Oviedo/Uviéu es capital por partida triple: de su concejo, de toda Asturias y del arte prerrománico. Una ciudad que lejos del exhibicionismo turístico se muestra tal como es en todas las ocasiones. Su gran sentido de la urbanidad hace que cada detalle -desde la limpieza de las calles hasta el ritmo lento de los semáforos- sea toda una declaración de intenciones. Además, ha sabido conjugar lo urbano con lo rural como en pocos lugares. Su gran cinturón de parques, sendas verdes y parroquias, invita a perderse en la naturaleza y a respirar. Sin olvidar su firme compromiso con la cultura, que alcanza su cima cada otoño, cuando Oviedo acoge los Premios Princesa de Asturias. Un homenaje al talento, al saber y al compromiso humano que encuentra en esta ciudad un escenario inolvidable.
La Capital de Asturias
Oviedo/Uviéu no es sólo la capital de (todas las) Asturias: es Asturias concentrada, decantada, afinada... Las piedras de sus monumentos prerrománicos salieron de sus mejores canteras, su gastronomía se nutre con los sabores de toda Asturias, y en cada esquina asoma un retazo de pomarada, ya sea en forma de botella de sidra o de chigre con solera. Los bailes folclóricos conviven con la danza; la gaita y el tambor con la música de cámara, y la tonada con la ópera.
Cada mes de mayo, la Feria de la Ascensión transforma la ciudad en un gran escaparate rural. Se exponen reses, se degustan quesos y productos agroalimentarios, y se oye hablar alto en todas las variantes del asturiano. También en primavera, el Martes de Campo convierte Oviedo/Uviéu en una gran romería. Los parques hacen de “prau”, y la ciudad entera se sienta sobre la “yerba” a comer el “bollu preñau”. A comienzos de junio, la Preba de la Sidra la consagra como capital emocional, con media Asturias escanciando y probando la primera sidra de la temporada en la calle Gascona.
A Oviedo/Uviéu le gusta sacar pecho de su asturianía - aunque no le haga falta reafirmarse ni alardear de capitalidad -. Sus gentes llevan con orgullo el apodo de "carbayones", en recuerdo de aquel gran roble (carbayón), con más de 500 años de historia, que presidía la ciudad. Y si a algo se parece Asturias - fuerte, sana y de raíces profundas - es, precisamente, a un carbayu.
Historia y cultura de Oviedo
La historia de la ciudad arranca con Alfonso II el Casto, que la elevó a corte del reino asturiano y la hizo brillar con luz propia con sus construcciones prerrománicas, hoy Patrimonio de la Humanidad: Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo, San Julián de los Prados o la fuente de La Foncalada.
La Catedral de San Salvador, conocida como Sancta Ovetensis, comenzó a edificarse a finales del siglo XIII sobre los restos de la basílica fundacional. Su Cámara Santa, el mayor relicario de la cristiandad en su tiempo, custodia aún el Santo Sudario, la Cruz de la Victoria que portase Pelayo en Covadonga, y otros símbolos que hicieron de Oviedo/Uviéu escala obligada del peregrino medieval que tomaba el Camino de El Salvador desde León. La catedral es también hoy, como en tiempos de Alfonso II, inicio del Camino Primitivo a Santiago.
Pero su torre gótica no sólo mira al cielo, da sombra a la Vetusta descrita en La Regenta, ese retrato de la ciudad que trazó Clarín con precisión quirúrgica. Podemos unirnos a una visita guiada(se abre en una pestaña nueva) que nos lleve hasta lo alto de esta torre y, tras ascender sus casi 200 peldaños, alcanzar una magnífica vista de 360 grados de la ciudad. Abajo, la estatua de Ana Ozores vigila en silencio la plaza de la catedral, punto de partida ideal para recorrer, en otro paseo temático, las esculturas que pueblan la ciudad. Figuras inmóviles que se sientan en bancos, nos sorprenden al dar la vuelta a la esquina o custodian plazas con el aplomo del paso del tiempo y su propio tonelaje. Algunas son rotundas, casi monumentales; otras, más discretas pero llenas de significado, prolongan el espíritu de los Premios Princesa de Asturias. Cada otoño, el Teatro Campoamor se convierte en faro cultural del mundo civilizado (ese que piensa, escribe, compone, investiga o se juega la vida por los demás), y el genio de los galardonados suele quedarse, de alguna manera, en la capital de Asturias.
De ahí que no sorprenda encontrar a Mafalda sentada en un banco del Campo San Francisco, con ese gesto suyo tan lúcido en homenaje a su creador Quino - premiado en 2014 -. También nos topamos al mismísimo Woody Allen, eternamente despistado, paseando como un “carbayón” más, sin darse importancia a pesar de haber sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes en 2002.
