Hace trece siglos un pequeño monte vio nacer un reino
La tradición y la Historia vinculan los orígenes del Reino de Asturias con dos nombres propios: Pelayo y Cuadonga/Covadonga, protagonista y escenario donde en los inicios del siglo VIII se produjeron una serie de episodios -verdaderos para unos y legendarios para otros-, considerados como el primer movimiento de insumisión de la cristiandad norteña frente al poder musulmán asentado en la Península unos años antes. El valle de Cangas de Onís, los Picos de Europa y el monte Auseva habrían sido testigos de la rebelión que eligió a Pelayo como líder -hace este año trece siglos-, y que poco después protagonizará el legendario episodio bélico (batalla o escaramuza), en las faldas de ese pequeño monte.
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Picu Priena en Cuadonga/Covadonga
CUADONGA/COVADONGA, UN ESCENARIO CRUCIAL
Una rebelión que cambió la Historia
La Gruta de Covadonga y el Monte Auseva, en el agreste paisaje de los Picos de Europa, constituyen el bastión natural que dará cobijo a las gentes que se alzarán contra el nuevo gobierno establecido por los musulmanes en la península. Este primer núcleo de resistencia -que sin duda no debió ser único aunque quizá el que tuvo mayor y más pronta fortuna-, buscó en el valle de Cangas de Onís y su proyección hacia el interior montañoso, la protección que les brindaba un territorio que conocían bien.
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Entorno del Santuario de Covadonga
Esta revuelta debió buscar el liderazgo de un magnate poderoso y con prestigio, con propiedades en la región y también con capacidad militar. Por ello, se da por cierto que el año 718 una asamblea de los principales astures que se oponían a los nuevos tributos que pretendía imponer el nuevo gobernador de Gijón -quebrantando un posible pacto anterior-, elige a Pelayo como su líder. A partir de entonces se sucederían los hostigamientos de los rebeldes contra el poder musulmán, hasta que unos años después se envía desde Córdoba una expedición de castigo que acabará por encontrar la derrota en Cuadonga/Covadonga.
Como momento germinal de un reino que posteriormente alcanzará gran desarrollo y protagonismo, los relatos conservados están plagados de dificultades, leyendas e interpretaciones sesgadas que muchas veces se han puesto al servicio de legitimaciones interesadas, desde el siglo IX hasta nuestros días. Pero precisamente estos intereses confirman que, hace hoy trece siglos, Cuadonga/Covadonga y el territorio de Cangas de Onís fueron escenario de un capítulo de importancia capital para la Historia posterior.
Aunque bastante desconocida, la historia de Cuadonga/Covadonga previa al enfrentamiento bélico aparece impregnada de tradiciones ligadas al paganismo astur y a su cristianización. No sería extraño que la gruta mariana actual fuera en un principio un lugar sagrado para algunas divinidades naturales, especialmente deidades fluviales femeninas como Deva - la "diosa madre"-, que da nombre al río que nace al pie de la cueva. Es probable que en la época de Pelayo fuera ya un lugar cristianizado como un templo rupestre dedicado a la Virgen.
El de Pelayo fue un liderazgo indiscutible. A pesar de la dificultad para hallar fuentes documentales de aquel tiempo, todo apunta a que era un personaje carismático y valiente, capaz de abordar el desafío que debió asumir el año 718 cuando se produce el levantamiento de los astures que lo elegirán como jefe. Después vendría la batalla y el triunfo sobre el ejército musulmán de Alkama, gestándose de este modo el Reino de Asturias. Se escribía así el primer capítulo de una nueva etapa en la Historia europea.
Cuentan las crónicas que un pequeño grupo de guerreros cristianos hizo frente a un numeroso ejército musulmán enviado desde Córdoba. Los astures se hicieron fuertes en las faldas del Monte Auseva, lugar estratégico para derrotar a sus enemigos que en su fuga a través de los Picos de Europa, acabaron pereciendo por el hostigamiento astur o por las dificultades del terreno. Los escritores medievales vieron en estos hechos el favor divino, y así surgió la leyenda que hablaba de una victoria milagrosa auspiciada por la Virgen.
