Bajo Nalón

- Título Municípios que a compõem
Comarca Bajo Nalón
En la costa central de Asturias, donde el río Nalón entrega su gran caudal al Cantábrico, nace una comarca desbordante en encanto. Un paisaje ondulado y bravo al mismo tiempo, con caminos que bordean acantilados y se abren a vistas que quitan el aliento. Las playas también conservan su carácter indómito, y la arquitectura prerrománica resiste entre vegas fértiles y cotos salmoneros. Los antiguos cargaderos de los muelles, testigos del pasado carbonero, ceden hoy el protagonismo a una ría abierta al ocio náutico. En sus aguas, siempre generosas, la angula regresa cada año con la pureza intacta de los ciclos naturales.
Historia del Bajo Nalón
Los límites naturales del Bajo Nalón, entre el mar y el río, no solo definieron su geografía, también lo convirtieron en escenario de una historia intensa y decisiva. El promontorio del Castillo de San Martín, en Soto del Barco, condensa más de dos mil años: fue castro, luego enclave romano, necrópolis cristiana y, por si faltaba algo, fortaleza medieval. Esa continuidad se percibe también en Pravia, donde los arqueólogos sitúan la ciudad romana de Flavionavia, allá por el siglo I. El concejo vivió su etapa más gloriosa cuando el rey Silo trajo aquí la corte del Reino de Asturias, en el año 774, abandonando las montañas de Cangas de Onís. Reinó de forma breve (774-783), al igual que sus sucesores, Mauregato (783-789) y Bermudo I (789-792); apenas 18 años de corte en Pravia, pero suficientes para que el Bajo Nalón se convirtiera en centro neurálgico de la historia asturiana. Presumiblemente, aquí se levantó el primer conjunto palaciego de la monarquía asturiana, aunque la evidencia arquitectónica que ha llegado a nuestros días se limita principalmente a la iglesia de Santianes: modesta en tamaño, inmensa en valor histórico, y considerada el templo prerrománico más antiguo de Asturias.
En los siglos medievales y modernos, el Bajo Nalón conservó su peso a la sombra de nobles y clérigos. Quedan huellas elocuentes: en Muros de Nalón, el Palacio de Valdecarzana y la Plaza del Marqués (siglo XVI), donde aún se celebra el viejo mercado fundado por Carlos I; en Pravia, su solemne Colegiata y el señorial Palacio de Moutas, orgullo dieciochesco de la villa.
En el siglo XX, San Esteban (Muros del Nalón) se convirtió en el gran puerto carbonero de España. El silbido del Ferrocarril Vasco-Asturiano, llegado en 1908, lo encadenó al corazón industrial de Asturias. Grúas colosales (Babcock & Wilcox), cargaderos y robustos norays aún vigilan el muelle donde el carbón, venido de Turón y Aller, partía hacia el País Vasco y el Mediterráneo. Hoy, la Senda Carbonera recorre ese legado paso a paso, hasta llegar a las tolvas de El Carbayo, enormes depósitos que en su día almacenaban miles de toneladas de mineral.
En la otra orilla de la ría, L'Arena (Soto del Barco), vivió tiempos de esplendor con su industria conservera, que llegó a albergar hasta trece fábricas. Hoy, cuando el bullicio fabril ha cesado, pervive una tradición casi ancestral: la pesca de la angula. Solo unos pocos marineros autorizados, cedazo en mano y farol al cinto, siguen saliendo en noches oscuras, guiados por la luna menguante. El fruto de esa paciente actividad llega a la famosa lonja de L’Arena, donde se subasta la mayor cantidad de angula de toda Asturias.
A comienzos del siglo XX, muchos hijos del Bajo Nalón regresaron de América con fortuna en los bolsillos y un mundo nuevo en la cabeza. Transformaron sus pueblos con palacetes coloridos, jardines de ultramar, escuelas, calles y fuentes. Somao, en Pravia, es el emblema de aquel sueño indiano. Distinguido como Pueblo Ejemplar de Asturias en 2020, alberga un sencillo itinerario que nos va acercando a bellas construcciones de la época, como El Noceo o la Casa Amarilla.