Otro de los corazones de la ciudad es La Universidad de Oviedo, cuyo edificio histórico no se encuentra muy lejos de la catedral. Al igual que el Museo Arqueológico de Asturias, uno de los centros culturales más recomendables de todo el Principado, el más moderno y actualizado de la arqueología española. Con casi 5.0000 metros cuadrados de superficie, y cientos de piezas y restos de gran valor, que van desde la prehistoria hasta la Edad Media asturiana.
Sin salir del casco antiguo, el Museo de Bellas Artes de Asturias merece una visita sin prisas. Repartido y comunicado entre varios edificios históricos, ha sido capaz de reunir una de las grandes colecciones de nuestro país, con obras de El Greco, Goya, Sorolla, Picasso, Tàpies, o los asturianos Evaristo Valle y Nicanor Piñole. El Teatro Filarmónica y el Auditorio Príncipe Felipe son los que añaden música, cine y dramaturgia a la ciudad; mientras que el edificio futurista de Calatrava, con su contrapunto arquitectónico, ejerce de palacio de congresos.
Naturaleza y actividades al aire libre en Oviedo
Oviedo/Uviéu no es sólo ciudad, es también un concejo con mucha sustancia rural y paisajística. Más allá de sus parques céntricos - como el de San Francisco o El Campillín -, el primer horizonte natural quizás lo establezca el Monte Naranco, al norte de la ciudad. Un promontorio que supera los 600 metros de altitud y que se puede coronar caminando en poco más de una hora - aunque resulte menos épico, también se puede subir en coche -. La ascensión, frecuentada por senderistas y ciclistas, atraviesa paisajes únicos que guardan el patrimonio más valioso de esta tierra: los monumentos de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo.
Desde lo alto del monte, bajo la colosal sombra del Sagrado Corazón, Oviedo/Uviéu se ofrece entero, claro y reconocible; una vista limpia que invita a detenerse, trazar con el dedo sus contornos y buscar sus hitos más señalados. A nuestro alrededor, más de 30.000 metros cuadrados de naturaleza en estado puro, incluyendo pistas deportivas y zonas recreativas.
A los pies del Naranco, cerca del barrio de La Florida, se extiende el Parque Purificación Tomás, uno de los más grandes del concejo. Ocupa una antigua finca sobre un castro prerromano, con vistas privilegiadas del Naranco y la Sierra del Aramo. Tiene de todo: zonas infantiles, merendero y pistas deportivas.
Al sur de la ciudad, el Parque de Invierno da el pistoletazo de salida a otra ruta imprescindible: la Vía Verde de Fuso, que avanza por la antigua vía del ferrocarril minero entre túneles, árboles y viejas estaciones, hasta llegar al balneario decimonónico de Las Caldas, uno de los centro termales más importantes del Cantábrico en la actualidad. En esta misma población está el Campo Municipal de Golf y una senda fluvial, de unos 6 kilómetros de recorrido, paralela al río Nalón. Desde el Parque de Invierno también podemos encaminarnos hacia La Zoreda, un bosque singular que alberga la mayor reserva forestal del concejo. Además, entre robles y senderos se esconden restos de su pasado industrial y militar: búnkeres, polvorines y antiguos hornos.
Y si no tenemos suficiente con la naturaleza ovetense, podemos sumarnos a itinerarios guiados por su patrimonio industrial(se abre en una pestaña nueva), como el que nos enseña la Fábrica de Armas de La Vega, conjunto monumental único en España y símbolo de la era fabril; o la Real Fábrica de Municiones en Trubia, localidad pionera en la industrialización de Asturias. También es posible visitar el entorno de la antigua Fábrica de Loza de San Claudio, que durante todo un siglo llenó de vajillas resistentes y entrañables los hogares de media España. En Faro, parroquia de Limanes, desde el siglo XIX sus alfareros surtieron de ollas y jarros a los asturianos. Hoy aún pervive la tradición familiar que transforma el barro en piezas únicas: platos, escudillas, figuras, cenefas y revestimientos.
En los límites municipales de Oviedo/Uviéu también podremos conectarnos con aventuras cicloturistas para toda la familia, como la Senda del Oso en el vecino concejo de Proaza; o afrontar auténticos retos ciclistas, como el mítico Angliru, que arranca en el vecino concejo de Riosa.
Consejos para disfrutar de Oviedo
Su animada vida cultural, su ambiente universitario, su sabrosa cocina y su excelente ubicación, a menos de 45 minutos del aeropuerto y con conexión a la Alta Velocidad en tren, convierten a Oviedo/Uviéu en un destino irresistible. Épocas ideales para visitarlo son la primavera y el otoño. No aprieta el calor ni el frío, y la ciudad se ofrece con su mejor luz y la ambientación más genuina.