Hoy es posible recorrer el camino que en su huida siguieron las huestes cordobesas confiando su fuga a la protección de los Picos de Europa. Saliendo del Monte Auseva, el derrotado ejército de Alkama debió atravesar los bellos paisajes de Orandi, el Río Cares, Bulnes, Pandébano, Áliva y Espinama hasta llegar a Cosgaya, donde un desprendimiento del monte Subiedes acabó arrojando al río Deva a los últimos supervivientes de la expedición. Ver la ruta
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Rey Pelayo
PELAYO, "LO PRIMER REY DE HISPANIA" El fundador de una estirpe
De esta manera, reconociendo que ostentó legítimamente "lo primer titol de rey de Hispania", se referirá a Pelayo el cronista catalán del siglo XV Pere Tomic. Tan conocido como misterioso, pues pocas certidumbres están documentadas acerca de la vida de Pelayo, fue quizás un representante de la élite local astur, o bien un noble godo fugitivo de pretendida estirpe regia, y seguramente una persona de fuerte arraigo familiar entre los astures. Hasta es posible que estuviera sometido a la autoridad del prefecto musulmán de Gijón y ejerciera alguna autoridad a su servicio tras el desmoronamiento del poder visigodo. Pelayo terminará liderando una revuelta (718) que culmina en la batalla de Covadonga (722), estableciendo un pequeño núcleo de poder en la aldea de Cánicas, hoy Cangues d' Onís/Cangas de Onís: nacía así el Reino de Asturias.
Una figura enigmática
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Grabado del rey Pelayo
Un halo de misterio y de leyenda que se hunde en la noche de los tiempos rodea la figura de Pelayo. No obstante, la imagen que se perfila es la de un magnate de posible origen hispanorromano o godo romanizado, con propiedades y prestigio en la zona centro-oriental de Asturias, que podría haber tenido cargos de responsabilidad en los últimos años del Reino Godo y que en un primer momento serviría al gobernador musulmán establecido en Gijón, tras la conquista musulmana del territorio astur a partir del 714.
La elección como líder de la revuelta
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Grabado de Pelayo y sus tropas en Covadonga
El prestigio de Pelayo entre los astures hizo que en 718 lo eligieran en asamblea para liderar un grupo de resistencia frente al gobernador musulmán de Gijón, hecho éste que aconteció en las estribaciones de los Picos de Europa. Pelayo liderará una revuelta cuya causa pudo ser una subida de los tributos por parte de los conquistadores tras unos primeros años de dominio, si bien uno de los relatos cronísticos apunta como origen de la revuelta la afrentosa propuesta de matrimonio del gobernador musulmán Munnuza a la hermana de Pelayo.
La familia de Pelayo
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Grabado de Pelayo y su esposa Gaudiosa
El relato de Pelayo que transmiten las crónicas y la tradición reserva cierto protagonismo a varias mujeres de su familia. En primer lugar, una hermana suya -de la que se desconoce el nombre, aunque en un falso documento se le llama Dosinda o Adosinda- habría sido causa de la rebelión astur, al ser pretendida por el prefecto musulmán de Gijón, Munnuza. Igualmente, sabemos que Pelayo contraerá matrimonio con una mujer cuyo nombre revela su primer epitafio en Abamia: Gaudiosa. De esta pareja nacería, además de su hijo Favila, su hija Ermesinda, quien dará continuidad por vía matrimonial a la estirpe pelagiana cuando muera su hermano por su matrimonio con Alfonso I, hijo de Pedro, duque de Cantabria.
El misterio que rodea su enterramiento
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Iglesia de Santa Eulalia de Abamia
Tras diecinueve años de liderazgo, Pelayo muere en Canicas el año 737. Según el obispo Pelayo de Oviedo, del siglo XII, fue enterrado en la cercana iglesia de Santa Eulalia de Abamia junto a su mujer, Gaudiosa. La tradición afirma que sus restos fueron trasladados cinco siglos más tarde por orden de Alfonso X a la Santa Cueva de Covadonga, donde existe un sepulcro, datado en el siglo XVI, que dice contener sus restos y los de su hermana Dosinda.