Naturaleza y paisajes del Bajo Nalón
Desde lo alto, la desembocadura del Nalón -el río más largo y caudaloso de Asturias- traza una línea de agua que une y separa a un tiempo las tierras de Pravia, Soto del Barco y Muros de Nalón. En este pequeño territorio de poco más de 150 km² conviven espacios fluviales protegidos y paisajes abiertos al mar. Por aquí discurre uno de los tramos más hermosos del Camino de Santiago del Norte, Patrimonio de la Humanidad. La ruta jacobea entra en la comarca por Soto del Barco, pasa por Muros y continúa hacia Cudillero. En otros tiempos, los peregrinos cruzaban, con más fe que seguridad, el ancho Nalón en barca desde El Castillo. Hoy el recorrido puede hacerse entero, salvo ese tramo, ya que la barca ha desaparecido. Desde el embarcadero, se vuelve a la carretera de L’Arena, se gira hacia Soto del Barco y se cruza el Nalón por el actual puente de la N-632.
Desde el mirador de Monteagudo, se abarcan de un vistazo los meandros y la ría del Nalón, los pueblos que la escoltan y, al fondo, el Cantábrico. Es un lugar que invita a imaginar caminos; la mirada traza itinerarios posibles en un paisaje amable, ideal para perderse en rutas a pie o en bici. Como ocurre con la ruta del Narcea, que parte de Pravia y recorre vegas, paisajes y bosques ribereños. A lo largo del camino se asoma a cotos míticos de pesca del salmón, como Puente Quinzanas o La Figal. Seremos también testigos de la confluencia del Narcea y el Nalón, un espacio muy propicio para la educación ambiental y el entrenamiento de piragüistas.
La sencilla ruta Pravia – Santianes también nos acerca a las orillas del Nalón, entre alisos, bosques de ribera y grandes zonas de cultivos. Estas fértiles vegas fluviales, antaño ocupadas por pequeñas explotaciones ganaderas, han vivido en las últimas décadas una auténtica revolución agrícola. La calidad excepcional de sus suelos favorece cultivos de alto valor como el kiwi o la faba. El itinerario hacia Santianes atraviesa el puente colgante de La Isla, con bellas vistas del río, y culmina en la hermosa iglesia prerrománica de San Juan de Santianes.
Playas del Bajo Nalón
El litoral del Bajo Nalón despliega un mosaico cambiante de playas y rincones de baño, con la belleza intacta del entorno y una diversidad que va del arenal abierto a la cala escondida. La playa de Los Quebrantos y el Playón de Bayas conforman la mayor de Asturias, con un horizonte abierto que une los concejos de Soto del Barco y Castrillón, perfecta para el baño y el surf. Además, en una amplia zona del playón de Bayas se permite el acceso con perros durante todo el año, sin limitaciones horarias, siendo una de las pocas playas asturianas con esa autorización permanente.
El concejo de Muros del Nalón guarda calas más íntimas y resguardadas, como Xilo (Veneiro),  Las Llanas o El Garruncho. Y en San Esteban, las piscinas de agua salada completan la oferta estival con gran afluencia en los meses cálidos. La playa de Aguilar, también en Muros, es una de las más fotografiadas de Asturias gracias a su tómbolo de roca alzándose en medio de las mareas. Es también la más visitada del concejo, con buen acceso en coche, aparcamiento, chiringuitos y paseo marítimo. Desde allí parte (o termina) la Ruta de los Miradores, un paseo fácil y bien señalizado que recorre los acantilados entre San Esteban y Aguilar. Catalogado como Sendero Azul, son 12 kilómetros ida y vuelta por un camino que nos regala una experiencia sensorial completa: playas de arena fina, calas secretas, áreas de descanso, arboladas, terrazas naturales que invitan a detenerse para avistar aves marinas y respirar el pulso lento de esta costa, más bella cuanto más escarpada. La senda se puede recorrer en bicicleta, igual que muchas otras rutas de cicloturismo en el Bajo Nalón.
Consejos para una visita al Bajo Nalón
La comarca goza de excelentes accesos tanto por carretera como por tren. Se encuentra a escasos 20 kilómetros de Avilés, y a menos de 50 de Gijón/Xixón y Oviedo/Uviéu a través de la autovía A-8. La N-432 la recorre internamente. El aeropuerto de Asturias también está cerca, en el vecino municipio de Castrillón.