Pero si hay una fecha concreta que resulte perfecta para acercarse a la capital asturiana es, sin ninguna duda, la segunda quincena del mes de septiembre, coincidiendo con las fiestas de San Mateo. Los festejos suelen durar más de una semana, con decenas de conciertos gratuitos, actividades para todas las edades y calles llenas de vida. Destaca, por ejemplo, el Día de América en Asturias (19 de septiembre), un desfile único que conmemora el vínculo entre la región y su diáspora americana. Carrozas de inspiración criolla, trajes de gala, mariachis, danzas andinas y gaitas asturianas conviven en un espectáculo que es mestizaje emocional y un sentido homenaje al indiano que llevó Asturias al otro lado del Atlántico. Su originalidad y animación ha hecho de esta jornada tan especial una Fiesta de Interés Turístico de Asturias.
Para alojarnos podemos imitar a los premiados de los Premios Princesa de Asturias, y hacerlo en el distinguido Hotel de La Reconquista, aunque otros muchos alojamientos modernos de la capital no le van a la zaga en confortabilidad y servicios, incluyendo apartamentos urbanos adaptados a nuestros gustos y necesidades contemporáneas, o un buen número de casas rurales con encanto y muy bien equipadas en el extrarradio. Lo primero que hay que hacer tras dejar las maletas es dar un paseo sin prisa alguna por su casco antiguo y su ensanche urbano.
En el núcleo monumental próximo a la catedral abundan plazas entrañables como la del Ayuntamiento, Porlier o el Fontán, con su mercado cubierto. El paseo transcurre entre soportales, esculturas y cafés con mucha historia. La Plaza de la Escandalera y las calles Cimadevilla, San Francisco, Fruela o Uría marcan el pulso ciudadano y comercial de la ciudad, mientras que el Campo San Francisco (90.000 m²) hace de pulmón verde, de espacio cotidiano, grande pero acogedor, donde pasean familias, lectores y curiosos entre tilos, hayas y castaños de Indias. Aquí conviven ruinas del antiguo monasterio franciscano y vecinos ilustres como ardillas, patos o pavos reales. Cada vez es más frecuentado por los que buscan - como si se tratase de la prueba de una yincana - el mítico banco de Mafalda.
Y si de comer y beber sidra se trata, conviene acercarse a la ya citada calle Gascona, conocida como el Bulevar de la Sidra, uno de los meollos gastronómicos de la ciudad. Muy cerca está el Gran Bulevar El Vasco, y todo el casco histórico donde se come con fundamento. Para el tapeo, nada como dejarse llevar por las populares Rutas de los Vinos: una discurre por las calles Campoamor, Manuel Pedregal y Río San Pedro; la otra se abre paso en torno a la Avenida de Galicia y la Plaza de América, donde no faltan tampoco excelentes opciones a la carta. En realidad, en todo el casco urbano, en todo barrio que se precie, y en todas las poblaciones de este municipio la comida siempre va por delante, a mucha distancia.
Una gran red de restaurantes y sidrerías destila con oficio lo mejor de la cocina regional. Oviedo/Uviéu es el lugar donde la gastronomía asturiana se vuelve alta cocina sin dejar de ser popular. La materia prima se trata con la misma devoción con la que se cuida el servicio en mesa. La fabada no admite atajos, el pescado se presenta con toda su nobleza, el cachopo bien surtido y generoso, los quesos mejor cuanto más “afinados”, el arroz con leche siempre “requemao” y en cuanto a la sidra… pues hay que emplearse a fondo para servirla, rozando la perfección a poder ser. La Ciudad también enriquece la cocina regional con especialidades propias, como los garbanzos con bacalao y espinacas, o los callos ovetenses con los que conmemora la Fiesta Gastronómica del Desarme, declarada de Interés Turístico de Asturias. Mención especial merece asimismo esa carne gobernada que es marca de la casa, ni tampoco esos dulces tan propios, de confitería señorial, con carbayones y moscovitas a la cabeza.
Oviedo/Uviéu se queda en la memoria como esos libros que uno no presta a nadie porque siempre piensa volver a ellos. Es una experiencia cultural en el sentido más amplio. No merece la pena visitarla con mentalidad de turista. Más que “ver mucho”, aquí se trata de poner todos los sentidos en cada momento.
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What to see
- Las diez mejores cosas que ver y hacer en Oviedo
- Catedral, Cámara Santa y Casco Histórico.
- Santo Sudario.
- Teatro Campoamor y Premios Princesa de Asturias.
- Monumentos Prerrománicos y Monte Naranco.
- Mercado de El Fontán, Museos: Arqueológico y de Bellas Artes.
- Oviedo rural (Limanes, Faro, etc.).