Canicas : "Minima Urbium, Máxima Sedium"
Cangues d' Onís/Cangas de Onís, "la menor de las ciudades, la mayor de las capitales"
"La menor de las ciudades, la mayor de las capitales", así reza el lema del escudo -aunque de creación moderna- de Cangas de Onís. Expresa así la importancia histórica que tuvo la pequeña aldea de Canicas en los momentos germinales del Reino de Asturias. Cangues d' Onís/Cangas de Onís pasaría a la historia como la primera capital de aquel Reino y aún hoy evidencia la impronta de sus primeros gobernantes y de los notables sucesos que allí tuvieron lugar.
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Cangues d' Onís/Cangas de Onís desde Llueves
El famoso episodio del oso que mató a Favila
Sucedió a Pelayo en el trono su hijo Favila quien gobernará únicamente dos años. Esto se debió, según señalan los textos medievales, a que encontró muy pronto la muerte al cometer la imprudencia de intentar cazar en solitario un oso que acabó con su vida en los bosques cercanos a Canicas. Aunque no se conoce con exactitud el lugar en que sucedió, la tradición local asegura que se produjo en la aldea de Llueves, donde existe hoy una inscripción que da testimonio de aquel histórico suceso. La tradición también sostiene que en el monasterio de San Pedro de Villanueva, los capiteles románicos de su portada relatan en piedra esta historia.
Aparte de su desgraciado final, de la vida de Favila también se conoce su patrocinio de la Capila de Santa Cruz en Cangas de Onís. Gracias a su lápida fundacional -hoy perdida- se sabe que en el año 737 se consagró este templo erigido por Favila, su mujer Froiliuba y sus hijos. La iglesia -en la actualidad muy restaurada- se levantó justo encima de un dolmen neolítico aún visible, seguramente con la intención de cristianizar un lugar de gran importancia espiritual para la comarca. Según leyendas posteriores, aquí se custodiaba la cruz enarbolada por Pelayo en Cuadonga/Covadonga y que más adelante Alfonso III cubriría de oro y joyas: la Cruz de la Victoria.
A la muerte de Favila ocupa el trono astur Alfonso I, hijo del duque Pedro de Cantabria y yerno de Pelayo, al haberse casado con su hija Ermesinda. Según las crónicas, con Alfonso I la oposición de los astures dejó de ser únicamente de resistencia para convertirse en un enfrentamiento directo con el poder musulmán, ocupando la zona al norte de la Cordillera Cantábrica y realizando varias incursiones en el valle del Duero. Muerto en Cangas, fue sepultado, según tradición, en un "monasterio de Santa María", identificado con el Santuario de Covadonga, en cuya cueva hoy descansa junto a su esposa. Sin embargo, antes habría fundado en las inmediaciones de Cangas una iglesia que sería el precedente del monasterio de San Pedro de Villanueva. Los orígenes de este monasterio están estrechamente vinculados a la figura de Alfonso I pues la tradición sostenía que los monarcas habrían construido en el término de Villanueva una iglesia y panteón real al que conceden el título de monasterio de Santa María. La arqueología ha dotado de cierta certeza tales vínculos al haberse identificado restos arquitectónicos y materiales de la octava centuria bajo el solar del monasterio benedictino.
La antigua Iglesia Parroquial de Cangas de Onís es un monumental edificio del siglo XVI, que aún conserva en su interior interesantes pinturas murales de época renacentista y barroca. Cerrada al culto en 1963, acoge desde 2006 el Aula del Reino de Asturias, un centro de interpretación en el que es posible realizar un completo recorrido por la historia de la monarquía asturiana. A través de diversos recursos audiovisuales, paneles y maquetas, así como de juegos concebidos para los más pequeños, el centro permite adentrarse en la historia de este período que arranca con la proclamación de Pelayo como rey en 718 y la posterior batalla de Covadonga de 722, hasta el traslado de la corte desde Oviedo a León en el año 910. Las diversas etapas por las que atraviesa la historia del reino astur se ven reflejadas en un moderno equipamiento que se convierte en una visita obligada para todo amante de la historia, el arte y Asturias.
Un símbolo de asturias y una fuente constante de creatividad
Pelayo y Cuadonga/Covadonga representan la esencia de una identidad cultural
Pelayo y Cuadonga/Covadonga constituyen el relato germinal de los orígenes de un Reino que es el antecedente de los reinos medievales peninsulares, el origen de nuestro país como realidad histórica y hasta el arranque de una misión de Reconquista que se consagraría como elemento identitario por excelencia. Por eso, desde la propia época de la Monarquía Asturiana, Pelayo es reconocido como el origen de la misma.
