La importancia del 2018 como un año de efemérides
Su mejor expresión es una cueva natural escenario de la Historia donde se venera una imagen de la Virgen a la que la sociedad asturiana hace cien años coronó en sus corazones.
Precisamente en 2018 se celebró el primer centenario de la Coronación Canónica de la Virgen de Covadonga, además del primer centenario de la puesta en marcha del Parque Nacional de los Picos de Europa y el 1300 aniversario del origen del Reino de Asturias, y coincidiendo con esta triple efeméride, se celebró un Año Jubilar Mariano, que permitió ganar el jubileo y lucrar indulgencia plenario a los miles de peregrinos que llegaron hasta Cuadonga/Covadonga.
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Virgen de Covadonga
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Vista de la Basílica de Covadonga
Cien años de una coronación
En 1918 la Virgen de Covadonga fue coronada el el Real Sitio
Íntima es la vinculación entre Cuadonga/Covadonga y la devoción mariana, pues aunque pudiese tratarse de la cristianización de un anterior culto pagano a las aguas o divinidades naturales, ciertamente desde época medieval el lugar es claramente un sitio de devoción a la Virgen María.
Una devoción que tiene sus primeras leyendas en época de Pelayo y Alfonso I, pero que sin duda alguna desde finales del siglo IX se relaciona con el triunfo bélico y el culto a la denominada "Virgen de las Batallas". Esto acaba generando el establecimiento de una comunidad al servicio del santuario y un primer flujo de peregrinos que lo visitan con devoción, acogiéndolo la monarquía española bajo su patronato como símbolo material de sus orígenes dinásticos.
Pero, aunque fuera un lugar de gran importancia devocional e identitaria para la región asturiana —en especial para la zona más oriental—, su gran espaldarazo vendrá en el siglo XIX de la mano del obispo Sanz y Forés. Movido por la revitalización del culto mariano decimonónico, durante su episcopado buscará dotar a CovadongaCuadonga/Covadonga tanto de edificios y otros bienes materiales como de diversas gracias que solicitará a Roma como el patronazgo de la región, la existencia de una festividad propia o las indulgencias y jubileos a los que acudieran. Algo que dará nueva vitalidad al santuario y al culto a la Santina, que tendrá su mejor expresión en su coronación canónica hace cien años.
Es poco conocido el nacimiento y desarrollo de la devoción mariana de Covadonga en los primeros siglos medievales, aunque es muy probable que la tradición de la intervención milagrosa de la virgen en el combate pelagiano desembocara en una primera veneración a esta "Virgen de las Batallas". En el siglo XII aparecen los primeros testimonios que acreditan la existencia de un lugar de culto en Covadonga, que pronto recibirá el apoyo de los reyes castellanos y, desde la Modernidad, de la propia Monarquía Hispánica, interesada en potenciar su hito fundacional en este lugar de la geografía asturiana. Sin duda este apoyo redundará en una extensión de la devoción y el aumento de las peregrinaciones, los votos y las promesas, que ha sido incesante a lo largo de la historia.
El 8 de septiembre de 1918 el Santuario vivió un acontecimiento excepcional. Con motivo del XII Centenario de la Batalla de Covadonga, la imagen de la Santina con el Niño fue coronada canónicamente. Se trata de un rito litúrgico que señala la noción de la Virgen María como Reina de la Iglesia. Una gracia que el obispo de Oviedo había pedido para la ocasión al papa, y que tomó forma ese día en Covadonga contando con la presencia de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battemberg, así como con el cardenal Victoriano Guisasola Menéndez, varios obispos y multitud de fieles y devotos.
Durante la Guerra Civil se clausuró el Santuario, se retiraron los elementos de culto, y se destinó a hospital. A instancias de Indalecio Prieto, el Comité Provincial del Frente Popular encomendó a Faustino Goico-Aguirre, delegado provincial de Bellas Artes, que recogiese la imagen de la Virgen de Covadonga, que había sido celosamente guardada por unas monjas y enfermeras que trabajaban en el hospital habilitado en el santuario y la trasladó a Gijón, al Ateneo Obrero. En septiembre de 1937 la imagen fue trasladada a la embajada española en París, junto con otras obras artísticas. A finales de marzo de 1939, a punto de acabar la guerra, se conoció la noticia de la presencia de la Virgen en la embajada. El nuevo gobierno nacional y el obispado ovetense organizaron su retorno al Santuario, a donde llegaría el 6 de julio de 1939.
