Montaña Central

La Montaña Central ha sido, desde tiempos remotos, la puerta de acceso a Asturias por la meseta. Por aquí entraron las legiones romanas y por aquí entra hoy buena parte del turismo nacional. La comarca recibe al viajero con aldeas suspendidas en las laderas, y con las lomas altas y las moles calizas del Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa. Míticas rutas ciclistas serpentean entre brañas, bosques y vegas fluviales, mientras que en los valles persiste la identidad minera y un rico patrimonio industrial. Cuando la nieve lo cubre todo, las estaciones de esquí nos invitan a conquistar el paisaje de una forma más lúdica.
Historia y patrimonio de la Montaña Central
Al igual que su orografía, el patrimonio de la Montaña Central asturiana es denso y revelador. En los altos de La Cobertoria, Pajares o Piedrafita, los túmulos neolíticos nos recuerdan que estos pasos de montaña ya fueron cruzados hace miles de años. Más tarde, las legiones romanas abrieron la Vía Carisa, calzada militar que conectaba la meseta con el Cantábrico. Y en la Alta Edad Media se levantó Santa Cristina de Lena, pequeña iglesia que encarna la perfección discreta del Prerrománico Asturiano - declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985 -. En el Monsacro, monte sagrado de Morcín, dos capillas medievales guardan la leyenda del Arca Santa, escondida allí tras la caída de Toledo y trasladada después por Alfonso II a la Cámara Santa de Oviedo/Uviéu. Aquel fervor dio origen al Camino de El Salvador, que parte de León, cruza el puerto de Pajares y atraviesa Campomanes y Mieres del Camín - cuyo nombre aún refleja su pasado jacobeo -. Muchos peregrinos tomaban este desvío, desde el Camino Francés, para ver en primera persona la mayor cantidad de reliquias de toda Europa.
Más terrenal, pero no menos valioso, es el conjunto etnográfico de hórreos y paneras de Bueño, en el concejo de Ribera de Arriba. Cerca de 50 de estos graneros tradicionales forman un auténtico museo al aire libre. Una ruta interpretativa recorre el pueblo explicando su historia y función, mientras el Centro de Interpretación del Hórreo, también en Bueño, nos ofrece más claves para entender este símbolo de la cultura rural asturiana.
La industrialización transformó esta zona en uno de los motores del país y dejó en sus valles una huella más profunda que cualquier galería. En el Valle del Turón, epicentro de la minería asturiana, aún resisten castilletes, pozos y un paisaje modelado por décadas de extracción. El poblado obrero de Bustiello, Bien de Interés Cultural, encarna como ningún otro la utopía paternalista de esta época, cuando las empresas mineras levantaban iglesias, escuelas y casinos al pie mismo de las minas. Hoy, ese legado puede recorrerse a través de visitas guiadas que también nos llevan a pozos históricos como el de Santa Bárbara, Espinos o Fortuna.
Paisajes y naturaleza de la Montaña Central
El puerto de Pajares resolvió durante décadas el aislamiento secular de Asturias, aunque hoy se impone la autopista del Huerna, más rápida e igual de épica. Recorre uno de los corredores naturales más bellos del Cantábrico: el Valle del Huerna, en el concejo de Lena - paso histórico de arrieros, trashumantes y viajeros que enfrentaban la cordillera Cantábrica -. El túnel de El Negrón, con sus cuatro kilómetros de longitud, más que una obra de ingeniería es una frontera sensorial, y es que, al cruzarlo, la meseta se desvanece, el clima se torna húmedo y el paisaje más verde, más abrupto, más asturiano.
La comarca custodia un conjunto de espacios de altísimo valor ecológico, con la montaña desplegándose de forma generosa. Espacios naturales que la Administración del Principado se ha preocupado de regular para evitar su degradación medioambiental. En el caso del Paisaje protegido de la Sierra del Aramo, hablamos de un bastión calizo de más de 15 kilómetros de longitud. En su vertiente oriental, la Cuesta de Riosa se alza con una severidad imponente, salvando más de 1.300 metros de desnivel hasta coronar el Gamoniteiru (1.791 metros), cima mítica del ciclismo nacional. El caminante encontrará aquí una geografía cargada de sentido: cada vega y majada, cada collada, cada laguna ha sido modelada por siglos de paso lento.
El Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa, Reserva de la Biosfera, es uno de los secretos mejor guardados de la Cordillera Cantábrica. Abarca una superficie de aproximadamente 450 kilómetros cuadrados, constituyendo uno de los espacios protegidos más extensos y mejor conservados del Principado. Bosques autóctonos y cumbres agrestes componen un paisaje de belleza intacta y aire primitivo, coronado por la imponente silueta de Peña Ubiña. Con sus 2.417 metros, esta cumbre - la segunda más alta del Principado- se alza como un coloso calizo que atrae a montañeros de toda condición. Su ascenso es una experiencia reveladora: a medida que se gana altura el resto del paisaje se empequeñece hasta el extremo, como si se rindiese a la gran montaña. En torno a ella, el glaciar esculpió una enorme área de paisaje áspero, duro y sin adornos.
Rutas y actividades al aire libre
La Montaña Central es un paraíso para el ciclismo profesional y para todas las legiones de aficionados y cicloturistas que tratan de imitar sus gestas. En la sierra del Aramo, por ejemplo, se suceden ascensiones implacables, protagonistas de varias ediciones de la Vuelta a España. La subida más emblemática es, sin duda, El Angliru, en el concejo de Riosa. Un puerto “brutal”, con una longitud de 12,6 kilómetros y rampas que superan el 20% de desnivel, que ha sido final de etapa en varias ocasiones. En el Aramo también se encuentra otro final de etapa épico: el alto del Gamoniteiru, 20,2 kilómetros al 7,2 %.
Toda la comarca está surcada por rutas cicloturistas de altísimo nivel que combinan dureza extrema y belleza paisajística. El concejo de Lena está especialmente dotado. Ahí están el Cuitu Negru con sus 23,5 kilómetros al 6,1% y rampas al 25%. La Cobertoria: 10 kilómetros al 8,5%. El Cordal: 5,6 kilómetros al 9%. El Cuchu Puercu (por el Cordal): 11 kilómetros al 6,9%, o La Cubilla: 28 kilómetros al 4,7%. Precisamente la Marcha Cicloturista "La Cubilla"(se abre en una pestaña nueva) es una de las más populares del calendario asturiano. Se celebra todos los años en el mes de mayo y a ella acuden aficionados de toda Europa.
En La Montaña Central la bici es un motor económico de primera. En algunos concejos los ingresos que genera adelantan incluso a los del turismo de nieve. Y eso que en invierno la comarca no se detiene. Valgrande-Pajares, decana de las estaciones cantábricas (1954), sigue más viva que nunca con más de 30 km esquiables entre pistas de todos los niveles, circuitos de fondo, snowpark y espacios para debutantes. Más al sur, Fuentes de Invierno, una estación joven y bien integrada en el puerto de San Isidro, oferta cerca de 10 kilómetros esquiables y cuenta con los remontes más modernos de la Cordillera Cantábrica. Entre ambas estaciones se traza un mapa blanco, invernal, que no se agota en el esquí alpino, sino que se extiende al de montaña y travesía, con rutas en raquetas, observación de fauna invernal o salidas nocturnas en el paisaje nevado. Todas estas actividades, seguras y sostenibles, están organizadas por las agencias de turismo activo de la zona.
Para los amantes del senderismo clásico, la Montaña Central presenta un repertorio de rutas inagotable. Algunas tan renombradas como la ascensión a Peña Mea (1.557 m), en el concejo de Aller. De dificultad media, el recorrido nos recompensa con vistas excepcionales y el archifamoso "ojo de buey” de Peña Mea, un gran arco natural abierto en la roca, muy instagrameable por cierto.
Las Foces del Pino (Aller), antiguo camino de peregrinación y trashumancia ganadera que atraviesa un desfiladero labrado, durante milenios, por el río Valmartín. Esta Garganta es Monumento Natural y gana enteros en época de lluvias, cuando el agua se desborda en saltos y rápidos. Tenemos dos maneras de recorrerla: una ruta corta, para todos los públicos, y otra más larga y de dificultad media.
En Mieres, la Vía Verde del Valle de Turón transforma el pasado minero en paseo accesible. Un itinerario de unos 12 kilómetros que discurre entre túneles y puentes por una antigua infraestructura ferroviaria. Es ideal para familias, pues no presenta grandes desniveles y tiene zonas pavimentadas. Invita a caminar y a pedalear.
