Iglesia de San Salvador de Valdediós
- Título Villaviciosa Oriente de Asturias
- Dirección Dirección: ■ 33312 - Valdediós
- Teléfono Teléfono: 985 974 966
- Correo electrónico Correo electrónico: reservas@monasteriovaldedios.com
- Sitio Web Sitio Web: https://monasteriovaldedios.com
Se suele decir de San Salvador de Valdediós, conocido cariñosamente como El Conventín, que es la última gran obra de arte de la monarquía asturiana y una de las joyas indiscutibles del Arte Prerrománico Asturiano. Ubicado en un valle natural de gran belleza, a escasos kilómetros de la villa de Villaviciosa, su importancia arquitectónica es extraordinaria e influyó de forma considerable en el arte románico posterior.
Ubicación y contexto histórico
La iglesia se erigió bajo el mandato de Alfonso III, El Magno, poco antes de que la capital del reino se trasladase a León. En su interior, una lápida de mármol narra su consagración en el año 893 con la presencia de siete obispos; entre ellos algunos tan relevantes como los de Santiago, Lugo, Astorga o Zaragoza. Había mucho en juego en esta ceremonia de Valdediós: la reorganización eclesial, no sólo en tierras asturianas sino en el conjunto de los reinos cristianos del Norte.
El Rey Alfonso III y la fundación de "El Conventín"
La consagración contó además con el patrocinio regio, tal y como quedó inmortalizado en el imafronte o fachada principal con un relieve de la Cruz de la Victoria -signo sustancial de la monarquía asturiana.
Alfonso III siempre mantuvo un fuerte vínculo con este lugar, pues no sólo ordenó la construcción de la iglesia sino que lo eligió para su retiro, una vez desposeído del trono por su hijo García I de León. De hecho, los historiadores siempre han mantenido que este templo pertenecía a un complejo palatino más amplio, ubicado dentro de este bucólico valle conocido desde antiguo como Boige o Boides.
Un "Valle de Dios"
Tres siglos después de su consagración se levantaría junto al Conventín un monasterio cisterciense, el de Santa María de Valdediós. Serían los propios monjes del císter quienes renombrarían este recóndito y fértil valle con el más beato de "Valle de Dios", "Valdediós". Surtido de árboles centenarios y de arroyos de agua fresca, el tiempo aquí se detiene, queda suspendido en forma de silencio y paz. La silueta armoniosa del propio templo está en perfecta comunión con el paisaje y permite ser observada desde todos los ángulos. En un primer acercamiento ya tomamos buena nota de sus verdaderas proporciones y méritos.
Arquitectura y características constructivas
Declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931, se levanta en plena encrucijada histórica, logrando sincretizar distintas corrientes culturales y artísticas en un mismo tiempo y lugar. Una síntesis magistral que anticipa, con un siglo de antelación, formas muy reconocibles del primer románico europeo. En la fachada sur, por ejemplo, hallamos un alargado pórtico (cerrado y abovedado) para el acceso del monarca. La existencia de un porche en una iglesia prerrománica es un hecho excepcional que siglos más tarde cuajará en innumerables parroquias del románico castellano, sirviendo como lugar de reunión y vida comunitaria.
Arte Prerrománico tardío, fusión de estilos medievales
Su sincretismo es excepcional también en el interior. La planta basilical, sus tres naves abovedadas y la verticalidad de sus proporciones recuerdan a San Miguel de Lillo, mientras que la luminosidad cenital de algunas de sus ventanas y otros motivos decorativos se inspiran en el estilo mozárabe de tierras leonesas. Los capiteles de la capilla mayor presentan el típico collarino sogueado, el ábaco y otros motivos trenzados propios del estilo asturiano. Sin embargo, los capiteles del resto de la iglesia (a excepción de los de las capillas laterales, de tradición corintia) pertenecen a un taller escultórico procedente de Al-Andalus.
Una tribuna para el monarca
Del pórtico sur parte una escalera que permitía a Alfonso III acceder a una tribuna elevada con vistas privilegiadas al altar. La tribuna se Iluminaba por un ventanal decorado con roleos y coronado con tres cruces. La central es la Cruz de la Victoria, de un majestuoso amarillo oro, con joyas y piedras preciosas pintadas magistralmente; de sus brazos cuelgan las letras alfa y omega. Este trono eclesial era una muestra más de la autoridad omnipotente del monarca.
Valor patrimonial, entorno y visita
La obra pictórica de Valdediós no sólo embellece sino que comunica un mensaje de dimensiones teológicas, potenciado por un juego de luces que resulta cuidadosamente orquestado. La nave central, más alta que las laterales, permite que la luz se filtre a través de una serie de vanos en los muros superiores, propiciando una iluminación envolvente que invita a la introspección y al recogimiento. Bajo esta atmósfera las pinturas (restos de una decoración original de herencia visigoda y tardorromana) brillan con luz propia. La rica decoración pictórica de la que hizo gala en su tiempo perseguía elevar el espíritu gracias a un efecto hipnótico. Dibujos geométricos entrelazados y motivos vegetales, cruces triunfales y crismones, restos de figuras humanas... Los fragmentos mejor conservados se hallan en la capilla mayor. En su arco triunfal la peculiar decoración en zig-zag de la arquivolta remite a un arte cristiano primitivo de tierras egipcias. En su bóveda destacan los casetones, una secuencia de círculos y cuadrifolios dispuestos con una asimetría calculada que recuerda al ábside central de Santullano.
En los muros Valdediós también descubrimos inscripciones imprecatorias y maldiciones talladas con efecto disuasorio. Como la que existe en el acceso principal que conduce al vestíbulo, donde una advertencia desafía a quienes busquen profanar la iglesia o su legado:
"Que este templo sea llamado San Salvador… Todo aquel que intentare quebrantar mis ofrendas, desaparezca por completo; sea privado, oh Cristo, de tu luz y tráguele vivo la tierra."
Pero si no vamos con malas intenciones, esta iglesia nos recibirá con los brazos abiertos y su poderoso legado artístico. Un lugar mágico donde el hermosísimo paisaje también perdura en forma de historia y cultura.