Historia de un Centenario
El centenario de 1918 y la coronación canónica de la virgen fueron el momento idóneo para que se compusiera un himno que sirviese de seña de identidad musical al santuario y a la devoción mariana, así como de rememoración de los hechos históricos de Cuadonga/Covadonga, con indudable valor para Asturias y para toda España. Fue una iniciativa iniciada por Don Fermín Canella, rector de la Universidad de Oviedo y cronista de Asturias, por la que se convocó un concurso de composición, y fue seleccionada la obra de Sagastizábal, con letra de Restituto del Valle. Así, en septiembre de 1918 sonó por primera vez en el santuario el "Bendita la Reina de nuestras montañas, que tiene por trono la cuna de España", que tantas veces hasta hoy ha podido oírse.
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Santa Cueva
Una gruta con mucha Historia
Esta etimología testimonia claramente la importancia que el culto mariano tiene en este enclave. Algunas leyendas hablan de un eremitorio rupestre en época de Pelayo o una fundación por parte de Alfonso I, pero lo cierto es que sólo se documenta una comunidad monástica en Cuadonga/Covadonga desde principios del siglo XII.
Sea como fuere estamos ante una devoción milenaria en un escenario de exuberante naturaleza donde lo imponente de las montañas, la frondosidad del bosque, la fuerza del agua y en definitiva la grandiosidad del paisaje componen un conjunto de infinita belleza y apto para el culto espiritual.
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Entorno del Santuario de Covadonga
En las Historias que se difunden desde el siglo IX figura claramente una localización precisa de una cueva en las estribaciones del Monte Auseva donde se refugiaron los cristianos que lucharon en una victoriosa gesta. La intercesión de la Virgen hizo de esta gruta un templo mariano que pronto se convierte en un símbolo de la victoria de la fe, contribuyendo su situación agreste y remota a su singularidad. Todo ello vendría sancionado por la propia Corona, pues pronto se convertiría en un santuario de patronato real y receptor de prebendas.
Desde entonces la Santa Cueva, custodiando la imagen de la Virgen intercesora de la victoria de Cuadonga/Covadonga y los restos de los primeros reyes astures, se consolida como el corazón de un santuario que aúna la fe mariana, la naturaleza y la tradición histórica, al cuidado de una comunidad aquí instalada. Pronto se convierte en destino de peregrinación por parte de romeros de toda Asturias y de otros territorios.
El templo colgante, el "Milagro de Covadonga"
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Vista Panorámica de la Santa Cueva
El primer templo del que se tiene constancia en Cuadonga/Covadonga estaba situado en la propia gruta, ganándole espacio al aire. Se trataba de una pequeña estructura de madera —salvo una capilla pétrea que albergaba la imagen— que, salediza, quedaba encajada en la cueva y apoyada sobre una viguería volada que parecía colgar de la montaña. Era el llamado "Milagro de Covadonga", pues se pensaba que habría sido construido por ángeles para la gloria de la Virgen. A él se accedía por la Escalera de las promesas, aún hoy existente, que ascendía hasta la cueva, en paralelo a la vieja colegiata.
El incendio de 1777
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Grabado de la cueva antes de 1777
Este complejo constituía el Santuario de Covadonga que visitaron ilustres eruditos y nos describieron, y es el que tomó bajo su protección directa la Corona española decididamente desde Felipe II. Sin embargo, el 17 de octubre de 1777 un fortuito incendio —posiblemente producido por las lámparas de la capilla— redujo el templo a cenizas, perdiéndose alhajas, exvotos, ornamentos y la propia imagen de la Virgen. La construcción en madera y su escarpada ubicación hicieron imposible combatir el fuego, y ese día se perdió completamente un patrimonio cuyos restos se sacaron del río días después.
El fallido proyecto de Ventura Rodríguez
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Xilografía de la Colegiata en 1860
Tras el incendio los canónigos acudieron a la Corona para lograr fondos que permitieran la reconstrucción. La Cámara de Castilla encargó al prestigioso arquitecto Ventura Rodríguez, de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, diseñar el nuevo templo. Planteó en 1780 una majestuosa basílica neoclásica de dos plantas sobre el estanque frente a la cueva. El protagonismo lo tenía la monarquía, centrando el templo en el mausoleo de Pelayo y manteniendo a la Santina en la cueva, visible tras un ventanal. Aunque desembolsado un primer presupuesto, la oposición de los canónigos ante el diseño hizo que sólo se pudiera construir y canalizar el estanque bajo la cueva y en 1796 se paralizaron definitivamente las obras.
