Así, por ejemplo, en 1759 el capitán ovetense Cipriano González Santirso camina desde Oviedo a Covadonga en lugar de su anciano padre para cumplir una promesa hecha a la Virgen si curaba al propio Cipriano de una enfermedad infantil. En su caminar, recorre la franja centro-oriental del interior de la región hasta llegar a las faldas del Auseva para rezar ante la Santina.
Por otro lado, son numerosísimos los testimonios escritos y fotográficos de gente que a lo largo de los siglos acudía hasta este lugar a visitar el Santuario y los Lagos, hasta el punto de convertir la "excursión a Covadonga" en una costumbre imprescindible de asturianos, indianos y visitantes.
Ya fuera caminando, o más adelante aprovechando el tren que llegaba hasta las inmediaciones en el Repelao o motorizados con autobuses y automóviles, Covadonga y su entorno natural ha sido - y son hoy - destino de multitud de visitantes que, movidos por la fe mariana o bien por el deseo de contemplar y conectar con su simpar entorno natural, acuden hacia allí desde todos los rincones.
Resultado de ello ha sido la consagración de varias rutas - hoy convenientemente señalizadas como GR tales como el recorrido clásico desde Oviedo o su prólogo en Mieres, que es la Ruta Peregrina; la Travesía Andarina que comienza en Gijón; el Camín del Oriente que desde Llanes atraviesa el Cuera y se introduce en los Picos de Europa, o la Ruta de la Reconquista, también conocida como Camino Lebaniego, que hace la ruta una peregrinación entre Covadonga y Santo Toribio de Liébana.