La ría del Nalón y su franja costera es un entorno ideal para disfrutar de la navegación. Los clubes náuticos de L’Arena y San Esteban facilitan salidas turísticas al mar o travesías por la ría que pasan por enclaves históricos como el Castillo de San Martín o el Palacio de la Magdalena.
La práctica del surf y paddle surf está garantizada tanto en Los Quebrantos, como en Aguilar, con escuelas que imparten cursos para todos los niveles y organizan campamentos y estancias.
En tierra firme, el casco histórico de Pravia bien merece una visita, pues conserva ese poso noble y sosegado de las cosas bien asentadas con los siglos, sobre todo en el entorno del Palacio de Moutas.
Por su parte, las calles de la villa de Muros también tienen alma de otra época, con casonas, plazas con solera y entornos palaciegos como el de Valdecarzana o el del Marqués de Muros.
El antiguo puerto carbonero de San Esteban, cargado de historia minera y ferroviaria como se ha visto, fue lugar de inspiración para el poeta nicaragüense Ruben Darío. Hoy, con aún más encanto poético, sigue siendo una parada imprescindible para quienes recorren la comarca con sensibilidad y curiosidad cultural.
Por su parte, el puerto de L'Arena es uno de esos sitios que invitan al silencio y la contemplación. Con sus barcas quietas y el vaivén de las mareas, parece sacado de una pintura costumbrista.
La gastronomía de la comarca es un festín para los sentidos, un surtido pensado para reyes y poetas del buen yantar. Comer bien es una obligación. En villas, aldeas, puertos y playas abundan los restaurantes y sidrerías donde la cocina asturiana y la buena sidra se disfrutan con intensidad. Cada primer fin de semana de marzo L'Arena celebra su Festival Gastronómico de la Angula, (Fiesta de Interés Turístico del Principado), donde se rinde homenaje a este prodigio culinario. En las tierras fértiles de Pravia se cosechan algunas de las mejores “fabes” de Asturias, también kiwis, arándanos y excelentes productos de la horticultura que cada mes de agosto se exponen para su venta en su popular Festival de la Huerta. Los ríos Nalón y Narcea aportan truchas y salmones, y del mar Cantábrico llegan pixines (rapes), lubinas, xargos y percebes, oricios y andaricas. No faltan los dulces tradicionales, como esas “bollinas”, elaboradas en la localidad de Riberas. Un postre de masa fina y relleno de nuez, azúcar y anís, distinto de “les casadielles” y fiel a la receta de las abuelas. Entre los quesos destacan el Afuega’l Pitu (con DOP) y las variedades del Rey Silo.
Esta es una tierra donde se vive bien, con ese ritmo sereno que los urbanitas llaman “desconexión”. Pero aquí se desconecta celebrando el Xiringüelu: folixa pagana y bulliciosa donde el vínculo con la tierra se renueva al compás de la música y la sidra. Cada primer domingo de agosto, en el prau Salcéu de Pravia, las peñas de amigos engalanan sus casetas y cumplen, una vez más, con este ritual tan asturiano.
La comarca del Bajo Nalón ha atraído a lo largo del tiempo a escritores, pintores y viajeros sensibles al poder evocador de su paisaje. Poetas como Ángel González o el ya citado Rubén Darío encontraron en esta tierra un ritmo distinto. También el artista Joaquín Sorolla, siempre atento a la luz atlántica, pasó varios veranos en la comarca realizando más 50 obras inspiradas en el mar, la pesca, el campo y las costumbres asturianas. Y es que todo en esta tierra parece formar parte de un mismo lienzo, pintado con calma para atrapar su luz cambiante y esa manera sencilla y esencial de disfrutar la vida.
Galería de Imagens
Mapa
O que ver
- San Esteban y Faro.
- Ruta de los Miradores y Capilla del Espíritu Santo.
- Playa de Aguilar.
- L' Arena y Playa de los Quebrantos.
- Pueblo y Embarcadero de El Castillu.
- Villa de Pravia y pueblo de Somao (arquitectura indiana).