Un siglo XIX bajo el influjo de Roberto Frassinelli
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Camarín de Frassinelli en 1906
La visita al Santuario de los Duques de Montpensier en 1857, y sobre todo la del año siguiente de la reina Isabel II supuso un impulso de reactivación de las obras en Cuadonga/Covadonga. A la propia Reina le presentó Nicolás Cástor de Caunedo un proyecto de templo historicista como nuevo monumento a la monarquía pelagiana. Pero este proyecto tampoco se llevó a término, al igual que otros intentos por parte de la Comisión Provincial de Monumentos. Habrá que esperar al episcopado de Sanz y Forés y su encargo a Roberto Frassinelli para ver una remodelación de la cueva en 1875: la disposición de un camarín de madera tallada con una profusa decoración inspirada en el arte prerrománico asturiano, donde se colocó la Virgen dejando el resto de la gruta diáfana.
La Santa Cueva en la actualidad
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Santa Cueva
Acabada la Guerra Civil, los destrozos provocados en la gruta permitieron el desmantelamiento del camarín y la construcción del entorno que hoy es visible en la gruta. Misión encargada al arquitecto Luis Menéndez Pidal, quien buscó dar protagonismo al ambiente natural de la cueva y su paisaje junto a la propia imagen, construyendo para ello una pequeña capilla o sacristía siguiendo patrones del prerrománico asturiano y buscando una ornamentación sobria que convirtiera a la propia cueva en un verdadero templo natural.
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Interior de la Basílica de Covadonga
La Basílica de Covadonga
El día de consagración del Camarín de la cueva en 1874 el obispo de Oviedo, Benito Sanz y Forés, anunció a los fieles su intención de dotar al Santuario de un templo monumental. Aunque aún tardaría un par de años para poder ejecutarlo, se decidió levantar esta "Catedral de Covadonga" -como se denominó por muchos años- en el cerro del Cueto, una pequeña elevación en el centro del valle y frente al monte Auseva, que ofrece una espectacular perspectiva de la Santa Cueva y su entorno natural.
Fue nuevamente Frassinelli el escogido para hacer el diseño de la construcción, continuando con el revival medieval que había iniciado con el camarín, aunque escogiendo en esta ocasión el estilo neorrománico. El proyecto de Frassinelli no se ejecutó como estaba concebido y el responsable final de la obra fue el arquitecto Federico Aparici y Soriano. Así, en 1877 comenzaron las obras con el desmonte del cerro del Cueto, siendo el rey Alfonso XII— el encargado de detonar el primero de los barrenos.
Quince años después de aquel barreno el sueño de tantos fieles y peregrinos, de visitantes y viajeros de todas las épocas tomaba forma en medio de la frondosidad natural que siempre ha caracterizado este lugar en los Picos de Europa.
La Basílica de Covadonga lleva más de un siglo siendo uno de los iconos históricos y espirituales del Real Sitio, y aglutinando a miles de viajeros ávidos de descubrir todos los secretos de un lugar único en el mundo.
Aunque el primer proyecto de Frassinelli, empujado por monseñor Sanz y Forés, tuviese cuatro torres, las dos que resultaron en la construcción definitiva no restan para nada monumentalidad. La Basílica de Santa María la Mayor de Covadonga se alza en medio del verde valle del río que nace bajo la cueva y destaca claramente por el tono rosa de la caliza de Peñalba empleada. Está íntegramente construida —tanto su casi desconocida cripta como el exterior e interior del templo— en un estilo neorrománico donde la sobriedad impera. Y fue así como en 1901 la basílica era consagrada por un nuevo prelado ovetense, Ramón Martínez Vigil.
Junto a la Basílica, a finales del siglo XIX se levantaron otros edificios que venían a solucionar algunas deficiencias del Santuario, como la nueva colegiata o algunas casas para los canónigos. Pero, pensando especialmente en la acogida de los cada vez más numerosos peregrinos que desbordaban el antiguo Mesón, se construye para su alojamiento el Hotel Pelayo, guardando unidad estilística y cromática con el resto del complejo. El Gran Hotel Pelayo abrió sus puertas en 1909, y con más de cien años de historia a sus espaldas forma parte de la historia reciente del Real Sitio.