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Entorno del Santuario de Covadonga
Un símbolo de Asturias y una fuente constante de creatividad
Así pues, la historia de Pelayo y su alzamiento y victoria en Cuadonga/Covadonga han sido fuente de inspiración para nuevas leyendas y todo tipo de manifestaciones artísticas, escritas y plásticas. No han sido pocas las obras de teatro, poemas, novelas, pinturas, esculturas, películas, etc. a las que Pelayo y Cuadonga/Covadonga han dotado de argumento e imagen.
Su importancia ha sido tal que, a lo largo de la Historia, artistas asturianos, pero también del resto de España y de otros muchos países extranjeros han aportado nuevas visiones al vaivén de las sucesivas corrientes artísticas y culturales sobre estos episodios. Pelayo y Cuadonga/Covadonga se han visto enriquecidos por todos ellos y se han convertido en un símbolo que a través de los años ha tenido representaciones y usos de todo tipo.
La Cruz de la Victoria
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Cruz de la victoria
La Cruz de la Victoria y el Puente Romano - también conocido como el Puentón - de Cangas de Onís constituyen símbolos inequívocos de la Historia de Asturias. El Puente Romano está ubicado sobre el río Sella, que también tiene una gran vinculación con la vida de Pelayo y sus gestas, y de su arco principal pende una enorme Cruz de la Victoria, que nos recuerda el episodio histórico y ya mítico que dio lugar al nacimiento de un pequeño Reino, que tuvo su primera sede en la siempre hospitalaria Canicas, hoy Cangas de Onís.
La vinculación con la monarquía
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Postal conmemorativa de la proclamación de Felipe de Borbón como Príncipe de Asturias
Pelayo y Covadonga y el relato de su epopeya -aún en muchas ocasiones empapado de la leyenda-, se ha convertido con el paso de los siglos en un verdadero símbolo identitario de la totalidad de la región asturiana. La gesta de Pelayo y los astures se representa en no pocos escudos y emblemas de las villas y concejos de Asturias y un símbolo histórico tan arraigado como la Cruz de la Victoria se relaciona con una supuesta cruz enarbolada por Pelayo en Covadonga. La Monarquía española, pese a los cambios dinásticos fruto de los siglos, hunde sus raíces en Pelayo y Covadonga. Desde el siglo XIV, el heredero de la corona española lleva el título de Príncipe de Asturias y fue en el Santuario donde el actual rey, Felipe VI, juró su título de Príncipe de Asturias en 1977.
Inspiración para la literatura, la música y el cine
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Cartel de la película: Así es Asturias. Foto: Museo del Pueblo de Asturias
Numerosos son los dramaturgos, poetas, novelistas, músicos o cineastas que han tenido como elemento inspirador el mito de Pelayo y Covadonga. Desde el Renacimiento y el Siglo de Oro español hasta la actualidad obras de teatro en clave épica, cómica, trágica o romántica han alimentado el mundo de la cultura. Asimismo, los poetas han visto en Pelayo y la epopeya del Monte Auseva una inspiración para sus versos, y nombres tan ilustres como Espronceda o Campoamor se han dejado seducir por este mito de mitos.
El cine o la música también han buscado en esta misteriosa y carismática historia su germen creativo y Pelayo ha sido protagonista incluso de alguna ópera.
Un mito recreado en las artes plásticas
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Poster para la promoción turística de España del año 1929. Foto: Museo del Pueblo de Asturias
Las montañas de Covadonga, la Cueva, la Basílica, los paisajes de los Picos de Europa, las gentes… En definitiva, este mito ya eterno se ha recreado cientos de veces en las artes plásticas. Pinturas, grabados, esculturas, escudos, fotografías, carteles, etiquetas, etc. han sido el soporte que ha divulgado esta gran historia por el mundo entero, haciendo de la imaginación y la creatividad los mejores instrumentos para mostrar toda la belleza e incontables matices de un acontecimiento que muchos siglos después -trece- continúa siendo una fuente inagotable de inspiración.