentes, vegas, aldeas y bosques, siendo su punto más visitado el cercado donde habita la osa Molina. El embalse de Valdemurio, en pleno corazón de esta senda, es un lugar perfecto para hacer una pausa y disfrutar de la naturaleza remando en sus aguas tranquilas.
Más al sur, el camino se vuelve umbrío y profundo. El Hayedo de Montegrande, en Teverga, es uno de los mejores ejemplos de bosque atlántico maduro, con una atmósfera de penumbra vegetal que desemboca en la Cascada del Xiblu, espectacular caída de agua vertical que recompone el alma del caminante.
Si lo que se busca es emoción condensada en poco espacio, el Desfiladero de las Xanas no decepciona. Conocida como el “mini Cares”, es una ruta corta pero espectacular. En unas 2 o 3 horas se recorre un sendero tallado en la roca, con túneles, puentes y vistas vertiginosas sobre el río Viescas, para luego adentrarse en un frondoso bosque.
Ya en las alturas, los Puertos de Marabio son una altiplanicie de caliza declarada Monumento Natural. Un paisaje de dolinas, grandes pastos, brañas y lagunas que resulta ideal para caminar en familia o para pedalear entre ganado en libertad y veredas centenarias. El Picu Caldoveiro (1.351 m), cota máxima de estos puertos, da nombre también a una sierra de 11.000 hectáreas que es Paisaje Protegido.
En el flanco oriental de la comarca, la ruta del Puerto de Agüeria que parte de Llindes (Quirós) ofrece a los montañeros un recorrido exigente entre calizas, hayedos y majadas, hasta alcanzar un paisaje alpino puro y solitario.
Parque Natural de Somiedo
El concejo de Somiedo ha sido históricamente un espacio de convivencia entre dos comunidades rurales muy distintas: los somedanos residentes, sedentarios; y los vaqueiros de alzada, ganaderos trashumantes, con un estilo de vida basado en la migración estacional entre los valles bajos y los pastos de altura. La hermosa Braña de La Pornacal, junto con las no menos bellas de Mumián o Sousas, representan la esencia del mundo vaqueiro y su forma de vida.
Más arriba nos esperan los Lagos de Saliencia, joyas glaciales de un entorno puro e inmutable. Desde el Alto de la Farrapona (1.708 m) puede iniciarse una ruta de 14 km (ida y vuelta), para descubrir los cuatro lagos principales: La Cueva, Cerveriz, La Mina y el imponente Calabazosa o Lago Negro, el mayor y más profundo. El sendero, de dificultad media, ofrece vistas espectaculares y permite conectar también con el Lago del Valle, otro de los enclaves más emblemáticos de esta Reserva de la Biosfera -este último lago también se puede visitar por separado, a través de una ruta altamente recomendable, de apenas 6 kilómetros, que iniciamos en la localidad de Valle de Lago.
En este entorno de los lagos, a 1600 metros de altitud, se celebra cada 21 de septiembre la romería de la trashumancia, para rendir homenaje a esa antigua actividad nómada de ovejas merinas que unió Castilla y Extremadura con los pastos somedanos (desde la Edad Media hasta bien entrado el siglo XX).
En otoño, los bosques de Somiedo y de parte de la comarca se llenan de visitantes con la berrea del venado; y en primavera, con algo de suerte y mucha paciencia, podremos disfrutar del avistamiento del oso pardo en libertad, mientras avanza por las laderas, escarba raíces o pasta en los piornales. Existen en la zona distintas agencias de turismo activo que ofrecen un buen número de experiencias en naturaleza, como la propia observación de fauna salvaje.
Turismo en el Camín Real de la Mesa
En el corazón de esta comarca, dispersas entre montañas y valles, sobreviven algunas de las poblaciones más singulares y representativas de la Asturias rural. Desde Oviedo/Uviéu se puede llegar en coche a estos lugares en trayectos de entre media hora y hora y media, según el destino. La A-63 lleva a Grau/Grado, y las carreteras AS-228 y AS-227 conectan con el resto de los concejos.
Senderistas, cicloturistas y amantes de la naturaleza en general encontrarán todo tipo de alojamientos: casas rurales con encanto, hoteles y hostales familiares, apartamentos turísticos, albergues o refugios.
La gastronomía de la zona se sustenta en productos locales y recetas tradicionales. Platos contundentes como el pote de berzas, la carne de ternera asturiana, la de caza, el pan de escanda o quesos como el Afuega’l pitu, con Denominación de Origen Protegida o dulces caseros como borrachinos o arroz con leche. Es una cocina sencilla y sabrosa, muy unida al paisaje, al ganado y a la vida en las brañas.
Un recorrido por las localidades más destacadas nos conduce en primer lugar a Grau/Grado, capital de la tierra “Moscona” y la villa más bulliciosa de toda la comarca. La Primera Flor es una gran feria tradicional que se celebra después de Pascua y ha sido reconocida como Fiesta de Interés Turístico del Principado. Incluye el Certamen de la Faba Asturiana con sello IGP, muchas actividades festivas y una romería muy popular para dar la bienvenida a la primavera. Por otro lado, el mercáu de Grau/Grado, que anima la villa cada miércoles y domingo, es el más antiguo de Asturias. Nació al abrigo de los caminos —el de Santiago y el Camín Real de la Mesa— y aún hoy late con fuerza, entre embutidos tradicionales, quesos curados, bollos preñaos y panes de escanda. En las aldeas del oriente del concejo, la escanda o espelta (una de las variedades de trigo más antiguas de la humanidad) sigue sembrándose a mano y desgranándose con mesorias. Aún pueden verse en esta zona viejos pisones, hornos y molinos asociados a la antigua elaboración artesanal de estos panes.