Apenas una década después de la inauguración del Gran Hotel Pelayo se pensó en ofrecer una segunda opción de hospedaje más modesta, por lo que se proyectó y alzó el Hostal Favila, que se encuentra en la misma explanada de la Basílica, muy próximo a la entrada de la Cueva. Fueron muchos los esfuerzos y desvelos que costó levantar el antiguo Hostal Favila - que se inauguró en 1931 -, y casi un siglo después, en la actualidad es otro de los edificios emblemáticos de Covadonga. Con el paso del tiempo lo que fue concebido como alojamiento se convirtió en Seminario Menor, y más tarde en la sede del Museo de Covadonga y la Escolanía, función que cumple a día de hoy.
Un espacio Ritual y de Peregrinación
Covadonga es un referente universal de espiritualidad
Cuadonga/Covadonga es mucho más que la Santa Cueva y la Basílica. Desde luego, el complejo del Santuario se completa con otras construcciones como los ya referidos Hotel Pelayo y Hostal Favila, además de otros. Pero, sin duda, Cuadonga/Covadonga es en buena medida las personas que allí están, las que viven y atienden el santuario o los peregrinos y visitantes que hasta allí se acercan. Son el paisaje humano de Cuadonga/Covadonga, tan rico y fundamental como el espiritual y el natural admirables en el Real sitio y su entorno
Historia de una Colegiata
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Claustro de la Colegiata de San Fernando
La Colegiata de San Fernando es el edificio más antiguo del Santuario, aunque no pervive en su forma inicial. A los pies de la gruta, a nivel del último tramo de la Escalera de las Promesas, existió un primer edificio monástico con claustro que servía como residencia al abad y los canónigos que desde al menos el siglo XII se encargaban del culto en el templo colgante. Era un edificio muy modesto cuya antigüedad atestiguan los sepulcros románicos que se conservan en el propio claustro de la Colegiata.
El paso del tiempo hizo que aquel primer edificio fuese deteriorándose y quedando inhabitable. Fue el patronazgo regio entre los siglos XVI y XVII el que dotó a la comunidad religiosa de un nuevo monasterio. Y así, de este empuje deriva el edificio que es hoy visible en un espacio aparentemente ganado al monte: una estructura rectangular de dos pisos en torno a un patio y claustro interior, con una torre en uno de los extremos y la capilla en el lado próximo a la cueva.
Tras la Guerra Civil, se levanta junto a la Colegiata un edificio gemelo que será la Casa de Novenas y en el espacio entre ambos se alza una fuente ornamental inspirada en la época de Carlos III.
La música sacra en Covadonga: La Escolania
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Escolanía de Covadonga
Desde siempre la música fue una de las señas de identidad del culto en Cuadonga/Covadonga. Desde el siglo pasado la música en el Real Sitio tiene una personificación en la Escolanía. Se trata de un coro de voces blancas que contribuye a la liturgia y la veneración a la Santina, dotando a las celebraciones de una particular solemnidad.
El grupo de niños cantores entre 8 y 18 años que forman esta Escolanía vive en el Santuario durante el curso escolar, pues en su actividad compaginan su formación académica con una gran preparación musical y coral bajo la dirección de reconocidos músicos.
Durante estas décadas, muchos antiguos escolanos han hecho de la música su actividad profesional —directores de orquesta, coros, profesores de conservatorio e instrumentistas—, y algunos de ellos como profesores de las siguientes generaciones de la Escolanía.
La presencia de las órdenes religiosas femeninas
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Órdenes religiosas femeninas
Aunque su presencia puede pasar muchas veces desapercibida, el Santuario de Covadonga debe mucho de su ser a las monjas que forman parte de la comunidad permanente en torno a la Santina. En la actualidad son dos las comunidades femeninas que conviven en Covadonga. Las que han llegado más recientemente son las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús, una congregación que desde finales de 2014 atiende a los peregrinos que llegan a la Casa Diocesana de Espiritualidad situada frente a la Colegiata de San Fernando. Ese año relevaban a las Esclavas del Corazón Inmaculado de María, que habían desempeñado esa labor desde 1968.
Por otro lado, las Hermanas Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo, una comunidad fundada en Brasil en 1984, están a cargo de los niños de la Escolanía.
Finalmente, se ha de señalar la presencia de las laicas consagradas pertenecientes a la Institución Teresiana que viven en Covadonga y se ocupan todos los días de la atención y mantenimiento de los ropajes de la Santina y la liturgia.