Consejos para disfrutar de la Montaña Central
El mejor momento para visitar esta comarca depende de lo que se busque. Para los amantes del esquí los meses de diciembre a marzo son ideales, pero si lo tuyo son los pedales, es mejor la primavera o el otoño, cuando el calor no es excesivo, las carreteras no tienen demasiado tráfico y el paisaje estalla en colores vivos. El otoño también es perfecto para recorrer bosques o asistir a la berrea de los venados. De las estaciones de esquí, o del punto de partida de muchas rutas de montaña, apenas nos separa una hora desde el centro de Oviedo/Uviéu o Gijón/Xixón. El transporte público nos conecta razonablemente bien con las principales localidades, como Mieres o Lena, aunque para acceder a espacios de senderismo y zonas rurales se recomienda disponer de vehículo propio.
El concejo de Aller representa la montaña en su expresión más intensa y hermosa. Es tierra de brañas, de bosques, de ríos encajados y de pueblos como Felechosa o Collanzo. Pero la experiencia de la Montaña Central también tiene pulso en los valles. En Mieres del Camín, por ejemplo, la memoria minera convive con una energía cultural que no da tregua. Castilletes, bocaminas y viejas locomotoras cuentan su historia entre sidrerías, mercados centenarios y terrazas llenas de vida. El humor mierense - irónico, socarrón y con retranca - se cuela entre culín y culín, y la villa se disfruta sin tregua desde el Pozu Barreo, con su chimenea y castillete convertidos en símbolo, hasta el animado campus universitario, pasando por la concurrida Plaza de Requexu, donde es obligado detenerse a tomar unas sidras y probar unas buenas tapas.
Si de placeres gastronómicos se trata, la cocina de la Montaña Central es prolongación del paisaje: recia, abundante y con alma. Entre sus platos señeros brillan la fabada, el pote de berzas, la caldereta allerana y las carnes criadas en libertad. En julio, en Lena, el Prau Llagüezos se convierte en epicentro culinario con la Fiesta del Cordero a la Estaca, una romería declarada de Interés Turístico Regional. El monte se anima con romeros que suben a pie o en todoterreno, cargados de sidra, canciones y ganas de ese cordero asado tan lentamente.
En Morcín y Riosa, el Afuega’l Pitu ocupa uno de los tronos queseros del Principado y cuenta con Denominación de Origen Protegida. Es un lácteo con carácter, de textura espesa y sabor ácido, que puede ser blanco o “roxu”, y presentarse en forma de trapu o “atroncáu”, según se haya curado en paño o molde. Su nombre no engaña: “afuega’l pitu” significa “ahoga el gaznate”, y quien lo come lo comprueba. En La Foz de Morcín, el Muséu Etnográficu de la Llechería pone contexto y memoria a este queso y a otros muchos, repasando la historia de la ganadería y de la leche como parte esencial de la vida rural asturiana.
Y de postre panchón, palabra que en sí misma ya parece mascada, densa y con sabor a pan. Una reliquia de la gastronomía popular, un dulce tradicional, propio de Aller, que se elabora con pan de escanda desmigado, y que ha de comerse con las manos.
Dormir en esta comarca también puede ser una prolongación del paisaje: hay quien prefiere el calor de una casa de aldea con chimenea, quien busca un albergue en una estación invernal, o quien se deja tentar por la elegancia tranquila de un palacete convertido en alojamiento. La oferta es diversa pero con un denominador común: hospitalidad auténtica y con sabor a hogar.
La Montaña Central nunca te exigirá grandes planes ni itinerarios milimetrados. Aquí, con unas botas, algo de hambre y muchas ganas de conocer se tiene ya media experiencia vivida. Lo demás lo pone el paisaje. Y la gente.
Galería de Imágenes
Mapa
Qué ver
- Estaciones de esquí de Valgrande-Pajares y Fuentes de Invierno.
- Parque Natural del Las Ubiñas – La Mesa ( Reserva de la Biosfera), Sierra del Aramo, Coto Bello, La Cobertoria y el Angliru, Paisaje protegido de Las Cuencas Mineras.
- Certamen del queso de Afuelga'l Pitu en La Foz, Morcín.
- El pueblo de Bueño/Güeñu.
- Poblado minero de Bustiello. Arqueología industrial del Valle de Turón.
- Arquitectura prerrománica y románica: Santa Cristina de Lena, San Vicente de Serrapio, Santa Eulalia de Uxo.
- Embalse de Alfilorios en los concejos de Morcín y Ribera de Arriba.