El concejo de Belmonte de Miranda, ofrece una serenidad inusual, sin ruido ni prisas, y una vida marcada por la ganadería, la caza y la pesca fluvial en los cotos salmoneros del río Pigüeña, afluente del Narcea. En la capital del municipio se encuentra el Aula del Oro, un centro muy visual y entretenido donde se cuenta la historia de la minería del oro en Belmonte, desde la Edad del Bronce hasta hoy. Hay réplicas de joyas castreñas, minerales auténticos y hasta un pequeño arqueódromo donde podemos probar suerte como excavadores. Sin salirnos del concejo, visita obligada es la central hidroeléctrica de Miranda, una de las joyas del patrimonio industrial de Asturias. Construida a mediados del siglo XX, el arquitecto Joaquín Vaquero Palacios intervino aquí con un enfoque monumental y escenográfico que podemos admirar en toda su dimensión gracias a una visita guiada(se abre en una pestaña nueva).
Hablar de Candamo es adentrarse en uno de los valles más fértiles del centro-occidente asturiano. Situado a orillas del río Nalón, que lo atraviesa de sur a norte, es un concejo eminentemente rural, famoso por sus huertas, su cueva prehistórica y por sus fresas, que cada primavera tienen un festival en exclusiva.
El municipio de Las Regueras está salpicado de caseríos y colinas suaves, y tiene en Santullano su núcleo más significativo. La iglesia románica de Santa María, el yacimiento romano de Andayón o su ruta de los molinos son ejemplos del discreto pero rico patrimonio de este concejo. Además, el Camino Primitivo atraviesa Las Regueras en su primera etapa desde Oviedo, recorriendo apenas 13 kilómetros pero con grandes incentivos culturales como la ya citada iglesia prerrománica de San Pedro de Nora o las Termas Romanas de Valduno, uno de los baños romanos mejor conservados de la Asturias rural. El yacimiento se encuentra junto a la iglesia de Santa Eulalia de Valduno y está acondicionado para la visita.
Proaza y Santo Adriano, ligados ambos al río Trubia, son puntos estratégicos del senderismo familiar gracias a la Senda del Oso, pero también guardan perlas patrimoniales como Banduxu (Proaza), una aldea considerada la más antigua y mejor conservada de Asturias por su conjunto medieval; con la Torre de Tuñón, del siglo XI, y la iglesia de Santa María, ambos declarados Bien de Interés Cultural. En Santo Adriano, el Ecomuseo La Ponte nos propone una visión crítica y participativa del mundo rural, abordando temas como la oralidad, género y territorio, desde una pedagogía abierta y viva. No podemos olvidar la joya prerrománica de este municpio: la iglesia de Santo Adriano de Tuñón, ni el puente medieval de Villanueva que, por su aspecto y factura, suele recibir el apelativo de “romano” y que es una pequeña joya de ingeniería tradicional. También en Villanueva encontraremos un ejemplo destacado del románico rural asturiano: la iglesia de San Romano (siglo XII-XIII). Conserva su estructura original y en su interior se conservan pinturas murales.
Quirós, Teverga y Somiedo, con sus respectivas capitales Bárzana, San Martín y Pola de Somiedo, son auténticos baluartes de la etnografía asturiana. Diversos espacios ayudan a poner en valor esa herencia. El Museo Etnográfico de Quirós, instalado en la antigua central de Las Agüeras, reconstruye la vida agrícola, minera y textil del valle, en diálogo con el paisaje real que lo rodea. El Ecomuseo de Somiedo ahonda en la cultura vaqueira: los teitos, los utensilios de filandón, las rutas de trashumancia y del éxodo rural. En Teverga, existen actividades de aventura organizadas que nos permiten subir a las brañas a caballo, y así vivir en primera persona “una de vaqueiros”.
Yernes y Tameza, el concejo más pequeño y menos poblado de la comarca, ofrece precisamente por ello el mayor grado de conservación. Un reducto de autenticidad entre castaños, ganaderías, huertas y una arquitectura tradicional bien conservada a base de hórreos, paneras y teitos, que aún forma parte del paisaje cotidiano.
La comarca del Camín Real de la Mesa es un territorio de equilibrio perfecto entre lo humano y un paisaje que respira. Para quien busque algo más que un selfie con vistas, este es su lugar soñado.
Galería de Imágenes
Mapa
Qué ver
- 7 razones de Somiedo para ser Maravilla Natural de España.
- Fragua romana El Machuco, Aula del Oro y Braña de Cuevas en Belmonte de Miranda.
- Cueva de la Peña en Candamo, Villa de Grau/Grado y mercado dominical.
- San Pedro de Nora en Las Regueras.
- Banduxu, Senda del Oso, Santo Adriano de Tuñón.
- La colegiata de San Martín de Teverga y el Parque de la Prehistoria.
- Pedroveya, Tejo de Bermiego, Chanuces, Escuela de Escalada en El Ḷḷano.
- Valle de Lago, Villar de Vildas, la Pornacal, La Peral y la Farrapona.