Una sucesión de peregrinos ilustres
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El Papa Juan Pablo II
Han sido muchos los peregrinos que a lo largo de la Historia han visitado Cuadonga/Covadonga. La gran mayoría de ellos son anónimos caminantes que han llegado hasta allí, pero otros nos han legado su nombre e incluso el relato de su travesía. Entre todos, cabe destacar una serie de nombres propios como el de la reina Isabel II, quien en 1858 acudió al Santuario en compañía de sus hijos Alfonso y Mª Isabel, que recibieron en la Cueva la confirmación por parte del capellán regio, San Antonio María Claret, fundador de los Claretianos.
Aunque no en peregrinación, sino viviendo en Cuadonga/Covadonga como canónigo, Pedro Poveda se dedicó en el Santuario al estudio de las cuestiones pedagógicas a principios del siglo XX, y en este lugar vería la luz su proyecto de fundar la Institución Teresiana, décadas más tarde, en 1954, peregrinó hasta Cuadonga/Covadonga el cardenal Angelo Roncalli, futuro papa Juan XXIII. Admirando la belleza del paisaje, el entonces patriarca de Venecia calificó a Cuadonga/Covadonga como una "sonrisa de la naturaleza". También rezaron ante la Santina san José María Escrivá de Balaguer, san Manuel González, la mierense Práxedes Fernández, y el papa Juan Pablo II, que la visitó en 1989.
Las Rutas de Peregrinación
Los caminos a Cuadonga/Covadonga
Muchas personas a lo largo de la Historia han dirigido sus pasos para vivir su devoción ante la Virgen de Covadonga o simplemente para disfrutar de la espiritualidad y naturaleza que allí se pueden experimentar. El caminar de estos viajeros, la mayoría anónimos, ha marcado sobre el mapa rutas y caminos que conducen desde diferentes lugares al Santuario y los Picos de Europa.
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Peregrino a Cuadonga/Covadonga
Así, por ejemplo, en 1759 el capitán ovetense Cipriano González Santirso camina desde Oviedo/Uviéu a Cuadonga/Covadonga en lugar de su anciano padre para cumplir una promesa hecha a la Virgen si curaba al propio Cipriano de una enfermedad infantil. En su caminar, recorre la franja centro-oriental del interior de la región hasta llegar a las faldas del Auseva para rezar ante la Santina.
Por otro lado, son numerosísimos los testimonios escritos y fotográficos de gente que a lo largo de los siglos acudía hasta este lugar a visitar el Santuario y los Lagos, hasta el punto de convertir la "Excursión a Cuadonga/Covadonga" en una costumbre imprescindible de asturianos, indianos y visitantes.
Ya fuera caminando, o más adelante aprovechando el tren que llegaba hasta las inmediaciones en el Repelao o motorizados con autobuses y automóviles, Cuadonga/Covadonga y su entorno natural ha sido - y son hoy - destino de multitud de visitantes que, movidos por la fe mariana o bien por el deseo de contemplar y conectar con su simpar entorno natural, acuden hacia allí desde todos los rincones.
Resultado de ello ha sido la consagración de varias rutas - hoy convenientemente señalizadas como GR tales como el recorrido clásico desde Oviedo/Uviéu o su prólogo en Mieres, que es la Ruta Peregrina; la Travesía Andarina que comienza en Gijón/Xixón; el Camín del Oriente que desde Llanes atraviesa el Cuera y se introduce en los Picos de Europa, o la Ruta de la Reconquista, también conocida como Camino Lebaniego, que hace la ruta una peregrinación entre Cuadonga/Covadonga y Santo Toribio de Liébana.
Un sentimiento llamado Covadonga
El de Covadonga es un universo singular en el más amplio sentido del término. Un mundo de historias curiosas y emociones sin límite que tocan el corazón del visitante, y muchas de estas historias tienen como protagonista a la Virgen. Una visita a Covadonga pone al alcance del viajero un sinfín de posibilidades para realizar una inmersión vital sin precedentes en un lugar único, que está más allá de geografías y mapas, y que a menudo se torna un noble y arraigado sentimiento.
La Santina una devoción universal
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Novena a Covadonga
La Virgen de Covadonga suscita desde tiempo inmemorial una apasionada y apasionante devoción que tiene expresiones diversas como las promesas – muy visibles en la famosa Escalera de las promesas que sube hasta la Santa Cueva-, o la Novena – un período de nueve días de liturgia, rezos y procesión que culminan cada año el día 8 de setiembre, Festividad de la Virgen de Covadonga y Día de Asturias -, y que reúne a miles de fieles y visitantes.
Precisamente, por la devota pasión que despierta la Santina, es frecuente encontrar por toda Asturias imágenes suyas en iglesias, capillas, así como en otros espacios cívicos e incluso en los hogares. Y más allá de Asturias, la Virgen de Covadonga siempre ha sido un símbolo clave en la identidad asturiana.
Esta emoción identitaria llamada Covadonga ha prendido con fuerza en todas las comunidades asturianas fuera del Principado, y de manera muy visible en los Centros Asturianos del mundo entero: en España, en otros países europeos, en América, Asia, Australia, etc.
En definitiva Covadonga es una expresión simbólica y espiritual de asturianidad.
Más de medio centenar de mantos
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La Virgen de Covadonga y sus mantos
La Santina, "pequeñina y galana" como se dice popularmente de ella con cariño, está vestida con un manto, y así la ven habitualmente los peregrinos y visitantes. La Virgen de Covadonga cuenta con más de medio centenar de mantos, donados por diferentes personalidades e instituciones a lo largo de estos siglos — el más antiguo conservado íntegro es el donado por Isabel II —. Cambiados frecuentemente, ofrecen al peregrino una imagen de la Virgen y el Niño de gran variedad cromática y estilística.
Sobre su cabeza, una corona dorada con perlas en sus aristas y brillantes incrustados con una paloma representando al Espíritu Santo, obra del sacerdote y orfebre lenense Félix Granda Buylla. Y sobre el Niño otra pequeña corona, ésta imperial, con cruces y flores de lis en piedras preciosas. Son las coronas ofrendadas por los asturianos devotos en 1918. Y completa la imagen la rosa de oro en su mano, ofrenda de la Institución Teresiana, que sustituye a la palma o bastón de mando que pudiera tener anteriormente, a juzgar por las estampas conservadas.
Dos tradiciones. El pozón y los siete Caños
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Fuente de los siete caños y el pozón
El silencio que reina en la gruta se ve interrumpido por el espectáculo natural que se desarrolla debajo de ella: la cascada o "chorrón" del río Mestas que surge de la piedra desembocando sonoramente en el estanque conocido popularmente como "el pozón", cuya canalización es lo único que se llevó a cabo del proyecto de Ventura Rodríguez. Es frecuente que los peregrinos y visitantes realicen una ofrenda en forma de monedas a la Santina, arrojándolas al pozón.
Bajo la cueva, en la vereda izquierda de este estanque, se encuentra la Fuente de los Siete Caños o del Matrimonio, pues como registra la tradición asturiana "La Virgen de Covadonga tiene una fuente muy clara. La niña que de ella beba, dentro del año se casa".
La singular historia de la Campanona
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La campanona
Covadonga es un lugar de historias prodigiosas, y una de estas historias es la de la campanona, que está ubicada en las inmediaciones de la Santa Cueva, en un lugar elevado y apacible, con espléndidas vistas sobre la explanada de la Basílica.
La campanona, como se la conoce popularmente, mide tres metros de alto y pesa cinco mil kilos, y atesora una romántica historia: fue fundida en La Felguera (Langreo) a finales del siglo XIX, por la Compañía Asturiana de Metalúrgica, propiedad del ingeniero austríaco Arnaldo de Sizzo, Conde de Sizzo-Noris. Llevada a la Exposición Universal de París en 1900, allí recibió el primer premio en su categoría. Y con el paso de los años – allá por la década de los 50 del siglo XX – la campana fue donada al Santuario de Covadonga.
La campanona es una verdadera obra de arte. Los bajo-relieves esculpidos por el italiano Francesco Saverio Sortini sobre el hierro son sencillamente espectaculares, sorprendentes, todo un universo de historias clásicas, tanto cristianas como paganas.
El Real Sitio de Covadonga experimentó uno de los años más populosos de toda la historia en el año Jubilar de 2018
2018 fue un año excepcional en la historia y en la vida cotidiana del Real Sitio de Covadonga. Con motivo del Centenario de la Coronación de la Virgen de Covadonga y el Niño Jesús, y la celebración del Año Jubilar Mariano, Cuadonga/Covadonga mantuvo una intensa e incesante actividad pastoral, que permitió que miles y miles de peregrinos se acercasen a este lugar tan especial.